Este pst nº 118 del Salterio se lo dedico a Ana poque vela por las niñas de mis ojos.
Lo que podríamos llamar estética impresionista me resulta muy familiar, ya que en el plano de mi formación artística soy “nieto” de Cecilio Plá, que era amigo y “correligionario” de Joaquín Sorolla. Ya que mi maestro, Manuel Gutierrez Navas era discípulo de Don Cecilio.
Plá y Sorolla, así como Sargent y Zorn prolongaron y perfeccionaron la estética impresionista cuando ya se había pasado la página del Impresionismo y cuando el Postimpresionismo había seguido por otros derroteros, apartándose cada vez más de sus raíces.
Pero Plá, Sorolla, Sargent y Zorn fueron discípulos remotos de Velázquez. Remotos en el tiempo e inmediatos en el estilo.
Del mismo modo que hay dos Wittgenstein, hay dos Veláz
quez. Los jóvenes y precisos del “Tractatus” y del “Aguador de Sevilla”. Y los mayores e imprecisos de las “Investigaciones Filosóficas” y de “Las Meninas”.
El primer Velázquez es la continuación, más o menos provinciana, del primitivismo flamenco (que de primitivo no tiene nada) y el último Velásquez el precursor de los Impresionistas y de los seguidores mencionados.
El primer Velásquez “debía enfocar mucho” y el último debía “desenfocar del todo”.
Ahora, para seguir, debemos meternos en un buen berenjenal.
Es tópica la comparación entre los ojos y las cámaras de fotos, de cine, y de vídeo. Esas cámaras tienen una configuración que posibilita su función y también un material sensible a la luz, sin el que la captación de imágenes sería imposible.
En el ojo el componente sensible es la retina. Compuesta de células visuales que son de dos clases:
Bastoncillo que necesitan poca luz para funcionar y captan muy bien el movimiento y muy mal los detalles y el colorido. Y los conos que necesitan mucha luz y captan muy bien los detalles y el colorido.
Unos y otros están repartidos por la retina. En la periferia predominan los bastoncillos y por el centro los conos. Especialmente en un punto, la mácula, que es la encongada de la “agudeza visual” donde están hacinados los conos y actúa como un superojo dentro del ojo que lo escanéa todo, suministrando datos a la memoria. Con lo que uno no ve propiamente lo que pasa, sino que “lee” lo que tiene delante como si fuera un libro.
Para pintar cuadros como los del segundo Velásquez o Sorolla y compañía la mácula es un mal aliado, porque impide ver en conjunto, ya que ofrece una sucesión de detalles agudamente enfocados que, como he dicho, suministran datos a la memoria con lo que se forma una imagen mental. Pero nunca una imagen visual del panorama que se tiene delante de los ojos. La mácula siempre compara entre dos cosas y en los cuadros de estos autores la comparación afecta a una infinidad de elementos jerarquizado en gamas extensísimas que son simultáneamente cromáticas y de claroscuro.
¿Qué hacer entonces para ver panoramas globalmente?
Inhibir la mácula.
Y ¿cómo se inhibe?
Entornando los ojos.
Porque al dejar pasar poca luz la mácula deja de funcionar. Y entonces aparece una escena, como dice mi discípula Irene, con una jerarquía de valores de claroscuro que resulta muy real y con una gran ausencia de detalles.
Un buen ejemplo de cuadro donde se evidencia lo que estoy diciendo es la “Villa Medici” de Velázquez.
Hay una enfermedad que afecta a mucha gente, sobre todo a personas mayores, que es la degeneración macular que consiste en el deterioro de la mácula, distorsionando la visión y disminuyendo la agudeza visual. Con lo que, por ejemplo, se dificulta mucho la lectura y produce de un gran malestar en la mayoría de los que la padecen.
El caso es que me gustaría saber cómo ven realmente las personas que sufre degeneración macular. Porque es posible que tal afección que supone una infradotación para leer podría suponer una superdotación para pintar del modo en que lo hacían los referidos maestros.
La verdad es que no me parece necesario tanto detalle ni tanta luz. Y de ser cierta mi sospecha, para esta gente atormentada podría suponer un gran consuelo pintar cuadros según la referida estética emparentada con Velázquez y con el Impresionismo.
Claro que no basta tener la mácula jodida. Además habría que saber pintar. Pero yo podría enseñarles.
El primer Velázquez es la continuación, más o menos provinciana, del primitivismo flamenco (que de primitivo no tiene nada) y el último Velásquez el precursor de los Impresionistas y de los seguidores mencionados.
El primer Velásquez “debía enfocar mucho” y el último debía “desenfocar del todo”.
Ahora, para seguir, debemos meternos en un buen berenjenal.
Es tópica la comparación entre los ojos y las cámaras de fotos, de cine, y de vídeo. Esas cámaras tienen una configuración que posibilita su función y también un material sensible a la luz, sin el que la captación de imágenes sería imposible.
En el ojo el componente sensible es la retina. Compuesta de células visuales que son de dos clases:
Bastoncillo que necesitan poca luz para funcionar y captan muy bien el movimiento y muy mal los detalles y el colorido. Y los conos que necesitan mucha luz y captan muy bien los detalles y el colorido.
Unos y otros están repartidos por la retina. En la periferia predominan los bastoncillos y por el centro los conos. Especialmente en un punto, la mácula, que es la encongada de la “agudeza visual” donde están hacinados los conos y actúa como un superojo dentro del ojo que lo escanéa todo, suministrando datos a la memoria. Con lo que uno no ve propiamente lo que pasa, sino que “lee” lo que tiene delante como si fuera un libro.
Para pintar cuadros como los del segundo Velásquez o Sorolla y compañía la mácula es un mal aliado, porque impide ver en conjunto, ya que ofrece una sucesión de detalles agudamente enfocados que, como he dicho, suministran datos a la memoria con lo que se forma una imagen mental. Pero nunca una imagen visual del panorama que se tiene delante de los ojos. La mácula siempre compara entre dos cosas y en los cuadros de estos autores la comparación afecta a una infinidad de elementos jerarquizado en gamas extensísimas que son simultáneamente cromáticas y de claroscuro.
¿Qué hacer entonces para ver panoramas globalmente?
Inhibir la mácula.
Y ¿cómo se inhibe?
Entornando los ojos.
Porque al dejar pasar poca luz la mácula deja de funcionar. Y entonces aparece una escena, como dice mi discípula Irene, con una jerarquía de valores de claroscuro que resulta muy real y con una gran ausencia de detalles.
Un buen ejemplo de cuadro donde se evidencia lo que estoy diciendo es la “Villa Medici” de Velázquez.
Hay una enfermedad que afecta a mucha gente, sobre todo a personas mayores, que es la degeneración macular que consiste en el deterioro de la mácula, distorsionando la visión y disminuyendo la agudeza visual. Con lo que, por ejemplo, se dificulta mucho la lectura y produce de un gran malestar en la mayoría de los que la padecen.
El caso es que me gustaría saber cómo ven realmente las personas que sufre degeneración macular. Porque es posible que tal afección que supone una infradotación para leer podría suponer una superdotación para pintar del modo en que lo hacían los referidos maestros.
La verdad es que no me parece necesario tanto detalle ni tanta luz. Y de ser cierta mi sospecha, para esta gente atormentada podría suponer un gran consuelo pintar cuadros según la referida estética emparentada con Velázquez y con el Impresionismo.
Claro que no basta tener la mácula jodida. Además habría que saber pintar. Pero yo podría enseñarles.
Villa Medici de Velazquez.