Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

domingo, 23 de noviembre de 2008

La funcionalidad del arte.

Este post, precedido de este dibujo del Salterio, se lo dedico a mi amigo Ignacio, que coincidimos hace unos días en la reciente presentación a la que me refiero hoy, y me dijo que me sigue cada semana. PRESENTACIONES.


Hace unos días fui a la presentación de un libro de Leguina.

Mientras que estaba allí sentadito me acordé de otra presentación a la que también asistí, hace unos cuantos siglos.

Fue en la, ya desaparecida, Librería Cultart, semiesquina a la Glorieta de Quevedo. Era famosa esa librería por el drenaje de libros que hacía la ilustrada progresía de la época, a la que pasar por caja le producía alergia. Por lo que terminaron por cerrarla.

En el sótano tenía parte de la librería y una sala de exposiciones.

En dicha sala había una exposición mía. Realmente una instalación formada por módulos serigrafiados en azul sobre blanco, de los que hay una imagen al final de este post.

Al ladito mismo de esta sala se hizo la presentación. No recuerdo ni el título del libro ni el nombre del autor. Tan sólo me suena que el tema era europeista.

Yo había ido a mi expo para recibir a los amigos que pudieran ir, y ojeaba libros por echar el rato en la parte de la librería, a la que iba llegando gente para asistir a la presentación. Y venga a llegar gente, y a petarse aquello. Mientras que mi sala, muy iluminada en contraste con la penumbra de la librería, permanecía totalmente desierta ¡no entraba nadie!

La verdad que cualquier otro le hubiera desmoralizado aquello, pero a mí no. A mi es que esas cosas no me desmoralizan. Pero sí me llamaba la atención porque estaba fallando la física de los vasos comunicantes al permanecer un espacio lleno y otro vacío a pesar de estar comunicados.
Comenzó el acto en aquel espacio abarrotado de público. Se desarrolló brillantemente. Grandes y entusiastas aplausos al final. Y alguien dijo gritando:

¡Vamos a hacernos unas fotos!

¿Adónde?

¡En el OP ART!

Y entraron en tropel en mi exposición. Que se llenó hasta los topes. Y allí estuvieron posando y haciendo fotos tan contentos.

Llevaban toda la razón ¿Qué sentido tiene entrar en una habitación con pinturas o sin ellas sólo para mirar? ¡Ninguno! Siempre que voy a un museo me sorprende ver que están las paredes repletas de cuadros, que contempla la gente embobada y reverente ¡Los museos son casas gigantescas donde no vive nadie y se llena de mirones!

Si se entra en una habitación es para habitarla, es decir, para usarla. Y un uso excelente de una habitación debidamente configurada es hacerse fotos.

Porque para hacerse buenas fotos se necesita un sitio aparente y aquel lo era.


domingo, 16 de noviembre de 2008

Escatología ferroviaria.

Este post, precedido por este dibujo del Salterio, se lo dedico a Lugán. MEAR EN EL TREN.



Hace unas pocas semanas estrenamos el AVE de Barcelona.

Pasamos primero por los yesos y evaporitas del este de Madrid. Que tienen la emoción de ser el fondo del mar tropical que hubo en Madrid, cuando “vaya, vaya que aquí si que hay playa”. Claro que de esto ya hace tiempo. Del orden de 300 millones de años ¡Pero el fondo seco de ese mar permanece! como elocuente testigo, que hay que saber escuchar. Como cuando se sale por carretera por el norte y se ve que el Pico de la Miel está encaramado en el borde de un enorme valle glacial, que se descubre por el perfil en forma de U y por los pedrolos de la morrena que están por allí desperdigados ¡Menudo Perito Moreno teníamos por aquí!

Pero volviendo al ferrocarril, parece mentira lo poco que tienen que ver los trenes AVE con aquellos trenes correos arrastrados por locomotoras de vapor. El caso es que parece que fue ayer cuando viajaba en ellos.

Aquellos viajes eran interminables y aburridísimos y la rutina la rompía momentáneamente un policía secreta franquista que iba pidiendo que le enseñaran los DNI. Pero claro, esa distracción duraba poco. Y la conversación con los colegas más, pero también se agotaba. Era muy aburrido.

Me contaba mi amigo José Luis Díez que a la vuelta a Madrid después de unas Navidades en casa, a las tres de la mañana, en la eterna parada en Alcázar de San Juan, en el vagón de tercera abarrotado, con los pasillos llenos de gente durmiendo. Resultaba imposible salir del disputado asiento para mear. Un joven pasajero como pudo se encaramó en el asiento, o donde fuera, se la sacó por la ventanilla y se puso a aliviarse cuando oyó unas airadas protestas del exterior.

