Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

lunes, 4 de mayo de 2020

Ahogados en la multitud.




LA SOCIEDAD MULTITUDINARIA.

¿Con cuántas personas nos relacionamos verdaderamente?

Con las que hablemos o nos veamos verdaderamente.

Yo diría que no más de 100.

Aunque a lo largo de la vida se vayan incorporando gente nueva, pero también se van olvidando a gente vieja.

Lo que no me parece razonable son esas multitudes. Montones de desconocidos con los que nos apelotonamos masivamente.

En medios de transportes, públicos o privados colapsados ¡En estadios de bote en bote! ¡En manifestaciones tan enormes! ¡En verbenas en las que no se puede dar un paso! ¡En playas rebosantes! En un tráfico insoportable. En una atmósfera irrespirable. En esos cruceros transportando a miles de turistas. Que descargan en los puertos como termitas humanas. En esos aeropuertos rebosantes y con un tráfico endiablado...

¡Eso no puede ser bueno! Lo estamos viendo...Esas multitudes son pasto de epidemias arrastrándonos a situaciones insoportables y degradantes.

Invasiones de seres mínimos que infestan a la gente y en cuestión de días se propagan por todo el mundo.

Y nos dejan descolocados. Sin más defensas que aislarnos unos de otros enfermizamente.

Separando núcleos familiares de familias formadas por dos o tres de estos núcleos.

¡Fundiendo el sistema de subsistencia!

Eso está fatal.

Hay que cambiar de orientación.


Me parece fatal que se concentren multitudes de trabajadores y de clientes en  grandes urbes.

Y se abandonen pueblos, en los que antes se vivía miserablemente. Porque no podía ser de otro modo. Pero los que ahora se podría vivir y trabajar muy decentemente. Y estar bien comunicados física y virtualmente, despejando las grandes urbes. Que se podrían utilizar para albergar centros de ensamblaje de cosas producidas en los pueblos. Para localizar centros administrativos generales y grandes centro de recreo, como grandes teatros y estadios deportivos y museos.

A esas grandes ciudades podría acudir la población en los días de fiesta, en el transporte público o en el privado, haciendo uso de los aparcamientos disuasorios. Y no al revés como ocurre ahora, que la gente vive hacinada en las grandes ciudades y sale como alma que lleva el diablo los fines de semana y las vacaciones  a los pueblos que abandonaron, o a las playas.

No se puede despoblar las grandes ciudades de la noche a la mañana, pero sí se puede ir cambiando la orientación.

Se hacen coches para gente que no lo necesita porque ya lo tiene, Y que no puede usar libremente ¡Porque la contaminación nos come!

Pero tendría sentido si se usara para desplazar a la gente desde el pueblo donde vive y teletrabaje o que trabaje en pequeñas industrias o en la agricultura. O para ir a otros pueblos, a trabajar, o de compras,  o para lo que sea.

Y, desde luego, las residencias de ancianos deberían estar en pueblos, apartadas de las grandes ciudades. Bien comunicadas pero apartadas, con lo que saldrían ganando los residentes y se le daría vida a los pueblos.

Y cuando uno ya está hartito de tanta paz y de tanto oxígeno se pueda ir a las grandes ciudades a respirar humo, al futbol, o al teatro, o a los grandes museos y exposiciones, o a pasear... O a donde le dé la gana.

Pero dejar de estar siempre sumergido en esa vorágine.





No hay comentarios: