EL ARCA DE NOÉ.
Iba a contarle a mis nietos la historia del Diluvio Universal, pero la versión oficial conforme con El Génesis me pareció tan truculenta que preferí tunearla un poco. Por otra parte vi en la casa que tiene mi amiga Carmen en San Feliú de Guixols una estampa Noé en su Arca que me dejó prendado. Con ambas cosas hice este post.
El
caso es que, según dicha historia, en la antigüedad más remota empezó a llover
horriblemente. Llovió continuamente, noche y día durante cuarenta días y
cuarenta noches. Pero para tan gran catástrofe no me parece que durara mucho.
Crecieron
los ríos. Se iban inundando pueblos enteros y el agua iba subiendo y subiendo,
entraba en las casas, llegando a los tejados hasta que se las tragaba completamente.
Los
campos desaparecieron y en su lugar se
formaron lagos de los que sobresalían matas que eran los extremos de las copas
de los árboles más altos, Y luego también desaparecían bajo las aguas
formándose un mar cubierto de nubes oscuras de las que caía una lluvia espesa
sin parar.
Desaparecían
los animales y la gente y en esa especie de mar subía y subía la marea
inundándolo todo. Las partes más altas de las montañas parecían islas que según
llovía se iban reduciendo hasta desaparecer bajo las aguas.
Noé
que era un viejo que vivía en lo alto de un monte se olió la tostada y dijo ¡A
mí esta tormenta no me pilla! De modo que les dijo a los vecinos del pueblo:
Vamos
a construir un barco enorme, y nos vamos a meter dentro con nuestras cosas y
nuestros animales y así nos salvaremos.
Y
dijo otro vecino:
Si,
pero con la que está cayendo se va llenar de agua y se va a hundir ¡Y nos vamos
a ahogar todos!
¡No
hombre no! que le ponemos paredes y un techo.
¡Pues
va a parecer un arca!
Pues
eso ¡el Arca de Noé!
Y
dicho y hecho. Se pusieron manos a la obra. Y en el mayor granero que tenían
empezaron a construir un barco con las maderas de las casas que iban
deshaciendo.
Trabajaron
día y noche y en menos de una semana tenían hecho un barco gigantesco de varios
pisos con tejados, ventanas y rampas interiores.
En
todo ese tiempo no había parado de llover y el agua iba subiendo. Y se
encontraron todos, personas y animales apretujados en una pequeña isla, que es
lo que quedaba de esa montaña. Y en lo más alto de la isla estaba el granero
con el Arca de Noé dentro.
Por
una rampa fueron subiendo los animales llevados por las personas. Y también
iban metiendo los sacos de harina, de arroz, de legumbres y canastas de verduras y de frutas.
Y
en esto que aparecen los lobos, los zorros y otras fieras.
Y
qué hacemos con estos ¿los abandonamos?
¡No,
hombre no!
¡Pero
es que nos van a atacar a nosotros!
Pero
¿no veis lo asustados que están?
Luego
aparecieron tigres y leones chorreando de agua y pidiendo por favor que los
dejaran subir.
¿Qué
hacemos?
Mira,
dejarlos subir que se van a portar muy bien ¿Os vais a portar bien?
Y
todos decían que sí con la cabeza.
Ya
el agua estaba llegando al borde de la rampa cuando aparecen unos elefantes,
unos hipopótamos y unos rinocerontes.
¡Si
es que no cabéis ya!
Que
si hombre ¡que si cabemos!
Pero
¿es que hablan los elefantes? dijo Noé.
¡Pues
ya ves! dijo su nieto.
Estaba
el arca abarrotada. No cabía ya ni una mosca y en esto que aparecen unos
cocodrilos con cara de querer colarse. Y Noé les dijo :
No
majos. Vosotros os vais nadando ¡Que ya está bien!
Subidos
en el techo del Arca de Noé unos vecinos desmontaron el tejado del granero.
Mientras que retiraron la rampa de entrada y el agua entró a borbotones
reventando el granero. Y el Arca de Noé empezó a flotar perfectamente y a
navegar en medio de la tormenta sobre un océano en el que no se podía ver ni un
palmo de tierra firme.