Y es que, con tan mala fortuna ¡quién lo iba a imaginar! pasaba por debajo en ese momento, un operario de RENFE, haciendo su trabajo en aquella gélida madrugada. Que consistía en ir golpeando con su martillo, de largísimo mango, las ruedas del tren para descubrir por el sonido aquellas que pudieran estar dañadas. Y claro, recibir de pronto, sin que se lo esperara, esa cálida y humeante lluvia de oro no le hizo ninguna gracia, y de ahí sus exclamaciones e improperios.

Ahora todo es distinto ¡esto ya es el primer mundo! Y desde luego lo mucho que ha cambiado este país, también se nota en cómo se mea en el tren.



Cuando entré en ese pequeño retrete del AVE me quedé de piedra. El excusado hubiera podido ser una legítima obra de Lugán. Consiste en un perfecto cono de acero inoxidable. Y al pulsar el botón descubro cuatro diminutas espitas por las que salen silbando roncamente cuatro ángulos de un líquido azul retinto. No ultramar sino más bien azul de Prusia. Se tiñó rápidamente aquel cono. Luego fue cayendo el líquido en el vértice. Y de pronto una ruidosa absorción lo hizo desaparecer súbitamente.

Evidentemente Marcel Duchamp había sido noqueado completamente por esa estética más propia de Lugán. El paralelismo es doble. Entre este retrete luganiano y la famosa “Fontaine” de Duchamp. Y digo doble porque Duchamp y Lugán se parecen muchísimo, como puede apreciarse en las siguientes fotos:




Este es de Duchamp


y este es Lugán



Me diréis que el retrete del AVE no lo construyó Lugán ¡Anda! Ni el urinario empleado para la fontaine lo construyó Duchamp.

Y me diréis además que Lugán no se “apropió” de aquel objeto como obra suya. Pues sí que se apropió, porque le conté la historia y asumió esa paternidad.

De lo que doy fe.
Esta es la Fontaine de Duchamp

Y este el inodoro del AVE


*Cliqueando en Lugan en rojo sale el post correspondiente.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Un realismo más real.

Este post, precedido por esta imagen que no es del Salterio, pero como si lo fuera, está deicado a Bernarda y a Pedro. EL COLOR QUE ESTÁ DE MODA.



Barack Obama ha puesto de moda lo moreno. Y ha puesto de moda América del Norte entre los progres. Y ha sacado de escena al KKK.

Se dice que es el primer presidente negro. Y no es verdad. Porque este señor no es negro, negro es su padre, y blanca es su madre. Él es, mestizo. Luego es perfectamente lógico que un país que es mestizo, tenga un presidente mestizo ¡Es lo que pasa siempre! Los países con mayoría de blancos tienen un jefe de estado blanco, los de negros los tienen negros, los amarillos, amarillos, etc. El caso es que USA ha dado una lección al mundo, por hacer (dejar de no hacer) lo que procede.

Claro que nada de esto es cierto, porque los negros no son negros, sino tirando a marrón. Ni los blancos son blancos, sino rosita y los amarillos rosita como los blancos.

Y queramos o no, nos metemos de lleno en el tema del racismo.

Me leí una vez en Alianza el libro de Paulette Marquer “Las razas humanas”.

Creo recordar que en ese libro se dice que efectivamente se puede hablar de razas, como tipologías humanas referidas a la geografía física. Pero como la gente viaja se forman unos batiburrillos de difícil seguimiento. Aparte de que las razas son el efecto de los viajes de las poblaciones.

Desde luego las razas de las que se habla en ese libro no tienen nada que ver con las razas del racismo, porque hay muchas razas de gente con la tez clara, y muchas con la tez oscura, por lo que el color de la tez ayuda poco a la taxonomía. Las razas tienen más que ver con las épocas en las que se perfilaron.

Todas las razas se cree que proceden de lo que se llama una “población salvaje”. Que es la que carece de rasgos generales, sino que los tiene de todas las clases. Tiene un aspecto muy parecido a la población formada gente de todas las razas que vinieran mezclándose desde hace mucho tiempo.

De una población salvaje se decantan las diversas razas. Se supone que la población salvaje de la que proceden las diversas razas humanas existió, y creo que existe aún, en el nordeste de África, por Etiopía y Sudán.

La primera raza que se decantó viajó por el sudeste de Asia y terminó en Australia, dejando un rastro de razas emparentadas.

La siguiente, con su racimo de razas correspondiente, llegó al este de Asia y de allí a América.

La siguiente, con su estela, llegó a Europa, y de ahí a América.

Y la más moderna de todas, no debe tener mucho más de 10.000 años, es la de los negros de África ¡Hace 10.000 años, seguramente, no había negros en África, ni en ningún sitio! Sus muchas variedades desplazaron a poblaciones africanas de otras razas, como los bosquimanos. Ya en época histórica se ha extendido por América y ahora podemos ver como se extiende por Europa.

