GEISHAS.
Si Lautrec levantara la cabeza se
sentiría aún más desgraciado de lo que se sintió en sus días, porque vivimos
tiempos de intransigencia puritana y carecería del consuelo y la alegría con los que
aquellas damas enjugaban a sus terribles males.
Poca autoridad me asiste en
materia de liberalidad sexual. Pero me llama la atención que compartan doctrina
la caverna y el rojerío. Me sorprende y me inquieta.
Cuando era un chaval la gente de
la prostitución iba a sanidad a chequearse. Luego dejó de ir porque dejó de ser
obligatorio. Mi admirado Mujica presume de que en Uruguay el tema está bajo
control. Aquí habla del tema del control Albert Rivera y le echan los perros.
Ya digo. los más beatos y los más progres están en la misma sintonía: hacer de
ese asunto un tabú, con lo que las mafias campan por sus respetos ¡y nos van a
dar muchos disgustos!
No creo que sea verdad que todos los
que se dedican a eso lo hagan engañados y contra su voluntad, como afirman
categóricamente nuestras autoridades morales. Ergo lo suyo sería
separar la paja del trigo. Porque los vejados tienen derecho a que no los vejen,
y el estado tendría que velar por proteger ese derecho.
Pero los que no se sienten
vejados tienen derecho a que se les deje tranquilos ejerciendo la profesión que
tanto les gusta y les conviene. Cumpliendo como contrapartida las obligaciones
inherentes al ejercicio de su profesión. Que deben estar claras. Y, sobre todo
deben "estar y ser". Porque hoy por hoy son inexistentes. Pero el Estado
mete la cabeza debajo del ala en este tema.
Y, desde luego, a los clientes
habría que dejarlos en paz. Porque para algunos a lo mejor es un artículo de
primera necesidad.
Suena a broma, pero no lo es. El
inconveniente peor de todo es lo degradada que está la profesión ¡lo mal vista
que está!
Habría que empezar por dignificarla.
No digo que sea fácil, pero habría que intentarlo.
¿Que no se puede? ¡Pues claro que
se puede! En Japón lo está. Ahí están las geishas. Una vez, en Inglaterra, en
el tren, coincidí con una chica japonesa que como mi hija y yo iba a estudiar
inglés, y le dije ¡Eres una geisha! Ella me corrigió y me dijo que las geishas
son las prostitutas, Yo, azorado, me deshice en disculpas. Me tranquilizó y me
dijo que, que eso no es ninguna ofensa.
Yo tenía una amiga, que hace
siglos que no coincidimos, que decía que tenía pensado organizar una casa de
citas con chicas dadas de alta en la seguridad social, en hacienda y libres de
proxenetas. No sé si llegaría a realizar ese proyecto. Esta amiga mía es una
chica de Serrano y pensaba reclutar chicas de la misma, y elevada, clase
social.
Si hay tanto proxeneta es debido
en parte a que es una actividad totalmente ilegal. Si fuera legal habría menos ¡es
de cajón! Y los que se rasgan tanto las vestiduras están fomentando la
proliferación de mafiosos y de chulos ¿o no?
La inmigración ilegal dirigida
por las mafias es intolerable, sean o no sean sus fines sexuales, y debe ser
perseguida a fondo. Pero esa persecución no debe pasar por la condena
incondicional del comercio sexual. Debe reconocerse que la sexualidad
remunerada es un hecho milenario y eterno, que no es en sí mismo ni malo ni
bueno, simplemente es. Y como es y va a seguir siendo más vale que sea legal. Ergo
ninguna sociedad tiene que emprender la tarea inútil de extinguirlo, so
pretexto de proteger derechos de una parte de la sociedad, y vulnerando, de
paso, los de otra parte.
Para empezar no habría que llamar
a eso prostitución, que suena fatal ¿Cómo si no? ¡Pues "asunto de geishas"!
¿No se le llama origami a la papiroflexia? ¡Pues eso igual!
¿Dónde está entonces el problema?
¡Pues en que está muy arraigada la idea de lo pecaminoso que es follar! Sobre
todo cuando los follantes son los otros. Y especialmente si lo hacen fuera de
casa y con otra gente.
Pero es que ese nombre también
habría que apañarlo un poco. "Follar" ¡Vaya palabrita! Los gabachos
que son más finos dicen "Faire l'amour" ¡no suena lo mismo
"faire l'amor con una geisha" que "follar con una puta".
Es como si estuviera mal visto
comer en restaurantes "¡Solo me como lo que me guisa mi cónyuge!" o "¡Yo
no guiso más que para mi cónyuge!"
De modo que estaría fatal que
cenara uno lo que le trajera el motorista de las pizzas ¡A propósito! que me
han dicho que, a veces, esos motoristas satisfacen apetitos sexuales de su
clientela, presa de la soledad.
¡Hay que cambiar el chip! Porque
con cruzadas como estas se le está haciendo el caldo gordo a las mafias y
fastidiando a la geishas y a los "geishos," que también los hay.
¿Qué habría que hacer entonces?
Proteger.
Proteger a todo el mundo que esté
desprotegido.
Entre ellos a las geishas desprotegidas porel abuso de sus proxenetas.
Y a sus clientes desprotegidos por el
abuso de los "cruzados".
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