LA GUERRA.
La guerra es un juego macabro en
el que se gana y se pierde.
Afortunadamente nunca he vivido
una guerra.
He sido contemporáneo de muchas,
pero no he vivido ninguna.
He vivido una larga posguerra, del
40, año en el que nací, al 75 en el que murió el dictador.
Las guerras sirven para dibujar
con sangre los mapas. Y para escribir, también con sangre, los status quos.
Tales imposiciones bélicas se
pueden modificar con pactos y tratados, pero dejan rastros indelebles que es muy
difícil borrar.
De nuestra Guerra Civil apenas si
quedan supervivientes. Los que tuvieran 10 años al final de la guerra hoy
tendrán 90 y los que tuvieran 20, y por ello posibles combatientes, hoy tendría
100 años.
El Statu quo fruto de la guerra
se cerró con la Constitución de 1978. Y ello tendría que significar borrón y
cuenta nueva. Y sobre todo para los que no participaron en la contienda. Pero
el caso es que las llagas no terminan de cerrarse.
En estos días parece que se va a
cerrar una llaga de colosales dimensiones, me refiero al Valle de los Caídos.
Espero que así sea.
Desde mi modesto ese es un
monumento absurdo que nunca debió construirse, ya sé que no es una opinión
universalmente compartida pero es lo que yo pienso y habrá más gente que piense
lo mismo. Y lo que tengo más claro que el agua es que allí no hacen nada los
restos mortales de Franco. Dice que la opinión del propio Franco esa que sus
restos no se sepultaran allí, sino donde parece que por fin se van a sepultar.
Ergo es posible que los que alzan la voz sean más franquistas que Franco.
Si hay un refrán discutible es el
que dice que "agua pasada no mueve molinos", porque los mueve las agua repasadas.
Circunstancia reflejada por otro refrán: "vuelve la burra al trigo".
Hay evidencias que no son
evidentes, sino hemievidentes: "Franco fue un dictador" y "Franco
fue un jefe de estado".
Terminemos la fiesta en paz
dejando que el pasado se difumine, que es lo suyo.
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