Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

domingo, 22 de noviembre de 2009

Mayoría de edad.

Este post nº 142 del Salterio se lo dedico a Nico, en su 5º cumple. Lo que significa mayoría de edad, juicio y razón. 5 AÑOS.



Hoy Nico, que es mi nieto mayor, cumple 5 años. No se lo que este hecho significa o significará para él. Pero sé perfectamente lo que significa para mí.

Significa que al cumplir 5 años crucé el ecuador de mi vida porque la divide en dos partes perfectamente diferenciadas.

La primera comprende desde mi nacimiento (hecho trascendental del que no tengo ningún recuerdo) hasta los 5 años. Y se caracteriza por tener nítidos recuerdos flotando en la inconsciencia.

Y en la segunda, desde mi primer lustro hasta hoy, los recuerdos se encadenan perfectamente.

Como regalo de cumple le he hecho un libro que reproduzco a continuación. Que no es propiamente una sorpresa porque me lo ha pedido, pero que hasta hoy no ha visto, aunque me ayudó a encuadernarlo. Ya que primero lo encuaderno y luego lo dibujo.

Su petición está motivada porque a su hermano Jorge le hice uno cuando cumplió 2 años. Y no se conforma con menos. El libro de Jorge también lo podéis ver si cliqueáis en el asterisco rojo *









































domingo, 15 de noviembre de 2009

Historias Sagradas

Este post, nº141 del Salterio se lo dedico a Sole.

GIGANTES Y CABEZUDOS.

Creo que deberían suprimir la asignatura de historia de todos los planes de estudios. La historia-historia, la historia del arte, la historia de la literatura, la historia de la filosofía, la historia de la ciencia ¡porque todas son historias sagradas! Es decir historias falsas. O, en su defecto, englobarlas todas en la Historia Sagrada.

La historia suele ser la descripción ordenada cronológicamente de hechos trascendentales con sus autores o responsables correspondientes. Cosas maravillosa hechas por gente maravillosa. Maravillosamente buena o maravillosamente mala. Todo depende del lugar que ocupe el historiador.

Son hechos y personajes sacralizados. Colocados en luminosos altares, si son buenos. O en lóbregas mazmorras si son malos. Y se da el caso que los que están el altares en unos países, en otros están en las mazmorras, y al revés.

Porque lo sagrado es lo que se ha decretado indiscutible dentro de un ámbito cultural. Y no sólo en el plano religioso ¡en todos los planos! Por eso no entiendo que se pueda ser ateo y a la vez creyente en los personajes históricos. Porque si no hay que creer en Dios ¿por qué habremos de creer en todos esos dioses menores que son los inmortales?

Aparte de otros inconvenientes lo que más me fastidia es que ante tales gigantes y cabezudos los que somos gente corriente quedamos empequeñecidos. Como efecto de una ilusión óptica tan desfavorable.

Esos patrones establecidos no han sido concebidos sólo para decorar sino principalmente para ser imitados, en una misión imposible. Pero tal situación no es, como parece, absurda porque tiene un fin: el de someter, aunque sea fastidiando.

Esa carambola, a la que nos prestamos con gran docilidad, es el plan trazado por una elite que nos tiene en un puño, o bajo su bota. Y ¿la odiamos por eso? Pues no. Sino que adoramos y nos matamos por imitarla.

Reconozco que soy un demagogo de cojones. Pero no lo puedo remediar. Ni tampoco quiero.


domingo, 8 de noviembre de 2009

¡Viva el estío!

Este post nº 140 del Salterio se lo dedico a los que como yo prefieren el infierno, porque seguro que el el cielo hace frío. HAY QUIEN PONE AL BUEN TIEMPO MALA CARA.


Mucha gente es de natural siesa. Ante un tiempo espléndido pone unos morros hasta el suelo. Esa gente agorera dice: “Me gusta lo natural: que haga calor en verano y frío en invierno” “Este caluroso otoño es impropio”

¡Pues a mí no me gusta eso! A mí me gustaría que siempre hiciera buen tiempo. Los años más felices de mi vida fueron los tres que pasé en Puerto Rico. Y cuando veníamos de vacaciones era verano ¡Tres años seguidos de verano! ¡¡Qué felicidad!!

Que si en Madrid no hay primavera. Que si el otoño madrileño. A mí el otoño que me gusta es el de este año. Que es casi como un verano. No ese agónico verano de San Martín o del membrillo. Nos hemos metido en la segunda semana de Noviembre con un tiempo fenomenal. Ni siquiera me ha importado este año que cambiara la hora. Con el perverso fin de que se haga de noche más pronto.

Aún tengo medio melón en la nevera. Es todo un síntoma, porque en verano como casi exclusivamente melón de postre. Mientras que en otra estación sería incapaz. Y el que haya llegado el melón tan lejos es, como digo, sintomático.

La mejor explicación –para mi gusto- del clima en las estaciones la ofreció en la tele un “hombre del tiempo”: Dijo más o menos que, como se sabe, lo característico del invierno es el frío y del verano el calor. Mientras que -¡y esto no se sabe!- lo característico de la primavera y del otoño es que se intercalen días de invierno y días de verano. Ergo si en estas estaciones de transición hace frío o hace calor, hace lo que tiene que hacer. La diferencia entre ambas es que una desemboca en verano y la otra en invierno.

Este año el otoño se ha portado divinamente al inclinarse tan sostenidamente al verano. El frío llegará ¡es inevitable! pero por lo menos hemos podido disfrutar de un tiempo muy benigno. Y queda menos para la llegada de la primavera, en el sentir de los chinos, que comienza en Febrero. Donde, no lo olvidemos, “busca la sombra el perro”.

No ha empezado aún, pero no veo la hora de que se acabe el invierno.


domingo, 1 de noviembre de 2009

Póstumos laureles.

Este post nº 139 del Salterio, que sale el Día de Difuntos, se lo dedico a la gente gótica. LAS VIUDAS BLANCAS.


Es de sobra conocida la existencia de las viudas negras. No tengo que insistir en ello. Pero pasan totalmente desapercibidas las viudas blancas.

Me hizo caer en la cuenta mi amigo Julián en el funeral de un amigo común, excelente pintor. Vaticinó que pronto nuestro amigo tendría un museo -como así va a ser- y un lustre aún mayor del que tuvo en vida. Todo gracias a su viuda. Antes amable sombra, pero ahora brilla como la luna alumbrada por un sol oculto.

No sé dónde me enteré que para ser inmortal es condición indispensable haber muerto. Y a lo mejor estas blancas viudas al ver tal condición cumplida se disponen a iluminar a sus compañeros con la llama de la gloria. Avivando los rescoldos del indudable prestigio insuficientemente reconocido. Y seguramente se sienten reconfortadas al reducir un poco la terrible soledad sobrevenida.

No hay que confundir a estas viudas supervivientes con esas jóvenes viudas, tan conocidas, que acogieron en sus turgentes senos a los seniles genios. Que al pasar a mejor vida las dejan instaladas en el Olimpo. Y, a lo mejor, disfrutando de rentas póstumas.

Las viudas blancas están fuera de toda sospecha, ya que por pura abnegación llegan a realizar titánicos esfuerzos. Que resultan sorprendentes ya que suelen presentar un frágil semblante.