Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

domingo, 27 de julio de 2008

Pensar pronto.

Este post, precedido por este dibujo del Salterio se lo dedico a Nico. EL PEQUEÑO FILÓSOFO.


Nico es mi nieto y es filósofo. Ergo, tengo a quien salir. Es un filósofo precoz puesto que cumplirá cuatro años en noviembre.

Digo que es filósofo porque se hace preguntas trascendentales. Está preocupado con el tema de la muerte. Le preguntó hace tiempo a su madre que si el que muere se hace pequeñito. Y más recientemente que si se puede morir uno sin que lo mate nadie. Si el morir duele. Si se siente miedo al morir, si no muerto, inmediatamente antes. Que cómo se apaña el muerto con la inmovilidad de la muerte. Que no le gustaría morirse. Porque siempre se pone en el caso de ser afectado por tan terrible circunstancia.

El agobio de su hijo agobia a su vez a mi hija, y me transmite su pesar. Me pongo a pensar una respuesta desdramatizadota que no sea anestésica. Lo primero que se me ocurre es la idea de la muerte como descanso. Pero esa la descarto porque menudo susto el de Nico cada vez que tenga sueño ¡ya le cuesta ir a la cama! Luego se me ocurre enmarcar ese preocupante tema en el ámbito de la continua transformación, como la transformación última de cada individuo.

Ya que todo cambia sin parar, él ya ha podido experimentar en sí mismo y en su hermano, que tiene dos años menos que él, como se crece y se transforma uno, y cómo se cambia ostensiblemente. Pero –claro- conservando cierta fisonomía reconocible y la unidad que uno mismo constituye. Por lo tanto cuando alguien muere experimenta un cambio radical y diferente. Disociándose los elementos que lo constituyen. Muchos gaseosos o líquidos se escapan y difunden y otros son expoliados rápidamente por depredadores oportunistas. Pero todos encuentran empleo y encajan en algún sistema.

¿Pero cómo le explicaría yo eso a Nico para que lo pudiera comprender? dijo mi hija. Pues como si se tratara de un Lego. Se supone que tiene un muñeco hecho con piezas de Lego, que va recreciendo, completando y complicando con otras piezas, hasta que por accidente o voluntariamente queda deshecho.

El caso es que con las piezas de la figura deshecha se pueden hacer figuras diferentes sujetas a análogas contingencias o usarlas para completar otras que ya estaban en curso. El primer corolario es que no debe uno preocuparse por la extinción ¡porque no se extingue la propia sustancia ni se puede extinguir! Ahora que ¡a saber cómo, cuándo y dónde aparecen los componentes!

Están las explicaciones religiosas ¡pero se las tiene que creer uno! En cualquier caso parece indispensable desdramatizar la muerte ¡porque si no es una angustia!, aceptándola como un fin natural al que presumiblemente hay que llegar ¡pero sin prisa!

Afortunadamente Nico no está permanentemente preocupado con estos tremendos asuntos, y dirige sus pensamientos a temas más livianos, como por ejemplo las reflexiones que compartió hace unos días con su tío Rafa ante un plato vacío:

-Rafa, ¿hay aquí un filete invisible?

-Puede ser ¿y de dónde sale?

-Pues de una vaca invisible.

-Y eso es difícil ¿no?

-Claro, porque las vacas invisibles no se ven.

Lo que sí podéis ver es a Nico pensando en esta foto.


domingo, 20 de julio de 2008

No estamos solos.

Este post, precedido de este dibujo del Salterio se lo dedico a Isa porque cumple años en la semana que entra. ¡Felicidades!
LOS CIEGOS EUROPEOS.

Con este ambiguo título no me refiero a los invidentes del continente europeo. Ni a la ceguera de los ciudadanos de dicho continente a lo que ocurre en el exterior y en el interior, como es la dependencia económica y militar de los Estados Unidos.
Ni al papel de Europa respecto al tercer mundo, ni viceversa, que no se acaba de ver del todo.
Ni a al resurgimiento abrumador del continente asiático, del que la propia Europa no es más que una península…y que no conseguimos terminar de ver.

¿A qué coño te refieres entonces? Me diréis.

Me refiero, digo, a los supuestos habitantes de Europa, el satélite de Júpiter.

¡Joder! diréis.

Por lo que he leído en el dominical del País puede haberlos. Digo más, sería muy sorprendente que no los hubiera. Veamos:

Comencemos con un circunloquio.

