LA REMONARQUÍA
Esta es una extraña monarquía
tolerada por republicanos. Tolerada y defendida.
Hay, es sabido, por lo menos dos
Españas, si no más. Con dos banderas distintas, una oficial y otra oficiosa.
Dos signos que designan una sola cosa: el país donde vivimos. Con dos piernas, como
es lo corriente entre humanos, pero que tienen que caminar acompasadas. Y
coronada por una corona, mural o real, según convenga.
Hubo, en su día un acuerdo, un
PACTO, que a pesar de todos los pesares ha sido fructífero.
La historia de esta extraña monarquía es, como
es sabido, la siguiente: En un momento de adversidad para el rey Alfonso XIII,
este decidió exiliarse y se proclamó la 2ª República de bandera tricolor.
Fue contestada por el ala más
reaccionaria del ejercito. Se produjo un golpe militar seguido de horrible
guerra civil. A continuación ni monarquía ni república, sino simple dictadura
en la que el jefe del estado era el dictador durante casi 40 años. El Jefe del
Estado no era un rey ni un presidente, sino un dictador químicamente puro.
Pasó el tiempo y con este la vida
del dictador ¿Cómo se continúa la jefatura del estado? El régimen dictatorial
tenía una previsión. Saltarse a Don Juan, hijo de Alfonso XIII, y elevar al
trono a su hijo, a Juan Carlos. Tenía el delfín por aquellos días una pinta de
pazguato considerable. Pero espabiló ¡Vaya que si espabiló!
Pero claro, el rey previsto
estaba invalidado por un pecado original, la designación del dictador. Luego, o se bautiza (se libera lavándose del pecado
original), y se vota una constitución (que obliga a todos, al soberano y al
pueblo soberano) o no habría rey constitucional, sino dictador coronado.
A esa "limpieza del pecado
original" se le llamó La
Transición, que consistía en investir al futuro monarca con legitimidad
democrática ¿Quién la otorgaba? La oposición. La cabeza visible de esa
oposición era Santiago Carrillo, líder comunista histórico. Y la cabeza visible
del régimen en vías de purificación Adolfo Suárez.
Cuando hoy se dice que el rey
Juan Carlos es pura y simplemente la
continuación de la dictadura se oculta parte de la verdad, la parte más
importante. Porque no es el dictador sucesor, sino que es un rey purificado, democratizado
y legitimado mediante un PACTO, entre los epígonos de la dictadura y la
oposición a dicha dictadura.
Y pasaron otros casi 40 años y se
impone ¡ley de vida! otro relevo.
Con ocasión del relevo líderes
republicanos de este país entonan cantos de sirenas, y tienen sus seguidores. Mientras
que otros republicanos creemos que lo suyo es continuar con un pacto, el que
hay o, mejor aún, suscribir uno nuevo. Sin prisas, no necesariamente en el
momento mismo del relevo. Pero permanecer siempre dentro del marco de la convivencia
civilizada que nace del entendimiento y no de la imposición por la fuerza.
Lo digo por aquello de que el
gato escaldado huye del agua fría.
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