Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

viernes, 25 de mayo de 2012

Estar de viaje.

 Este post no debiera hacerlo yo, sino -como veréis- mi hija Ana.



Desde hace tiempo tengo la costumbre de hacer un cuaderno cuando salgo de viaje.
Los primeros eran rudimentarios y poco expresivos, no obstante los conservo. Poco a poco han ganado en tamaño, calidad del papel, encuadernación, etc. Tenían exclusivamente dibujos, pero viendo los de Ana les añadí referencias nemotécnicas y cosas, como mapas, itinerarios, entradas a museos, tiques de aviones, trenes o autobuses, tarjetas de restaurantes y hoteles etc. No suelo poner fotos porque las pego en álbumes que fabrico especialmente. Aunque a veces no llego a sacar copias en papel y las fotos no llegan a salir del estado virtual.



 Es raro que saque un cuaderno de viaje y me ponga a verlo, pero son muy útiles cuando le estoy aconsejando a alguien respecto a un viaje que está planeando y que yo ya hice. En momentos el viaje no es más que el ingrediente indispensable del cuaderno.


Hacer fotos es retener, inútilmente, lo que inevitablemente ha de pasar. Dibujar es distinto, porque dibujar ayuda a comprender lo que se está viendo ¡Es que si no hago un dibujo parece que no me entero! Es decir, aprender, aprehender, apropiarse de lo que se está viendo. Los papelillos impresos que se pegan en el cuaderno son huellas, pruebas irrefutables de que "se ha estado" y pequeños desgarros de una realidad de la que uno va a ausentarse. Como la ropa y las cosas que se compran. Nunca compramos recuerdos-recuerdos. Ni vamos a sitios especiales. Simplemente vamos por la calle, entramos en los sitios haciendo como si fuéramos de allí. Y vamos a museos, que es el trabajo del turista. 


A mí me gusta ir a los museos, sobre todo, porque en mi época de estudiante vi infinidad de reproducciones de cuadros, esculturas y edificios y claro, eran de mentira. Y además las reproducciones de la época eran en blanco y negro y un poco desvaídas y además es que no te haces idea, porque los textos de los libros siempre lo explican fatal. Por ejemplo yo había leído con gran atención en el Summa Artis, nada menos,  las obras del Camposanto de Pisa. Las conservada más o menos maltrechas y las destruidas por los americanos en la 2ª Guerra Mundial. Y yo pensé que sería el cementerio de Pisa ¡pues no! sino que es patio rectangular porticado inmenso de un gótico sui géneris cuyos arcos son de medio punto, aunque disfrazados con nervaduras ojivales. Otra vez cuando estudiaba para unas oposiciones el arte precolombino, mejicano o los bronces chino ¡pues no me entraban! y cuando los he visto de verdad lo he asimilado todo perfectamente, lo que he visto y lo que me ha quedado por ver.


Lo que me gusta de viajar es que todo se trivializa. Ve uno reproducidas figuras mayas, o egipcias, o chinas y parecen tan extrañas, tan fuera de este mundo nuestro. Pero si se ven en su sitio ¡parecen realistas! vulgares, se podría decir, habituales. No de otro mundo, sino de este mundo. Ergo ¿pierden con esa vulgarización? ¡pues no! ganan.


Cuando vuelvo de un viaje guardo el cuaderno. Si le quedan muchas hojas lo utilizo para el siguiente y si no me compro uno nuevo como elemento principal del viaje que esté preparando.



Pero Ana no. Sino que siempre va cargada con un moleskine donde anota las cosas más sobresalientes del día a día que ilustra con dibujos, pegando entradas, trozos de catálogos de exposiciones, etc.
 


Porque Ana siempre está de viaje.

domingo, 20 de mayo de 2012

Asadito exótico.





 
LA CAJA FUENCARRALERA.

Mi amigo Pedro lleva años soñando con asar un cerdo en una caja china, y por fin el sábado pasado satisfizo su antojo.

La idea inicial era construir una caja china. Que, como me dijo mi consuegro Curri, es un invento americano, basado en el procedimiento de asar carne que tenían los chinos que fueron a los Estados Unidos a trabajar en la construcción del ferrocarril. Enterraban la carne, creo que en carbón, y encima hacían una fogata. Al cabo de un tiempo apartaban el fuego, desenterraban la carne, que estaba hecha.

