CORONACIÓN FURTIVA.
Hemos visto que cada dos por tres
estaba el Rey Juan Carlos o el Príncipe Felipe asistiendo a una toma de
posesión de un presidente o a la coronación de un rey. Y es esta coronación,
que no se llama coronación sino proclamación, no ha asistido ningún jefe de estado ¡Pues qué raro! ¿no?
A mí que no sea un festival
monárquico me parece bien, porque ese desfile encopetado y chic de altezas de
toda Europa codeándose entre tules, pamelas y chisteras no me gusta nada, el
HOLA en todo su esplendor me resulta muy empalagoso. Pero el que a un nuevo
jefe de estado, monarca o no, lo acompañen sus correspondientes de otros países
del mundo me parece lo natural. Y el que no se haga, francamente, me resulta
desconcertante. Es como una celebración de tapadillo.
Todo este proceso lo encuentro
muy extraño. Algo furtivo ¿Por qué me lo parece? No sabría decirlo. Yo es que
soy de los que piensan con la nariz, y a todo este proceso le aprecio un aroma
extraño.
La Abdicación se produjo en el
Palacio Real con la presencia, como no, de los dos actores del acontecimiento.
Al día siguiente en el Palacio de la Zarzuela, en un acto exclusivamente
castrense el nuevo rey es nombrado capitán general, o sea jefe directo y real
de todas las fuerzas armadas del país ¡casi nada! Eso sí que es tomar posesión
de algo verdaderamente importante ¿o no?
Luego en el Parlamento, en sesión
conjunta de ambas cámaras, en la que apretujaditos están diputados y senadores,
y ante su encantadora familia real, lo digo sin el menor retintín, es proclamado rey
constitucional y jura la constitución, cosa que está muy bien. Y pronuncia su discurso.
Correcto,
satisfactorio y en el que yo echo de menos un reconocimiento del respaldo de
los republicanos, que fieles a un pacto, contribuyen eficazmente al
sostenimiento de la monarquía, cuando en la calle se pide cada vez más
insistentemente un referéndum. O sea que se está pidiendo que la legitimidad emane
de una consulta popular, de la voluntad popular ¡Pero lo sorprendente para mí
es que el rey abdicado no estaba presente en el acto de proclamación! Debe ser
por alguna poderosa razón que no se ha divulgado, que yo sepa.
Tras el acto en el Congreso de los Diputados
el rey abandonan el edificio, asiste a un desfile militar, y en coche
descubierto cruza la ciudad por calles guarnecidas de un discreto gentío que
vitorea con tibieza, me parece que movido más por la curiosidad que por fervor
monárquico. Vamos, que la cabalgata de los reyes magos despierta mucho más entusiasmo.
En el Palacio Real enorme
recepción a lo más conspicuo del país y donde no hay jefes de estado extranjeros
¡todo queda en casa!
Y Rajoy ufanándose de una
sucesión tan pacífica y ejemplar ¡Vamos, de la Ilustración tan solo el
despotismo: "Todo para el pueblo, pero sin el pueblo"
¡Maestro, que se le ha parao el
reloj!
2 comentarios:
Estoy de acuerdo, socio, suena todo un poco raro. Y en estos niveles todos los detalles se miran mucho y todo tiene un significado y un porqué, así que algún motivo tiene que haber para que hagan las cosas de esta forma un tanto extraña. Pero a mí se me escapa.
Es q, históricamente, desde q España perdió su papel predominante en el mundo ¡no acaba de encontrar su sitio!
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