Con la cabeza bajo el ala.

 

Os voy a contar un chiste:

Dicen que estaba un cura predicando un domingo por la mañana, en el púlpito en una iglesia de un pueblo. Y que el sermón tenía un pie forzado: "¡Que paciencia la de Nuestro Señor Jesucristo!".

Estaba nuestro Señor Jesucristo predicando en el Huerto de Getsemaní a los 12               apóstoles y a un numeroso grupo de fieles cuando llegó un nutrido grupo de soldados             romanos para prenderle ¡Que paciencia la de Nuestro Señor Jesucristo!         

A continuación llegó en tropel un enorme grupo de fariseos vociferando insultando y pataleando ¡Que paciencia la de Nuestro Señor Jesucristo!

Inmediatamente entró en el Huerto de Getsemaní una exaltada multitud ofendiendo               con gritos y y corriendo por los sembrados ¡Que paciencia la de Nuestro Señor    Jesucristo!

En este punto una cateto que estaba escuchando exclamó ¡¡¡Paciencia la de Jozémanín que le estaban pizotearon tó er guerto!!!

Pues algo así es lo que está ocurriendo en Cataluña, que los independentistas están empeñados en su lucha independentista contra el gobierno de la nación boicoteando todas las medidas gubernamentales y desobedeciendo sistemáticamente las órdenes emitidas por el gobierno nacional, con lo que Cataluña, que era la "locomotora" de España, ya ha perdido ese puesto privilegiado que tantos beneficios reportaban a esa región.

No se dan cuenta de que lo perdido no se podrá recuperar completamente ya nunca. Y lejos de frenar las causas de esa decadencia las aceleran y profundizan su descalabro en vez de intentar la remontada en la medida que puedan.

Dicho lisa y llanamente, los independentistas están arruinando Cataluña. Y lo que es más increíble es que el público que no es independentista no se opone visiblemente a ese deterioro porque los independentistas les tienen comida la moral ¡y parece que no se atreven a protestar masivamente!

Esto que digo no es ningún secreto. Esto es público y notorio. Pero los que detentan la autoridad están gozando de las ventajas que les reporta la situación y conducen sin titubear a sus representados a la catástrofe. Con la anuencia de los "damnificados" que continúan con la cabeza bajo el ala.