VIVIR EN UNA CHARNELA.
Las charnelas son bisagras y se usan en puertas, ventanas, cajas, etc. para lo que todo el mundo conoce.
Pero en sentido figurado ese concepto tiene otros usos.
Por ejemplo en Geometría Descriptiva, en la que hay un plano de representación en el que queda representada la realidad. Mientras que la realidad está anotada en otro plano distinto, el plano de la realidad. Ambos planos son secantes, por lo que tienen una recta común que pertenece a los dos y que tiene las cualidades de ambos. Porque sus elementos, sus segmentos y sus puntos, son a la vez reales y representados. Luego es una charnela, porque las bisagras tienen una parte que es puerta y otra que es pared. Gracias a eso el sistema funciona, pero desarrollarlo aquí y ahora es largo e innecesario.
Pienso que algo parecido pasa con el "plano de la antigüedad" y el "plano de la modernidad". El pretérito y el futuro cuya charnela es el presente, donde el pasado pasó y al futuro se le ve venir.
En uno de los planos todo es antiguo y en el otro todo es moderno. Pero hay "una recta", la del presente, que es común a ambos planos. Es una charnela. De modo que uno que está situado en ella está en el lugar híbrido en el coexiste lo antiguo y lo moderno. El sistema condenado a perecer como pasado y el sistema llamado a llenar ese hueco que ya se irá configurando como presente, pero de momento se presenta como futuro.
Dada mi provecta edad creo haber vivido una charnela:
Recuerdo en mi infancia como reinaba una miserable antigüedad debida a una posguerra en todo su rigor.
Cómo, por ejemplo apenas si se veían camiones y los materiales de obra, por ejemplo, se transportaban en carros tirados por mulos.
Recuerdo como esos mulos a veces se aliviaban vertiendo caudalosas meadas de un potente color azufre que despedía un poderoso olor como de un regaliz superlativo.
Bueno, no sigo, porque no hace falta, pero aquél mundo se diferenciaba poco del retratado en los cuadros antiguos. Por eso pienso que vivo en la charnela donde pasado, presente y futuro están mezclados.
Pienso, indebidamente, que soy un privilegiado en el plano cronológico.
Pero no es así, porque si nos fijamos todos hemos conocido una edad antigua en la que no había teléfonos móviles inteligentes, ni redes sociales como hay hoy, sino antiguallas de todas clases que a veces todavía persisten.
Hasta los niños más pequeños vivirán una charnela que desde la cumbre senil en que me encuentro es imposible distinguir y por ello percibir debidamente.
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