Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

viernes, 13 de marzo de 2015

Elevada sobremesa.

MISTICISMO ESFÉRICO.

Hacía tiempo que no cenábamos un botillo en casa de nuestro amigo Amancio. Y allí quedamos el maestro, Agapo, Maribel, mi chica y yo. Tras la contundente ingesta sacó el maestro una de sus guitarras y estuvo cantando parte de lo que ha compuesto con motivo del centenario del nacimiento de Santa Teresa. Contó que San Juan de la Cruz sacaba su parte femenina, su alma, que entregaba, enamorada, a Dios. Y que Santa Teresa, toda ella femenina, se entregaba al varón prodigioso que es Jesús Crucificado.

A propósito de todo ello dije que soy muy aficionado al tema del misticismo. Y aunque estoy poco versado en ello, la idea que tengo del misticismo nada tiene que ver con los arrobos amorosos de Santa Teresa y de San Juan. De hecho, a trancas y barrancas me estaba leyendo un libro donde se detalla bastante bien las doctrinas de Ibn Arabí, y dejé esa lectura porque empezaba con la misma matraca amorosa-divina.

Para mí el misticismo es otra cosa. Es la sublimación de la metafísica.

Y para mí la metafísica es todo lo relativo al verbo ser. O sea que cuando se emplea el verbo ser, en cualquiera de los modos que su conjugación ofrece, se está haciendo metafísica.

Ya en el instituto hablaba Don Jacinto del "ser en cuanto ser" sin importar lo que las cosas son.

Parece un galimatías, pero la cosa es fácil. De lo que se trata es de distinguir lo que es de lo que no es.

Pienso que podríamos representar el mundo en una esfera. Y los puntos de esta esfera son los diversos fenómenos, que están más o menos alejados entre sí.

Si consideramos a esa esfera compuesta de esferas concéntricas, la más interna de todas sería un punto. El centro unido por radios con todos los puntos superficiales.

En la esfera externa los puntos correspondientes a los diversos fenómenos pueden estar muy alejados unos de otros. Cuanto más cerca del centro estén las esferas, más cerca estarán los puntos determinados en esa esfera por los radios, que representan el modo de ser de cada cosa.

En el centro todos los modos de ser de todas las cosas se confunden. Las distinciones desaparecen. Lo único que importa es el ser. Que se es.

Ahí se puede colocar a Dios si se quiere. Pero hay místicos sufíes que defienden que en ese centro no está Dios, sino un ser innombrable que carece de cualidades. Al que no hay que adorar ni rezar ¡porque no se ocupa de nada! Ni, desde luego, de otorgar favores divinos. Y que Dios estaría en una estera minúscula, cerca del centro, pero que no es el centro. Sería la primera de las fenomenologías.

En este punto se levantó indignado e iracundo mi amigo Agapo diciendo, más o menos ¡Vaya un coñazo que nos ha marcado Tomatito! 

Y se levantó la sesión.


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