Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

domingo, 4 de enero de 2015

¡Ver para vivir!


INDICIOS Y SIGNOS.

Cuando yo era profe le daba el coñazo a mis alumnos con cosas que había aprendido, buscando en los libros. Sobre todo con las más luminosas. Porque pensaba, como el ladrón que cree que todos son de su misma condición, que si me interesaban a mí le interesarían a ellos. Y así resultaba muchas veces. Y otras no.

Uno de los libros, más bien librito, es de lo más provechoso, se llama "La semiologia" de François Guiraud.

Allí habla de que semiología es un concepto antiguo y poco usado, tan solo por los médicos, y se refiere indicios o síntomas que presentan los enfermos que posibilitan el diagnóstico de una enfermedad.

Más recientemente, en la nueva lingüística, esa palabra significó también ciencia de los signos. De todos los signos. De los que ha creado la gente para comunicarse, que son artificiales. Y los signos de la vieja semiología médica ya no se llaman signos, se llaman indicios.

De los signos, artificiales, propiamente dicho, se distinguen dos clases: Signos motivados y signos inmotivados. Signos inmotivados son los del lenguaje. P. e. el sonido león o el grafismo escrito león en nada se parece a un león, es un signo inmotivado, y no lo descifra nadie que no sepa español o una lengua parecida. Mientras que un dibujo que represente un león lo pueden descifrar chinos y japoneses estupendamente, y se llama signo motivado.

La pintura figurativa produce, obviamente, signos motivados. Lo que pasa es que uno son más motivados que otros.

Todo esto me ha venido a la memoria porque he visto por segunda vez la exposición "Sorolla y Estados Unidos" de Mapfre de Recoletos. Que si no habéis visto aún, mejor que pongáis remedio a ese desastre. De ese montón de cuadros quiero señalar cuatro o cinco, o más.

Uno es el titulado "Alhambra de Granada" ¡Es motivado con rabia! No tengo nada que decir, hay que verlo y punto. Sorolla plantaría su caballete en el Generalife, colocaría su lienzo, cargaría de pinturas su paleta, y pincel en ristre se pondría a traducir a brochazos lo que sus ojos estaban viendo. Donde viera una luz dorada pondría un brochazo de blanco amarillento y donde viera una sombra un brochazo de azulado oscuro. Así, como el que libra un combate de boxeo, a golpes de brochas empastadas hasta que diera por finalizada su obra.

Cuando uno ve ese cuadro no ve el Generalife, ve ese cuadro. Que le evocará el recuerdo del Generalife, si es que lo vio alguna vez. Y si no lo vio, pero si lo ve en el futuro, recordará el cuadro de Sorolla. Lo que ve es un cuadro que, entre otras cosas, evidencia que es un signo motivado. Ver todo eso da un gusto enorme ¿por qué? ¡Pues no lo sé!

Parecido efecto produce el retrato de "El pintor Ralph Elmer Clarkson" y aún más el de otro pintor que está al lado, del que no tengo ahora la referencia ni, incomprensiblemente, viene en la red.

Pero se aleja más de ese paradigma los retratos oficiales como el de Alfonso XIII o el de la reina Victoria Eugenia, que no está tan pendiente de lo que ve como de lo que quiere que los demás vean. Y que puede que medie en ellos la fotografía. Claro que el muchos de sus cuadros costumbristas tendrían el apoyo de las fotos de su suegro...

Y alejadísimos del todo están los cuadros conmemorativo de Cristóbal Colón saliendo del Puerto de Palos. En los que la motivación de esos signos sería de otro signo, valga la redundancia.


Bueno, que si no la habéis visto que la veáis. Y si la habéis visto ¡pues otra vez! que eso no hace daño, ni engorda más que el espíritu ¡y eso es bueno!


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