Si miráis en el Google veréis cajas chinas. Aparte de esa especie de cascabeles cuadrados de madera que son la cajas chinas musicales, hay cajas chinas para asar. Son metálicas, recubiertas en el exterior con madera, supongo que para que sirva de aislamiento y  tapada con una bandeja sobre la que se hace el fuego. En un vídeo se ve uno de esos aparatosos asados. Sacan el cochino que por abajo está frío y crudo como era de esperar. 

Hace varios años hicimos, como el sábado pasado, una reunión multitudinaria de amigos y familiares y asamos un cerdo de 22 kilos sobre una parrilla zancuda. Gastamos una enormidad de leña y al final tuvimos que rematar la faena en el horno de la cocina. Fue un fracaso pero lo pasamos muy bien. Resueltos a repetir la hazaña en versión mejorada, hace más de un año nos pusimos manos a la obra. Os cuento lo que hice:

Compramos ángulos perforados de estantería metálica, tornillos con tuercas y estantes de chapa de hierro. Realmente hice un armario, con puertas delanteras, una superior, que no hace falta, y un agujero arriba en un rincón, para encajar un tubo de chimenea. Dentro una parrilla zancuda, y debajo otra parrilla para poner el carbón. 

Prendimos fuego en el interior y pusimos carbón en la parrilla bajera, como para asarlo, pero las brasas de abajo lo alcanzaban y lo prendían ¡Qué éxito! Como en esta época del año los cochinos ya están muy grandes no pudimos traer uno como el de la vez anterior, sino uno pequeño, un costillar de un guarro que entero pesaba 50 kilos, su secreto, su panceta, morcillas, chorizos etc.

Además la plancha de arriba se pone calentita para asar cosas menores, como casabe, que es una torta dominicana riquísima, que, con un chorrito de aceite, nos comimos con las orejitas del chancho, regado con cocacola y ron dominicano de primera, porque esa primera ingesta es privilegio de los cocineros. Y además de que todo quedó perfectamente cocinado gastamos muy poco carbón. Por lo que actuamos dentro de los parámetros ecológico y de sostenibilidad.





Todos los asistentes, del orden de treinta, quedaron encantados. No me enteré con mucho detalle porque primero hice de pinche y luego de camarero, pero el ambiente era de lo más gratificante.

Os doy tantos detalles técnicos por si os animáis a construiros una caja así, más que china fuencarralera porque el evento tuvo lugar en el pueblo de Fuencarral, que con su humeante chimenea parecía una estática locomotora. Era como un homenaje a los  chinos que dotaron a USA del ferrocarril, y de la caja china.     


domingo, 13 de mayo de 2012

Ensimismados


LAS ISLAS HUMANAS.

Cuando voy en metro y observo a los otros pasajeros me suele asaltar la idea de que son islas. 

Universos de diversas edades, sexos y etnias, y totalmente inaccesibles. De lo que infiero que a mí me pasa igual que a ellos, que también soy una isla. Pero a diferencia de ellos yo soy para mí mismo accesible. Tampoco totalmente, no nos engañemos, porque cada uno estamos poblados por fantasmas, que no presentan sus verdaderos rostros.

Yo no puedo ser ninguno de los que veo en el metro, ni ellos yo, ni nadie puedes ser distinto de sí mismo. Puedo hacer inferencias, aunque sujetas a múltiples errores.

En cierto modo cada persona está compuesta de dos partes. El cuerpo y el alma. Parece que esta es una idea cristiana, pero no es cierto, es una idea pagana adoptada por el cristianismo. El alma es un yo invisible, inmaterial e intangible que anima al cuerpo, que es perfectamente perceptible. 

El alma pilota al cuerpo, que es como su vehículo. El cuerpo, como las plumas estilográficas, no se presta. Y ningún alma  puede salir de su cuerpo y meterse en otro, desplazando al habitante habitual. Con lo que no se puede experimentar ser de otra edad, de otro sexo y de otro sitio. Y ¡menos mal! porque existen almas perversa que moran en caducos cuerpos que despojarían de su cuerpo sano a gente inocente, y se apropiarían de él, como hacen con hijos robados y cosas por el estilo.

Aunque las alma no puedan salir de su cuerpo pueden modificarlo por diversos procedimientos: con postizos, maquillajes, estirados de la piel, depilaciones, implantaciones de prótesis, cambios de sexo, etc. etc. Pero muchas de esas  modificaciones no pasan de ser meramente aparenciales, aunque sean quirúrgicas y muy costosas en sufrimiento y en dinero. 

Y desde luego cada uno se puede vestir a su gusto y montarse en el vehículo de sus sueños, siempre que tenga pasta para ello.

Hay quien simula tener más pasta de la que tiene ¡pero eso es jodido! Mientras que simular tener menos es más fácil. Como un joven millonatis que conozco y al que vi el otro día con unos raidos vaquerillos. Pero le delataba el rolex multiesférico que lucía en su muñeca.

A mí lo que me pasa es que no acabo de poder explorar completamente este jodido ego propio. Por eso ¡para qué me voy a meter en más dibujos!

domingo, 6 de mayo de 2012

Currar como es debido.



 
TALLERES

Por donde me ha llamado a mí Dios es por los talleres. Aunque nunca he trabajado en uno. He trabajado y trabajo en un taller de pintor de cuadros. Pero, al tener tan menguado éxito, el mío no es  propiamente un taller. También trabajo en reparaciones domésticas propias, con las que no gano nada, pero tampoco gasto. Por eso las cosas nos duran eternamente y es una risa.

Ya sabéis lo que dicen que dicen los chinos, que si quieres ser continuamente feliz que tengas un jardín. Bueno, pues para eso también sirve un taller. Por lo que soy doblemente feliz, porque tengo un jardín y un taller. Mi taller es un antiguo garaje y lo tengo llenito de herramientas y cosas. 

Ahora se repara poco. Hace ya varios años se le salieron un par de rueditas dentadas a la impresora al tirar enérgicamente de un papel. Llamé a reparaciones y el presupuesto era igual a una nueva ¡pero si son dos rueditas! Nada. Total que las puse yo y sigue vivita y coleando.

Hace 40 años estuvimos en Uruguay y casi todos los coches que circulaban eran de hacía 40 años. Eso era posible porque en los talleres reparaban las piezas o las reconstruían. Ahora ya no tendrán esos coches, pero podrían tenerlos si hubieran continuado con la misma costumbre. O sea que la eternidad pasa por eficaces talleres. Me dirán que así se impide el progreso ¡a cualquier cosa llaman progreso!

Para mí hay tres talleres principales: El de la peli "El Gran Torino", el de electricidad del automóvil que está al final de la calle Virgen de Valverde de Fuencarral y el mío. El primero de ellos es un decorado, o sea que no es. Del segundo hablaré a continuación. Y el tercero, el mío, lo tengo ¡vaya! arregladísimo. Todo en orden y me falta tan solo barrer ¡que no es poco! De este tenéis una imagen al final del post.

El de Fuencarral lo regentaba un señor mayor, que ahora no lo veo, supongo que se habrá jubilado. Y quien lo lleva ahora es el que supongo que sea su hijo, que antes hacía de ayudante. Tengo la sensación de que, de ser cierta mi suposición, el hijo imitaba al padre, porque siendo joven aparentaba ser mayor, serio, de hablar pausado y reposados movimientos. Ahora se ha hecho mayor y en mi opinión se está encontrando a sí mismo. Tiene además una esquirla de metal clavada en el blanco de uno de sus ojos, que me inquieta. Un día le llevé el coche diciendo ¡No sé lo que le habrá pasado! a lo que respondió muy serio con una gran verdad: Todo lo que funciona se estropea. 

El taller es una delicia. Parece que, como el mío, está en el garage de una vivienda, supongo que la suya esté en el piso de arriba. La puerta tiene una cancela de hierro pintada de negro con aplicaciones doradas. Dentro reina la limpieza. Tiene un espacio grande en el centro para poner un coche a reparar. A la izquierda, delante de una ventana está el banco de trabajo con dos papeles o paños blancos encima. Las herramientas perfectamente dispuestas en la pared. 

Además de todo esto tiene muchas plantas, predominan las de hojas más bien redondas y lobuladas, que cuelgan, como rebosando del tiesto. Y en la pared del fondo penden unas cuantas jaulas con canarios que no paran de cantar.

Trabajar así es que da gusto.