ALFABETO MARINERO.
Ya tengo en la rampa de despegue
mi próxima exposición. Porque todo está ya previsto.
Tan solo quedan por hacer las obras, 26 piezas de dos metros por uno-veinte.
O sea que tengo, por lo menos, todos los bocetos, a falta la mera realización. Y también falta una sala que, a ser posible, tenga connotaciones
náuticas .
También tengo a punto la
introducción.
Las piezas están hecha de tela, de loneta, de diversos colores. 5 en total: rojo, amarillo, azul,
blanco y negro, que resulta que es la gama principal de colores de los chinos. Y no tendrían bastidor, porque les darían una indebida rigidez .
¡Y nada más! a continuación
muestro la introducción, en letras azules para diferenciarla de este texto, y
las fotos de los 26 bocetos.
TRADUCCIÓN.
Esta propuesta, titulada "Traducción" tiene algo de lo
descrito en un pasaje de la famosa novela "Planilandia " de Abbot porque
se asemeja a la que hicieron aquellos reformistas de ese libro para facilitar
el reconocimiento de los personajes de aquella extraña sociedad.
Es conocido que en esa novela se
describe un mundo bidimensional poblado por gente poligonal. Aunque sea cierto
que nos es fácil distinguir triángulos, cuadriláteros , pentágonos, hexágonos
etc. resultaría mucho más difícil identificar esas figuras si se está inmerso
en el mismo medio bidimensional, porque todas se verían de perfil. Y solo si
estas figuras giraran ante los ojos del observador o si este gira en torno a
ellas, contando sus lados y sus vértices, podría identificarlas. Para facilitar
esa situación los partidarios de vulgarizar la identificación propusieron
pintar cada lado de los polígonos con un color diferente.
También es difícil identificar las
letras expresadas con el código de banderas marítimas, salvo que se aprendan de
memoria, porque en nada se parecen a las letras del abecedario, que representan.
Mi propuesta consiste en forzar un poco las formas de esas banderas hasta
hacerlas parecidas a las letras del abecedario, y con ello reconocibles.
Pero con ello no pretendo modificar el
código vigente ¡sería imposible! Además me expondría a ser perseguido por
sedición como aquellos reformistas de la novela.
¿Qué fin persigo entonces?
Pues un fin puramente estético.
Apropiarme en parte del fuerte contenido estético de esas banderas, como en su
día hiciera el memorable pintor Eduardo Sanz, al que tengo el placer de
homenajear con este trabajo.
Este también es un caso de extraño
realismo. * Porque estas piezas representan, muy verazmente, banderas, aunque
no lo sean verdaderamente porque al estar compuestas de dos o más telas
superpuestas resultan demasiado pesadas para ser banderas. Más bien serían
reposteros.
Pero además de la materialidad de
la tela tiene el rasgo realista de que se desvela la realidad los significados,
evidente para los navegantes pero
críptico para el profano.
* www.tomasgarciaasensio.com/colecciones/realismo.htm
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