Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

martes, 3 de noviembre de 2015

¡Es que no se les oye!


INDEPENDENTISMOS RECÍPROCOS.

Nacionalistas son los que defienden su nación totalmente, por todos los medios, legales o ilegales.

Pero, claro, cada nación tiene su código, que no rige fuera de ella sobre otra nación. Y si una parte quiere segregarse como nación independiente, es el caso de Cataluña respecto de España, los independentistas no reconocen que la legalidad de la nación matriz, y consecuentemente la desobedecen.

Eso comporta una monstruosidad legal, porque los que proceden de este modo confunden los tiempos verbales y actúan como si el futuro fuera el presente. Olvidando que, les guste o no, mientras no se llegue a consumar la independencia se han de regir por las leyes de la nación matriz.

Y las autoridades autonómicas catalanas son autoridades españolas en lo referido a su región y no son autoridades nacionales de la República Catalana independiente, que hoy por hoy es una entelequia absolutamente irreal e inexistente, y que la presidente del parlamento catalán vitoree a dicha república en el acto de constitución de dicho parlamento, siendo aclamada y seguida por esas autoridades, incluidos por los miembros el gobierno regional en funciones, visto con cierta perspectiva, resulta francamente ridículo.

La situación se agrava porque el gobierno general de España también peca de nacionalismo al impedir que en este asunto se pronuncie quien tiene autoridad para decidir, que es el pueblo español soberano.

La legalidad ha de estar por encima de cualquier consideración. Hasta del propio concepto de nación, cuya legitimidad deriva de tal legalidad, y no al revés. De modo que la propia nación es fruto de la legalidad imperante.

Y en este punto procede una cuestión metafísica: ¿De qué factor depende la legitimidad nacional española?

Depende de la voluntad del pueblo español, de todo el pueblo español, y no de una parte, expresada en una constitución, votada democráticamente.

En las dictaduras es distinto: depende de la voluntad del dictador.

Y una constitución tan solo puede ser revocada por otra constitución. Y por nada más, por mucho barniz democrático que pueda lucir cualquier disidencia.

Lo que deberían poder hacer los independentistas de una región, o de un grupo de regiones, es pedir al pueblo español que se pronuncie sobre sus aspiraciones independentistas. Y lo que no debería poder hacer un gobierno es impedirlo.

En pueblo soberano puede decidir si una región se independiza o no. Y supongo que también pueda declinar ese poder de decisión en el pueblo de la regiones que muestren voluntad de independizarse.

Pero que un parlamento regional desencadene por su cuenta y riesgo un proceso independentista es un atropello intolerable y totalmente antidemocrático, por más apariencia democrática que le quiera dar.

Aunque no hay que perder de vista que como lo consigan lo consiguen, Porque así nacieron todas las naciones americanas que antes formaban parte de España.

En resumidas cuentas es la totalidad del pueblo español quien puede determinar legítimamente si Cataluña, o cualquier otra región española se puede independizar de España.

¡Como también podría podría determinar que España se independizara de Cataluña!

Porque son tantas las majaderías que hay que soportar en este asunto que el santo Job enarbolaría una bandera de España estelada, Ya que si una población regional se niega en redondo a aceptar las reglas de juego universales, lo suyo sería separarse de ella. Porque una nación tiene derecho a librarse de un lastre que le amarga la vida.


Y si hay catalanes que no quieren que los echen de España ¡que digan algo! y defiendan su derecho a permanecer en España. Porque sus paisanos independentistas están resultando ya demasiado cargantes.


No hay comentarios: