PASIVIDAD IMPUESTA.
Nuestra sociedad seguramente ha
evolucionado muy positivamente en muchos aspectos, pero en otros ha sido un desastre.
Esas evoluciones perversas son a
veces muy dramáticas, mientras que otras ni se notan, a pesar de ser tan
alienantes, por lo que pasan desapercibidas, pero el daño queda hecho. Uno de
estos perjuicios inadvertidos es la pasividad
que se ha impuesto.
Porque lo pasivo ha derivado en
una industria lucrativa, parecida a la del turismo. Es otra industria sin
chimeneas, aún más poderosa si cabe. Se nutre de las aportaciones directas de
la población ociosa o de la indirecta a través de los ayuntamientos y de otros
entes públicos, mediante la que la clase política compra los votos. Los
ciudadanos reciben esas prestaciones gratuitamente en apariencia, porque al
final paga el pato con sus impuestos ¡que no son moco de pavo!
Si uno se fija ve que todo ha
evolucionado de modo que se impone la pasividad.
Uno trabaja, en el caso de que
esté en edad de trabajar y tenga trabajo y le remuneran por ello. Hay que
reconocer que ese trabajo no es pasivo, es activo, pero con eso se termina la
actividad. Y cuando se jubila uno cesa toda actividad y se vuelve totalmente
pasivo, como lo era antes de ponerse a trabajar.
Con los ingresos obtenidos del
trabajo, o de la pensión de jubilación o lo que reciba de sus padres, en
especie o en metálico, se subsiste, se ahorra si puede y se va pagando sumisamente
por la pasividad.
Porque, como ya he dicho, el ocio
da pie a una industria, en la que el ciudadano es consumidor pasivo.
Lee pero no escribe.
Ve cuadros pero no los pinta.
Escucha música, pero no la toca
ni la canta.
Va al cine o al teatro o ve la
tele donde actúan los actores, pero no actúa.
En el supuesto de que escriba,
pinte, toque, cante o interprete siempre lo hará en tono menor, será un amateur
frente a los profesionales, que escriben, pintan, toca, cantan e interpretan
como es debido. Y, generalmente, siguiendo pasivamente instrucciones de un
monitor.
Aunque verdaderamente los
escritores y artistas son currantes. Llenos de honores y de oropeles, pero
currantes. Y el glamur de los artistas, de natural volátil, se mantiene gracias
a la publicidad. Que aunque no lo parezca lo es, como son las presentaciones de
los libros, las críticas, las conferencias, las apariciones en las revistas
culturales.
Pero a alguien vulgar y corriente
¡que no se le ocurra escribir, pintar, tocar, cantar o interpretar porque se la
gana! ¡Qué se habrá creído ese gilipollas! Aunque todas esas actividades las
podrá practicar pasivamente en los centros culturales de ayuntamientos o
parroquias ¡pero no en serio! Y siempre como aficionado, con humildad, o sea,
humillado y bajo la férula de un tutor.
Pero lo corriente es que
"consuma" pasivamente cultura y la pague, al comprar libros, entradas
para recitales y conciertos, exposiciones y museos, y deje así la pasta que ha
ingresado por su trabajo, actual o pretérito o por el de sus progenitores.
Pero yo prefiero escribir a leer,
pintar y dibujar a ver cuadros y dibujos. Y lo hago por mi cuenta y riesgo. Y me
da igual que me hagan caso como que no me lo hagan ¡porque mi vida va en ello!
¡Ya está bien! ¡Hay que
revelarse! y hay que ponerse a pintar, a escribir a componer y tocar música
etc. Pero claro para pintar hay que saber, haber aprendido, como para tocar un
instrumento. Pero para escribir no, porque lo que hay que conocer es la lengua.
Y la lengua es patrimonio universal de la ciudadanía. No hay que ponerse a
aprender porque ¡siendo niño se aprende en la escuela!
¿Y de qué se va a escribir? ¡De
lo que a cada uno le dé la gana! Un tema recurrente es lo que uno recuerda ¡Y
es muy útil! ¿Cuál fue el mérito de Ana Frank? Pues que escribió lo que estaba
viendo, mientras que nadie más lo hizo, teniéndolo, como lo tenían, tan a
huevo.
El problema está en publicar.
Mejor dicho "estaba", porque hoy se monta uno un blog ¡y publica lo
que le salga de las narices! ¿Miles de ejemplares? ¿Miles de lectores? ¡Pues
no! Eso es cosa de los currantes del ramo ¡Y para escribir no hay que ser
escritor, ni para publicar, aunque sea mínimamente! Blogger nos da la ocasión.
Lo que pasa es que tendrá uno muy pocos lectores y no se hará famoso, ni sacará
pasta ¡Y para qué quiere uno tantos lectores, ni ser famoso, ni sacar pasta!
Eso sería necesario si fuera un curro. Pero no lo es. Menda no gana nada, ni
pierde, y tengo la apabullante multitud de 20 lectores por cada entrega. Pero a
lo mejor ni eso ¿Y qué pasa? ¡Pues nada!
Y ¿para qué tomarse uno tanto trabajo?
Para poder revelarse contra
ese plan perverso que trata de someternos y hundirnos en la pasividad que nos esquilma,
y nos humilla.
2 comentarios:
Me encanta!
Pues creo que hay que hacer como dices pero no para revelarse contra nadie, sino para vivir con sentido!
¡Muchas gracias!Hay q revelarse porq "vivir con sentido" entra en conflicto con los intereses de los poderosos q quieren q vivamos alienados llenándoles los bolsillos.
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