IGUALITARISMO.
Vivimos sumidos en un error, el
de querer alcanzar la IGUALDAD.
La igualdad no hay que
alcanzarla, porque ya somos IGUALES.
Lo que hay que hacer es desterrar
la DESIGUALDAD.
Ese disfraz que hace parecer
diferentes a los que verdaderamente son iguales.
¡Yo veo a todo el mundo igual!
Veo a gente rica y a gente pobre
y en el fondo son iguales.
Las mismas virtudes, los mismos
vicios.
Cuando decimos "to er mundo
ee gueno" ¡pues es verdad!
Los de derecha ven a los ricos
buenos y a los pobres malos.
Los de izquierda ven a los ricos
malos y a los pobres buenos
¡Y no es verdad!
Todos son buenos, aunque
entreverados de maldad a veces.
Estos días desdichados se está
viendo que esta horrible pandemia nos está despojando de nuestros disfraces y
poniendo de manifiesto que en cueros vivos nos parecemos como dos gotas de
agua.
Y se está viendo que lo mejor es
lo que teníamos por peor. Que el sector primario, el más vulgar, es el
principal, el que nos mantiene vivos. Los grandes artífices de las finanzas de nuestra
sociedad están ahí hechos un lío, mientras que los sanitarios: médicos, enfermeras,
auxiliares, gente de la limpieza son los que nos están ayudando a salir de esta
catástrofe. Que junto a boticarios, electricistas, panaderos, tenderos,
transportistas etc. se están reconociendo como los verdaderos héroes.
Estamos viendo que la verticalidad
tiene que servir a la horizontalidad y no al revés. Que la verticalidad tiende
a derrumbarse y la horizontalidad a resistir.
Cuando salgamos de esta ¿habremos
aprendido la lección?
¡Pues ya veremos!
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