Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

martes, 1 de mayo de 2007

El peligro capilar.




En esta entrada aparece en primer lugar la tercera entrega del salterio, y a continuación el chiste de la oreja. Este chiste, más viejo que la pana, lo he contado cientos de veces y ya apenas si lo cuento, salvo para dar entrada a una nueva amistad, en el círculo amistoso más próximo. Y este es el sentido que tiene aquí.



EL CHISTE DE LA OREJA

Este es el famoso chiste de la oreja dedicado a Rafol.



*****


Esto era una vez un pive que dándole pereza afeitarse en casa acudió, para su desgracia, a una barbería.


Al entrar vio al maestro, de edad madura, ocupado con un cliente. Al fondo estaba cesante el que parecía su aprendiz. Preguntó si le podían atender. El maestro le miró contrariado. Y el aprendiz se apresuró diciéndole ¡pase, pase!
Tomó asiento ¿Qué va a ser? preguntó el aprendiz. Rasurado respondió el cliente.
El cliente que había quedado adormilado con el suave frotar de la brocha, la húmeda caricia de la espuma y un poco embriagado por el perfume.
Despertó sobresaltado por un agudísimo dolor ¡hostias! El aprendiz de barbero le había sajado en la base de la nariz.
Apercibido del hecho el maestro, quemado como estaba por la proverbial torpeza de su discípulo, cogió lo primero que tuvo a mano que era un pesado secador y lo arrojó contra el discípulo. Pero este, más diestro en esquivar proyectiles que en el arte del Maestro Botón [1] . Apartándose, el proyectil impactó en la cabeza del sufrido cliente ¡hostias! repitió.
En nerviosismo se apoderó de aquella barbería ¡Cojostias! Fue la exclamación irreprimible del cliente cuando sintió que la navaja se hundía en su mentón y notaba como fluía un manantial de sangre. El maestro, como un resorte disparó un pesado tarro de colonia contra su discípulo, que una vez más esquivó, haciendo blanco en una sien del herido ¡Joder! exclamó desesperado. El discípulo, cada vez más nervioso, le dio un tajo a su cliente en el cuello. Esta vez tuvo más suerte porque no quedaron interesados ni la yugular ni la laringe, aunque el corte fuera largo y profundo ¡Cabrón! Exclamó. Alertado el maestro arrojó sobre su discípulo –a la vez que le decía ¡Hijo puta!- el reposa cabeza de hierro y hule del sillón que tenía al lado. Esquivó el discípulo mientras que el cliente encajaba una vez más el golpe, ahora en el cogote, produciendo un ruido sordo y seco ¡Hosttt! Exclamó a punto de desmayarse.


Parecía que nada podría empeorar la situación ¡Pero sí! Porque aquel aprendiz, temblando como un flan, de un certero tajo cercenó limpiamente una oreja de su cliente. Y este, que estaba alerta, exclamó ¡Písala, písala, que como este hijo puta la vea me mata!

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[1] El Maestro Botón era un bisabuelo mío, onubense como yo, y barbero de profesión. Tenía en su establecimiento muchas jaulas con canarios que cantaban sin parar y alegraban al maestro y a su parroquia. Era la época en la que los barberos sacaban muelas y es de suponer que los dolores con trinos serían más llevaderos. No eran melódicos tan sólo sus pájaros porque el propio maestro, según testimonio de su nieta, que era mi madre, tocaba muy bien la guitarra, sobre todo cuando estaba entonado con una o dos copitas de vino.
Su mote le venía del hecho de que su padre, originario de Málaga, solía vestir una elegante levita con muchos botones y en aquella Huelva de mediados del XIX tal atuendo debía resultar muy singular.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡¡¡¡¡¡¡¡Qué bueno!!!!!!!!! :-)
Yo, fan nº1 de Saltés y habiendo escuchado el chiste de la oreja aproximadamente 1000 veces, no me esperaba que la combinación fuera a ser tan espectacular.
¡Enhorabuena, Saltés! Has entrada en la Blogsfera por la puerta grande!!!!

Anónimo dijo...

jajajjajajajajaja!!!!
y mira que ya nos lo sabíamos, pero es que ilustrado y todo...!!
Buenísimo!! Enhorabuena!!

Anónimo dijo...

Buenísimo! Esto es un lujazo de chiste. Saltés ataca de nuevo! parece que el blog ha servido de conjuro mágico para despertar a Saltés de su larga hibernación (felicidades también a los artífices del conjuro).
Queremos más! Voto por que este sea sólo el primero de una larga lista de chistes ilustrados.

Rafol dijo...

Joder! que gran honor que este chiste me lo hayan dedicado!
Enhorabuena! esto si que es currarse un blog.

Yo he de reconocer que como soy un poco lerdo la primera vez que escuche el chiste de la oreja, no lo pillé. Me lo tuvieron que explicar, lo cierto es que con estas ilustraciones ahora el chiste es a prueba de lerdos como yo!! jajaja.

Buenisima entrada!!!!!

Anónimo dijo...

¡¡¡Que gozada!!!
disfrutar de un (viejo conocido renovado)chiste ilustrado de Saltes. Más que un lujo! !! estamos de enhorabuena.
Voto por que tenga seguidores!!!

Anónimo dijo...

Estoy flipando con "mensejante" blog. Me gusta todo. Enhorabuena al Maestro y a sus seguidores.
Hay que completar con más chistes ilustrados. Propongo el del oso, casi tan famoso como el de la oreja.
Besos fuertes.
Zweig o Ana (Ramos).

Saltes dijo...

¡no me acuerdo cuál era el del oso!Besos Ana.

Anónimo dijo...

Tomás, el chiste del oso lo venimos escuchando de Agapo durante los últimos 3 meses (!) y me lo imagino ilustrado por tí... ¡quedaría genial! tienes que oirlo.
Besote. Zweig.

Anónimo dijo...

Glorioso, genial...Plas, plas, plas, plas. El estadio se pone en pie para ovacionar a Tomás en su estado mas puro, la muchedumbre lo ovaciona pasando del hombre mediático al hombre mesiánico. Eres sencillamente cojonudo, y en este comic-chiste te has salido del tiesto. Felicidades, tío, por esta internetzada, pues desde el sacro momento en que apareció en la red el chiste de la oreja, el ciberespacio ve brillar una nueva estrella. Hoy me has cambiado el día

Saltes dijo...

Fernandito ¡ya te echaba yo de menos! Mantente al loro porque pronto saldrá otra historia choquera: la de aquella señora tan fina que se sentía estresada por las tareas domésticas y tan sólo la consolaba la telenovela de las 4 . Si no te acuerdas pregúntale a tu madre que fué quien me la contó. La de "no flemes" ¿la viste?

¿qué tal la Señora? ponme a sus pies. Besos.