HORROROSO.
Vivimos en un mundo tan enloquecido que estoy asustado.
Parece que no ha pasado nada. Y están pasado cosas terribles:
Cuando aún seguimos sumidos en un tremendo colapso económico, tenemos una nueva guerra en la puerta de casa, en la que también estamos involucrados y un desastre nuclear, cuyos ecos noticieros se apagan, porque cuesta mucho permanecer en portada, pero cuya gravedad crece hasta extremos incalculables.
Todo esto tiene un denominador común: vivir por encima de nuestras posibilidades. Porque al necesitar muchas cosas para usarlas y tirarlas rápidamente se requiere mucha materia prima ¡y mucha energía!
La energía masiva sale principalmente del petróleo y de vender el alma al diablo. Es decir, de la energía nuclear.
El petróleo sale en una importante proporción de un desierto islámico sometido con el que occidente tiene un entendimiento funcional.
Pero ¿qué coño ha pasado con Libia?
Pues que Gadafi reprime brutalmente a su pueblo que se ha revelado. Y como, aparentemente, los rebeldes no pueden ganar reciben ayuda exterior en forma de bombardeos que están hundiendo al país ¡pues con amigos así no se necesitan enemigos!
Y se pretende que es una ayuda humanitaria y desinteresada, en la que el petróleo no tendrá nada que ver, puesto que ni se menciona. Y en la que, no se olvide el detalle, nuestro estado participa con el asentimiento general.
En Japón ha pasado lo que, más pronto o más tarde tenía que pasar ¡y que volverá a pasar, posiblemente! Y se está dando el sarcasmo horroroso de que habitantes de Fukusima huyen a refugiarse a Hiroshima. Luego ¡no hay que desanimarse! Porque puede que llegue el día en que Fukusima sea un refugio seguro.
¿No es para estar asustado?