30. 000 DÍAS.
Llevo vividos algo menos de 30.000 días.
Prácticamente el mismo día repetido 30.000 veces.
Intentando de nuevo cada vez vivencias que ya tengo ensayadas.
Completando procesos ya iniciados.
O iniciándolos.
O concluyéndolos.
O tropezándome de nuevo en la misma
o en parecida piedra.
O esquivándola.
Por eso a mí los años no me dicen nada.
Me dicen los días.
Que cada uno de ellos me levanto aún de noche en el invierno y de día en el resto del año.
Y me acuesto de noche.
Y bebo y como varias veces al día.
Y hago cosas.
Y me pasan cosas.
Hasta que llegue el día en el que esa rutina diaria se interrumpa.
Pero eso ya no es asunto mío.
Y no me preocupa.
Y no me importa.
Ni tengo, como es lógico, planes para ese tiempo inexistente para mí.
O, mejor dicho,
inexistente a secas.
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