Recuerdo mi estupor cuando con 7 años, más o menos, me dijeron que vivimos sobre la superficie de la Tierra. Ya sabía yo que era redonda, pero jamás hubiera imaginado que anduviéramos por encima de esa esfera como lo hacen las hormigas por encima de una pelota. Yo pensaba que sería por dentro. Que en la esfera habría un plano diametral habitado, con sus campos, sus montañas, sus ríos, sus playas y sus mares. Que por debajo estarían las profundidades de la tierra y del mar y por encima la bóveda celeste, por la que circulaba el Sol por el día y la Luna por la noche.

Bueno, pues de haber habitantes en Europa estos estarían, como yo imaginaba, dentro de ese planeta. Nadando en esa enorme pecera. Con un núcleo central sólido. Cubierta por una hermética cáscara de hielo. Y vivirían a tal profundidad que la oscuridad sería absoluta. De lo que infiero que los europeos en cuestión serán ciegos.

Decían en El País que no había que descartar que hubiera vida ya que parece probado que hay un gran océano que ocupa todo el planeta y actividad volcánica debajo de la superficie helada.

Ergo si la panspermia es una teoría verdadera, está garantizada la vida al haber agua y energía. También está probado que Europa está bombardeada de continuo por cuerpos externos, y muchos de ellos podrían sembrar la vida.

De todo o de casi todo eso tenemos experiencia en nuestro planeta. Porque cuando hay vulcanismo en nuestros océanos, a tres mil metros de profundidad, se desarrolla la vida ¡y en abundancia!

Nuestros fondos marinos más profundos son oscurísimos desiertos privados totalmente de vida. Suelo por debajo y agua por encima y nada más. Ni peces abisales ni nada. Una presión terrible y una oscuridad absoluta. Tan sólo dos circunstancias produce oasis en esos inhabitables desiertos: escapes de hidrocarburos y fumarolas producidas por vulcanismo. En tales circunstancias favorables la cosa cambia. Cuando hay hidrocarburos porque hay alimentos para bacterias y estas, a su vez, alimentan a bichos mayores y cuando hay fumarolas porque hay energía, que también alimenta.

En las fumarolas se producen explosiones de vida. Plancton, algas, moluscos, peces monstruosos y aplastados ¡y luz! Porque muchos de esos bichos tienen la habilidad de las luciérnagas. Por lo tanto, puede que haya vida en Europa porque puede ser, y todo lo que puede ser termina siéndolo.

¿Y humanidad? También puede ser, pero al estilo Nemo.

El que piense que una vida exclusivamente acuática no es lo propio está en un error ¡porque es lo suyo! Lo raro es la vida de secano como la conocemos, que no es tan seca, porque los que vivimos fuera del océano, llevamos uno portátil en el interior. En eso también somos como Europa.


sábado, 12 de julio de 2008

Paradoja principal.

Este post, precedido de este dibujo del Salterio, está dedicado a Elena, que es un espejo de sobrinas, en su cumple.

EL SUJETO ES UNA ASÍNTOTA.


Aquí estamos de nuevo ante una tremenda paradoja: LOS SUJETOS, NO SE PUEDEN NOMBRAR O ES INÚTIL NOMBRARLOS, porque no hay palabras para designarlos o de haberlas son inútiles. Ergo estos príncipes de las oraciones son asíntotas, porque puede uno aproximarse a ellos pero no se pueden alcanzar nunca.

Decimos que toda proposición está compuesta de sujeto y de predicado. Ergo el predicado no es sujeto ni el sujeto es predicado.

El sujeto, que es el protagonista de la proposición, si es un puro sujeto, sin mezcla alguna de predicado, no se puede nombrar, como digo más arriba. Lo que se hace generalmente es poner un predicado en el lugar del sujeto. Veamos si no es así.

No sólo predican los que tienen fama de predicadores, como los verbos, los adjetivos y los adverbios. También predican los nombres y los pronombres. Entiendo que quien esté en el papel del sujeto, cuanto menos predique mejor sujeto será, por eso me parecen mejores sujetos los pronombres que los nombres, porque predican menos. Luego la definición de pronombre al uso no me convence mucho. Porque no es que el pronombre esté en el lugar del nombre. Es el nombre el que está en el lugar del pronombre, cuando de sujetos hablamos.

El sujeto no debe predicar nada, para eso está el predicado, y quien predique es predicado. Si digo p. e. Él come pan, el sujeto es él. O si digo Antonio come pan, el sujeto es Antonio. Pero “él” predica algo del sujeto, dice que se trata de uno sólo, no de varios, y que es alguien masculino, varón o macho y descarta que se trate de alguien femenino, luego “él” es predicado, porque predica. Y ”Antonio” predica aún más, porque además de decir que es uno sólo y que es varón, que no es mujer, dice que se trata de Antonio, no es Pablo, ni José, ni Francisco y que él y sus padres son de lengua española, porque si no sería Antony o Antoine. Luego “Antonio” predica, y por ello es predicado. Ergo el pronombre es un mal sujeto y el nombre peor aún.

Y ¿cómo será un sujeto puro, que no tenga nada de predicado? No hay más que un par de sujetos puros sin mezcla de predicado alguno. Generalmente el sujeto es algo innombrable que no puede figurar en el discurso, porque lo más próximo, como son los nombres y los pronombres, lo describen, aunque sea mínimamente, predican acerca de él, son predicados. El sujeto es un ente misterioso, perteneciente a la realidad, pero que es casi inaprensible por el lenguaje, y ajeno al discurso que, paradójicamente, está presidido por su imagen.

Como lo que nombra a un sujeto lo predica, y no es el sujeto, porque es innombrable, luego si queremos referirnos al sujeto evitando predicados suplantadores lo suyo es señalarlo. Para ello bastaría con una señal, como, por ejemplo esta “>”. Si decimos: "Elena. es una portentosa abogada", el sujeto no es Elena, sino la persona designada con el predicado Elena. El nombre en cuestión es sincope de la proposición “esta persona llamada Elena”. De querer evitar tales predicados, y utilizando –como he dicho más arriba- la señal “>” resultará: "> es ua portentosa abogada”. Pero si el sujeto no está presente tendremos que decir además que “> se llama Elena”. Con lo que se hace uso no de una proposición sino de dos, siendo una de ellas elíptica. Por lo tanto en las proposiciones no hay sujeto que verdaderamente sea un sujeto, sino algo que llamamos sujeto y que verdaderamente es una imagen predicativa del sujeto.

Existe, digamos, el lugar del sujeto.

Y ¿qué hay en el lugar del sujeto?

Hay un PRONOMBRE o un NOMBRE, que no hacen otra cosa que “guardarle el sitio” y predicar indebidamente.

Y, por último ¿cuál es ese excepcional par de sujetos que anuncié antes?

Los pronombres personales en singular de primera y segunda persona YO y TÚ. Si digo P.e.: “Yo como”, “tú comes”. Yo y tú no predican nada. No dicen nada de ti ni de mí. Señalan meramente, y si me apuras ¡ni eso! Porque si digo: “como pan” se sabe que soy yo el que come y si digo “comes pan” se sabe que eres tú y tales pronombres no hacen falta. Ergo el sujeto o es innombrable o si se nombra es inútilmente.



domingo, 6 de julio de 2008

Cainismo volátil.

Este post, precedido de este dibujo del Salterio, se lo dedico a Ana que en esta semana entra en la década marcada por el 3 inicial, que es el número perfecto.LAS GOLONDRINAS.


Ha pasado la primavera, sin que viera una golondrina. Tan sólo la semana pasada vi a dos que estaban en el hilo telefónico que tanto les gusta. Ahora se ven muchas al atardecer planeando en lo más alto. Antes he visto vencejos , y uno de ellos me ha brindado la ocasión de hacer una buena acción, porque hace unos días fuimos a Cardoso de la Sierra y vimos a un pájaro que se revolvía torpemente en el suelo. Estará herido, dijimos, pero a mi se me encendió una lucecita y dije ”voy a ver”. Era un vencejo. Lo cogí y lo lancé a lo alto y salió volando.

No sé por qué será, pero las golondrinas son aves sagradas. Dicen que es porque le quitaban las espinas de la frente a Jesús, pero no creo. Y si Bécquer las pudo sacralizar, en el plano laico, tan fácilmente será porque son tabú.

