EL NÚMERO DEL GÉNERO.
La humanidad, debido a su modo de
reproducirse, se divide en dos o más sexos. Que en el plano de la lengua se
traduce en dos o más géneros. En el ámbito de lo oficial son solo dos, pero en
el de la realidad tres o más.
Claro que si fuera solo en lo
referente a la reproducción eso tendría poco recorrido, porque son pocas las
reproducciones que modernamente afecta a la vida de la gente. Por lo general se
tienen tan solo dos hijos. O menos. O poco más. Y excepcionalmente muchos más.
Claro que el embarazo y el parto
llevan menos tiempo que la crianza de las criaturas. Crianza que puede ser
compartida. Y frecuentemente lo es, pero las madres se llevan "la parte
del león". O sea de la leona.
Todo ello provoca que se generen
dos culturas distintas: la cultura masculina y la cultura femenina.
La masculina altiva y la femenina
recatada. No digo que tenga que ser así, sino que de hecho suele ser así.
Pero la propia sociedad humana
está polarizada. Yo diría que claramente es masculina. A esa situación coadyuvan
no solo los hombres, también las mujeres.
La sociedad masculinizada es
vertical y la feminizada, que no existe, sería horizontal si existiera.
La sociedad masculinizada tiene
cimas y simas. Prestigio en la cima, desprestigio en la sima y mediocridad en
el llano.
La sociedad feminizada carecería
de cimas y de simas y se desarrollaría en el llano. No sería mediocre porque no
estaría en medio de nada.
En nuestra sociedad,
masculinizadas, se dan codazos, hombres y mujeres, para alcanzar la cima. Se
evita como se puede caer en el precipicio. Y se repudia llanear, que es
sinónimo de fracasar. El paradigma de esta sociedad es la competitividad.
Me parece que es una desgracia
que se haya optado por la competencia en detrimento de la cooperación que sería
más propia de una sociedad feminizada.
Que se prefiera ser mejor a ser igual.
Para terminar voy a contar una
anécdota:
Cuando mi hija Isa tenía año y
pico para jugar yo le decía:
¡Isa es guapa!
¡Guapa si! respondía.
¡Isa es simpática!
¡Simpática sí!
¡Isa es encantadora!
¡Encantadora sí!
¡Isa es distinguida!
¡No! ¡Distinguida no!
Es que mi hija es, y ha sido
siempre, muy lista.
Virtud que no es la habitual en el común de los mortales.
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