COSAS QUE NO ALCANZO
A COMPRENDER.
Pues eso, que hay cosas que no
alcanzo a comprender. Como que uno sea partidario incondicional de un equipo de
futbol. Que quiera a toda costa que gane su
equipo. Así, apriorísticamente, desinteresadamente.
Comentaba esto con un amigo
partidario de un equipo. Y me decía irónicamente: Quieres que gane el mejor.
O el peor, o el que se las
ingenie para ganar ¡no sé!
En torno a esto hay dos o tres de
cosas anejas que me parecen muy interesantes.
Una es que tampoco entiendo que
se ponga todo el énfasis en ganar.
Porque se gana y se pierde al
final, cuando se deja de jugar. Y para mí lo importante es jugar, no es ganar.
Y cuando se gana o se pierde se deja de jugar. Por lo que se deja de hacer lo
que verdaderamente importa, jugar.
Ganar o perder no tiene que ver
tanto con jugar como con competir ¡que es otra cosa!
A mí me gusta competir. No
continuamente, dos o tres veces en la vida, y no por deporte, sino con otro
fin.
He competido haciendo
oposiciones. Varias veces, hasta que lo conseguí, a cátedra de instituto. y un
par de ellas a titularidad de universidad.
Realmente se compite uno contra
todos y todos contra uno. Y si es posible caballerosamente. Excluyendo o
sorteando las trampas. Y cuando lo hecho ha sido con gusto.
Llega el final de la oposición ¡y
menos mal! pero no se termina el juego. Sino que entonces es cuando se empieza
verdaderamente. Sin competir, pero "jugándosela " cada día que se da
clase. Porque vérselas con 60 alumnos ¡tiene su miga! Hay gente que no lo puede
soportar. A mí siempre me ha gustado.
Otra cosa llamativa que conlleva
el juego donde se gana o se pierde es que se pone en evidencia lo falsa que es la
OBJETIVIDAD y lo auténtica que es la SUBJETIVIDAD.
Ante un mismo hecho, el resultado
final de un partido, de reinar la objetividad, todos los espectadores deberían
tener la misma convicción, que dadas las circunstancias concurridas todos
contentos o todos disgustados o ni una cosa ni la ora ¡Pues no! los partidarios
del equipo ganador ¡exultantes! y los del perdedor cabreadísimos. O sea, que
reina la subjetividad.
Otra cosa igualmente llamativa es
que ganar es poco elegante y excitarse por haber ganado menos todavía. Y tan
feo es no saber ganar como no saber perder. Ya he dicho alguna vez que me
parece horrible el disgusto de los que pierden una final ¡si han ganado la
medalla de plata! Una vez Cañizares tiró al suelo la medalla de subcampeón que
había logrado. En cambio me encanta cuando veo tan contentos a los que en una
olimpiada han conseguido un tercer, cuarto o quinto puesto si por ello batido
su propio récord.
Cuando yo era un niño era
partidario incondicional del Recreativo de Huelva, y del Litri, adversario
local de Posada. Lo veo normal para un niño.
Pero para un adulto...Vamos, ya
digo ¡es algo que no alcanzo a comprender!
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