Salterio Online
martes, 31 de mayo de 2022
Un clavo saca otro clavo.
domingo, 8 de mayo de 2022
No hay que perder la compostura.
CARPE DIEM.
Hay quien esté preocupado con los años que tiene...
¡Cuando los años no importan mucho!
Porque un año es el tiempo que tarda la Tierra en dar una vuelta al eje del Sol ¡Y qué! ¿Qué tiene eso que ver con la vida de uno?
Tampoco importan los días, que es el tiempo en que tarda la Tierra en dar una vuelta sobre su propio eje ¡Y qué!
Y esas cuestiones astronómicas poco tienen que ver con la vida de la gente. Porque verdaderamente uno vive un día pero muchas veces. Los días pasan ¡y después no se tienen! ¿Es que vas a contar como tuyo el dinero que has gastado? ¡Si ya no lo tienes!
Lo que importa es que cada día de 24 horas está compuesto de día y noche y, salvo los noctámbulos, uno se despierta, más o menos, al amanecer y se duerme de noche. Y eso ocurre muchas veces.
Por lo que en cualquier caso por un lado vamos cada uno de nosotros y por otro los astros. Y es, precisamente, en los astros en los que se basa la "administración pública" para tenernos debidamente estabulados.
Y nosotros, mansamente seguimos sus designios, respetando fechas y efemérides. Y soplamos las velas en los cumples, gozosamente al principio y enfurruñados cuando barruntamos el final...¡Cuando el final es algo que verdaderamente no nos incumbe!
Lo que importa no son los años sino los días.
O mejor dicho el día que se inicia cuando se despierta uno y se le pone fin cuando se muere uno de sueño y se echa a dormir.
Ese "morirse" metafórico, se vuelve literal, una sola vez, cuando se hace mutis por el foro...
Por lo tanto cuando uno se despierta cada día lo suyo sería decir:
¡Coño! ¡Pues si estoy vivo!
Y ponerse a vivir en consecuencia.
¿Y si está muerto?
Pues, evidentemente, no está para decir:
¡Coño, pues si estoy muerto!
¡Nada! A él ya no le pasa nada. Ni siquiera le pasa que sea él.
A los suyos, si es que son comme il faut, les joderá la cosa...
Pero a él, mejor dicho, al "ex-él...
¡No!
De lo que deduzco que ese horror a la propia muerte que es tan universal ¡carece de sentido!
¿No os parece?
domingo, 1 de mayo de 2022
Bueno, bonito & barato.
LOS REVOLTILLOS DE PROUST.
Ha coincidido que hoy, Día de la Madre, estoy cocinando un plato, de modo casual porque yo no cocino nunca, que cocinaba mi querida madre dentro de su repertorio habitual. Son los REVOLTILLOS.
Los revoltillos es un manjar onubense, no descarto que también sea de otros sitios, basado en callos de cordero, que tienen ese aire de toalla, pero mucho más fino y delicado que los de vaca. Que se cortan más o menos en forma de rectángulo y se lían como un cigarro, de ahí su nombre.
Para que mantengan su forma hay que sujetarlos con algo, lo que recuerdo es con una tirita de los propios callos, pero yo los he sujetado con un hilo de cocina. Le suelen poner dentro una hoja de yerbabuena y una laminita de jamón, pero yo he pasado de esto porque los que recuerdo que comía de pequeño no tenían esas ilustraciones.
Se guisan como Dios le dé a entender a uno, pero son actores secundarios indispensables: yerbabuena, laurel, perejil, pimentón, ajos, cebolla, pimienta, nuez moscada, tomate, pimiento, aceite, caldo de carne, hueso de jamón, y sal naturalmente, todo en frío y cuando esté hecho se desengrasa y se le añaden patatas así desgarraditas ¡y buen provecho!
Lo que me motiva no es el huevo, sino el fuero, que decía un conocido mío. Porque las magdalenas son todas por el estilo ¡pero las de Prust tienen ese algo especial! Es lo que tienen para mí estos revoltillos que he cocinado hoy...
Y que aunque para vosotros no tengan esas resonancias os los recomiendo. Porque además de estar riquísimos son baratísimos.
Pero ya sé que ese triperío a la gente le repugna un poco. No obstante los que sean guarretes, como yo soy, van a disfrutar lo suyo con este plato.