LA LETRA CON GUSTO
ENTRA.
Tengo la costumbre de hacerle
libros a mis nietos. Son, entre otras cosas, cápsulas de supervivencia.
Son libros de dibujos hechos con
acuarelas que también tienen letras. En unos casos son libros de letras
ilustrados. El primero de ellos fue un abecedario que le hice a Nico. A Jorge,
su hermano, no le hice abecedario porque tenía el de su hermano. Le hice otro
abecedario a Alberto. Y en estos días acabo de terminar un abecedario que le hice
a Elia, del que voy a dar detalles en este post.
Elia tiene tres meses y ya se le
ve afición por los libros. Le han prestado uno de colorido contundente y
configuración muy concreta que mira con atención. Lo que me llevó a la
convicción de que su abcedario no podía demorarse más. Y a matacaballo se lo
hice en el transcurso de una semana.
Este abecedario está a la última,
porque no tiene che, ni elle, que han sido desahuciadas por la autoridad
competente. También carece de uve doble que verdaderamente no es española. No
es que esté en plan rancio, pero no!
Lo primero es hacer la lista de
palabras que correspondan a imágenes contundentes y atractivas para ella.
Lista que consensué con sus primos, Nico de 11 años y Jorge de 8.
Lo segundo es comprar el papel,
en Cartulinas la Riva. Papel de acuarela de 500 gramos por metro cuadrado y de
grano fino, cortarlo y doblarlo. Resultando dobles hojas, que simples miden,
más o menos, 18 X18 cm.
Lo tercero es dibujar en la
página de la derecha la ilustración y en la de la izquierda la palabra
ilustrada. Escrita con tinta azul y pluma estilográfica en letra cursiva.
Lo cuarto es encuadernarlo. Según
un método que me he inventado que está muy bien. Es una versión de la
encuadernación española. Que consiste en coser los cuadernillos, en este caso
las gruesas dobles hojas, a cintas, dos en este caso. La novedad ha consistido
en que entre las cintas y el lomo está la tarlatana. De modo que los cartones
de las pastas tienen pegados por la parte interior la tarlatana y por la
exterior las cintas, con lo que quedan firmemente adheridos, pero con la
apertura muy flexible. Por supuesto el lomo está rematado por las cabezadas
correspondientes. Por último fui a comprar en Amadillo un papel-tela amarillo
precioso y unas guardas, que parecen de Polloc, preciosas, con lo que rematé la
faena.
Puede parecer que esté vacilando,
pero da la impresión que a Elia le ha gustado, porque lo mira con mucho interés.
Y también mira interesada el grafismo de las palabras escritas.
Recuerdo con toda nitidez las
primeras letras que vi, creo que ya lo dije en otro post, me la enseñó doña Ana
cuando yo tenía cuatro años y ella, supongo rondaría mi edad actual. Era mi
vecina, maestra jubilada. Y bajaba las escaleras del primero izquierda al bajo
derecha, donde vivía ella. Y en esas mañanas inolvidables me enseñaba esos mágicos
dibujos que son las letras ¡Lástima que no fuéramos chinos en la China! Porque
si hay algo que me mata es no conocer la escritura oriental. Ya lo creo que se
puede, pero es que por más que lo intento ¡no se me quedan esos signos
maravillosos!
Verdaderamente cuando hago
abecedarios para mis nietos, de quien primero me acuerdo es de doña Ana. Bueno, no
nos engañemos, antes que de doña Ana me acuerdo de ellos, en este caso de Elia. He tratado
de adoptar su punto de vista para conseguir que cada dibujo sea el más adecuado.
A continuación muestro las ilustraciones de este abecedario.
Y esto es todo por el momento. Que estoy en deuda con Jorge que tengo que urdir un libro del que ya tengo el prota, CELÉNTERMAN.
2 comentarios:
Es el libro más fantástico y a Elia le encanta!!!!! <3 :)
¡En Elia estaba pensando todo el rato!
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