CLOISTERS.
Una visita turística en Nueva
York que cae a trasmano, pero que merece muchísimo la pena, es la de los
Cloisters.
Está al norte, muy norte de la
ciudad, pero parece que está al este, muy muy al este, porque allí se ve uno
trasladado a la más vieja Europa. Se trata de edificios medievales llevados al
Nuevo Mundo desde el Viejo.
Dio tiempo a construir auténtico gótico
en América. En Santo Domingo y en Puerto Rico. Gótico muy tardío, pero gótico
al fin y al cabo. Y mudéjar en Bogotá. Inercias de la edad media cuando ya no
era tal, porque ya era moderna. El hito de la modernidad precisamente es la llegada de los viajeros del Viejo Mundo al Nuevo Mundo.
Se pueden ver en esa visita
claustros, como su nombre indica, y otras muchas cosas. Como el león que
encabeza este post, que es un dibujo que hice de uno que allí estaba pintado,
que me pareció igual a otro que vi en el monasterio de las clarisas en
Asturdillo.
Ver románico en América
descoloca, produce vértigo, porque se nota un anacronismo que marea. Puestos en
ese plan toda la cultura llamada colonial tendría que producir la misma
sensación. De usurpación de la cultura precolombina. Porque los europeos
llegaron donde estaban los indios, que no era indios de la India. Claro que
aquella gente llegó del Asia más oriental, porque en el nuevo continente no
había humanos, cuando sí los había en otros continentes.
El caso es que esa visita resulta
muy fantástica. Y llega uno, envuelto en ese sopor surrealista a una sala cuyas
paredes están cubiertas de hermosos y antiguos tapices, cuyo tema es el de los
unicornios. Iconografía surrealista donde las haya.
Son tapices verdaderamente bellos
de una fauna irreal muy realista, valga la paradoja. Y cuando está uno a punto
de salir de esa sala, ve en un rincón, apoyado en la pared ¡un cuerno de unicornio!
¡¿Cómo es posible!?
No es de unicornio, sino de
narval y lo habrán puesto allí para reforzar la magia del lugar, supongo.
¡Respira uno aliviado! Queda
restaurada la realidad que había sido usurpada por la surrealidad.
¡Desde cuándo!
Tan surrealista como los
unicornios son los narvales ¡Unicornios! que no lo son a expensas de los
caballos sino de las ballenas ¡Más surrealista todavía! Y el hecho de ser real
no le quita un ápice de surrealismo. Porque el surrealismo no es sinónimo
antirrealismo ¡sino de super o de supra-realismo! Porque ese es su verdadero
sentido.
Eso que, si uno está debidamente
entrenado, se puede vivir en cualquier sitio, en los cloisters se vive con
especial intensidad.
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