Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

viernes, 11 de septiembre de 2020

Democratizar lo aristocrático.


SMALL IS BEAUTIFUL.

Tenemos por casa la versión en español de ese libro, "Lo pequeño es hermoso", desde que salió. Pero creo que no lo compré yo. Y en esa época remota lo empecé a leer, pero lo dejé sin terminar. Seguramente porque su lectura no se correspondía con lo que había imaginado.

Pero al principio del confinamiento me acordé y me dije ¡lo voy a leer!

Por las pequeñas señales a lápiz en el borde del texto deduje que lo había leído más de lo que creía...¡pero lo volví a abandonar! Porque como la otra vez no se correspondía a mis expectativas.

No sé si lo pequeño es hermoso, lo que sé es que lo grande tiene mucho peligro. Porque entre otras características de  este enfoque está que nos empequeñece. Y en cualquier caso se nos puede venir encima.

Cuando veo el dominical de El País y sus suplementos ¡alucino!

¡Pero qué cosas anuncia!

Esos relojes, esas joyas, esos vinos, esa ropa, esos perfumes, esos lujos. Esas cosas son para millonatis. Y no -me parece- para el común de los lectores d El País.

Mucho me temo que vivimos en el limbo...

Pero no le vamos a echar la culpa, como siempre, solo al capitalismo. Porque si el respetable no estuviera tan obsesionado con lo grandioso el capitalismo nos vendería otra cosa. Y desde luego no nos vendería lo que nos está vendiendo.

Me alucina tanta cursilería. Y si fuera inocua ¡pues vaya! Pero no es así. Nos trae por la calle de la amargura, y el aparentar lo que no somos nos trae con la lengua fuera...

Tendríamos que poder apañarnos con menos ¡No viviríamos peor! viviríamos mejor.

Pero parece que estamos empeñados en hacer mayoritario lo minoritario ¡Y eso es absurdo!

Cuando estuvimos en la Toscana fuimos a un sitio muy divertido. La oficina reguladora del vino chianti o algo así. Allí había un sin fin de aparatos con unas botellas boca abajo y ponías debajo de una botella tu copa, insertabas una tarjeta que habías "llenado" de euros y mientras estuvieras llenando la copa la tarjeta se iba "vaciando". Con los más baratos la tarjeta se "vaciaba" despacito según se llenaba la copa y con los más caros la tarjeta se "vaciaba" más rápido. El juego consistía en poner en una hojita de papel que te daban tus calificaciones de los vinos que habías catado y ver luego quién del grupo había dado con los mejores. No tengo que decir que así, ciegamente, valoré con las más altas puntuaciones...¡los más baratos! Me sentí retratado.

Ya sé que soy un demagogo, pero eso ayuda.


 

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