Con esto quiero decir que el tema de las razas es muy complicado y tiene poco que ver con el racismo, que es una teoría peregrina y carente de fundamento.

El racismo, además de cruel y despiadado es bastante ridículo. Por eso me indigna. Sobre todo por lo que tiene de estúpido. Hombre si a causa de mi raza (ibérica de pata negra) me estuvieran tocando continuamente los cataplines estaría más jodido. Como una vez en Paris cuando un gabacho gilipollas señalaba mi piel y se sorprendía que fuera tan oscura y me miraba por eso por encima del hombro ¡será cabrón!

Los racistas tienen una lógica tan estúpida, por ejemplo: dice de Obama que es negro. Pues es tan negro como blanco. Porque si el padre es negro y la madre es blanca, será de los dos ¿o no? Parece que blanco es el que no tiene nada de negro y negro tanto el que tiene un poquito como el que lo tiene todo ¡pues vaya una lógica!

En este país estamos poco entrenados en temas de racismo ¡Había tan pocos negros hasta hace poco! Aunque ya son frecuentes.

La primera vez que vi a un negro era yo un chaval. Antes había visto dibujos, fotos, películas y al rey Baltasar en la cabalgata de de los reyes magos, que estaba tiznado con corcho quemado. Pero ese primer negro, que vi realmente, era un marinero brasileño que había llegado a Huelva en uno de esos saraos colombinos que congregaba a barcos de las armadas de muchos países americanos. Estaba rodeado de chiquillos con la boca abierta de verlo con ese color de chocolate, y lo tocaban, a ver si desteñía, supongo. Aquel hombre comprendía el asombro inocente de los chicos y no se molestaba y satisfacía amablemente la curiosidad que despertaba.

Tengo que decir por último que si conozco a un negro, y sobre todo si es amigo mío, ya no le veo cara de negro. Porque ser negro –supongo- es una cualidad general, absolutamente incompatible con lo particular ¡Tampoco veo, por ejemplo, que mis nietos sean blancos! Es que es una chorrada, de verdad.

A ver si el fenómeno Barack Obama sirve también para ir soltado esta empanada racial.









domingo, 2 de noviembre de 2008

Peor el remedio que la enfermedad.

Este post, precedido de este dibujo del Salterio se lo dedico a Carmen y a Manolo, testigos de estos hechos.
EL CASO DE LA BOLSA ENSANGRENTADA.

Poco después de que se hubiera desatado una gran tormenta, corría por un pasillo del Instituto una profesora de bata blanca que llevaba colgando de una mano una ensangrentada bolsa de plástico.

A consecuencia del meteoro se formó un gran charco en una de las azoteas al quedar obstruido un sumidero, situado en una esquina, a menos de un metro del borde. Providencialmente visitaba la casa el aparejador del ministerio y se le pidió que solucionara el problema.

Tales azoteas carecen de acceso directo, de modo que subió el aparejador por una empinada escalera de hierro seguido de un conserje de corpulenta humanidad propia de su anterior profesión. Había sido madero.

Ya en la cumbre se podía ver un hermoso charco formado en la cóncava cubierta con el desagüe evidentemente obstruido. ¿Tiene usted un palo? Preguntó el aparejador al conserje. Este respondió afirmativamente y bajó raudo, volviendo al instante no con un palo sino blandiendo con ligereza una larga y gruesa barra de hierro.

Se aplicó con determinación a la tarea, hundiendo con vigor repetidas veces la barra en el agujero. Enseguida empezó a correr el agua y a los pocos minutos desapareció completamente. Sentenció el aparejador:

¡Ya está resuelto el problema!


* * *

¡¿Qué pasa?! Le preguntaron a la profesora que corría.

¡No sé!, dijo.

Contó que estaban haciendo prácticas de disección en un laboratorio, y del cuarto de al lado partió un terrible estruendo. Acudió a la puerta de dicho cuarto y nada más abrirla ¡se inundó todo!

AHORA PODREIS EJERCER DE SABUESOS.


¿Qué os parece que ocurrió?

Salvo un pequeño detalle ya tenéis los mimbres necesarios. Pensad. Podéis confrontar vuestras sospechas con la solución que os doy a continuación, puesto que este se trata de un hecho real.

SOLUCIÓN.

Lo que había ocurrido es que el desagüe de la azotea hacía un codo que con leve inclinación conducía el agua al exterior. Y el conserje había perforado la tubería y el propio techo cayendo toda el agua embalsada dentro del edificio.

La profesora recogió el material de su práctica apresuradamente antes de abandonar el laboratorio. Por lo que llevaba en la referida bolsa los restos de la rata que estaban disecando.

El único indicio que faltaba es el relativo a la rata. Pero claro, lo más probable es que la víctima propiciatoria de un modesto laboratorio, como es el de un instituto, fuera uno de esos sufridos roedores.

Elemental querido Watson.