Fijaos bien, aún en la época en que se comían pajaritos fritos -Sevilla tiene una calle llamada Pajaritos porque en ella había muchas tabernas donde vendían ese manjar- ¡nadie comería golondrinas fritas! A lo mejor son, o se tienen por, ángeles diminutos. En uno de los retablos más bellos que se han pintado: “La Anunciación” de Simona Martini hay unos ángeles con alas que parecen de golondrinas.
No se qué pasa pero las golondrinas tienen un halo de misterio. Nosotros fuimos testigo de un drama de golondrinas. Hace unos años observé en el techo del porche de mi casa, justo en la misma puerta de entrada, unas manchas de barro, y en el suelo muchas más. Me expliqué aquel enigma cuando vi un revolotear de golondrinas. Trataban de hacer un nido ¡y lo lograron! A pesar de que obraban en contra de la gravedad por lo que había mucho más barro en el suelo que en el techo.

Absurdamente toleramos esa situación aunque con no pocas tensiones familiares, porque justo en la entrada de la casa aquello era una guarrería, primero de barro y luego de mierda que caía del nido. Nos fuimos de vacaciones unos pocos días, y a la vuelta había bajo en nido y ante la puerta una enorme montón de estalagmitas de la mierda de los pájaros.

A pesar de no ser ornitólogos pudimos aprender muchas cosas de nuestras observaciones sobre esas aves. Quedó clarísimo que se trataba de una pareja que tras construir su nido, en el que empollaron tres huevos de los que salieron tres crías, de las que veíamos sus ansiosas cabezas, sus voraces picos, con grandes boqueras, que tragaban cuanto aportaban celosamente sus padres que venían volando turnándose al posarse. Huían de nosotros temerosos durante el día, mientras que de noche aguantaban el tipo para mantener caliente a su prole. Todo un ejemplo de abnegación, amor y entrega.

También resultó evidente el cariño y el mimo de los que hicieron gala esos minúsculos padres alados cuando enseñaron a volar a su prole. Se iban los cinco a un cable de teléfonos que cruza la calle, y los instructores se dejaban caer y salían volando para que sus discípulos siguiendo su ejemplo se adiestraran. Todo un despliegue de afecto y armonía.

Pasó el verano y ya en otoño, supongo, se despidieron a la francesa. Nos preguntábamos si volverían en la primavera siguiente. Y volvieron, no sé si las misma o eran distintas.

Apañaron el nido, revoletearon por allí, aparecieron las cabecitas con sus picos con boqueras. También como el año anterior se daban la vuelta ocultando la cabeza y enseñando el culo del que salían proyectiles de mierda (Creo que lo característico de las aves no es tanto el volar, porque todas no vuelan, como el cagar, porque cagan todas).

Observé que uno de los tres polluelos era más grande que sus dos hermanos, porque sobresalía bastante su cabeza y resultaba un poco chulo. El caso es que un día veo que uno de los golondrinos está en el suelo ¿qué ha pasado? ¿cómo se ha caído? Total que resuelvo meterme en donde no me llaman y me dispongo a restituir al golondrino en el nido. Yo había oído decir que a los pájaros de los nidos no hay que tocarlos porque si sus padres lo notan y aborrecen el nido. Así que subido en una escalera, con mucho cuidado y con unas pinzas de la cocina y un palillo de los de los chinos conseguí dejar a polluelo en el nido.

Observamos para ver si las golondrinas aborrecían o no el nido. Pero no parecía puesto que pasaron, como siempre, allí la noche. Al otro día la misma historia, el golondrino en el suelo. Me pareció que el hermano mayor lo arrojaba, supongo, para que hubiera una boca menos ¡qué hijo puta! con la experiencia adquirida lo restituí al nido rápidamente.

A la mañana siguiente vuelvo a ver al golondrinillo en el suelo, pero muerto y atacándole ya las hormigas. En todo el día no vi aparecer los padres por lo que deduje que habían aborrecido el nido y a su prole que sucumbiría en la noche relativamente fría de agosto.

Todo aquello parecía una tragedia, pero es que ¡claro! nos empeñamos en humanizarlo todo ¡qué coño tenemos que intervenir en la vida de los bichos, ni en interpretar nada! A escobazos quitamos lo que quedaba del nido.

En la primavera siguiente ¡volvieron las oscuras golondrinas! Pero no dejamos que hicieran el nido barriendo los pegotes que iban dejando en el techo ¡y forcejearon lo suyo!

Pero al final desistieron.

¡Hasta hoy!