EL CERDITO FALDERO.
Ayer salí a darme un paseo
terapéutico por Monte Carmelo, que es una de esas urbanizaciones espaciosas y
medio desérticas que han hecho recientemente en Madrid. Andaba distraídamente
por la calle Monasterio de Silos Y vi a una chica que me pareció que paseaba un
perro. Algo me chocó...No era un perro ¡sino un cerdito! bastante pequeño. Del
tamaño de un perro pequeño. Lo llevaba con su correíta ¡como un perro!
Regordete o redondito y tenía grandes lunares, como Pequeño Tío, el caballo de
Pipi Calzas Largas.
El cerdito iba gruñendo,
suavemente, y también iba hozando entre las hojas secas caídas de los plátanos,
tan frecuentes en esta época del año ¡Es que cada especie tiene sus costumbres
y no hay dueña ni correíta que pueda torcer el sino de un espécimen!
No me atrevía a hacerle una foto
al cerdito, ni siquiera pidiéndole permiso a su dueña. A la vuelta de mi paseo
volví a ver a la chica con su cerdito. Estaba hablando con otra chica que
paseaba a un perrito ¡Qué vulgaridad! Luego se despidieron y se separaron.
Me acordé del libro que acababa
de leer, "De animales a dioses" del que he dado cuenta en el post
anterior, porque el autor de ese libro habla del maltrato al que se le somete a
los animales en las granjas. Especialmente a los cerdos que son muy sensibles
y, digamos, humanos. Después de los monos, nosotros somos monos verdaderamente,
son los más parecidos a nosotros (en muchos casos es evidente). No lo dice pero
entendí que los cerdos son más próximos a nosotros en su sensibilidad que los
perros.
Una vez me llamó la atención la
noticia que decía que habían multado a un granjero por no tener juguetes para
los cerdos. Porque parece que estos animales son imaginativos y sensibles y
sufren como sufriríamos nosotros si nos hicieran lo que a ellos les hacen. Lo
mismo que, según he oído decir, Juan Ramón le daba pasteles a Platero para
resarcir a la especie por lo menos en un individuo, el cerdito de Monte Carmelo
supone la redención simbólica de tanto marrano maltratado.
Los perros no se comen (no se
comen aquí, que en China sí) y se tienen de compañía. Mientras que los cerdos
sí que se comen y, por lo general, no se tienen de compañía.
Se comen aquí. Pero los musulmanes tienen prohibido comer cerdo.
También los judíos.
¿Por qué tienen prohibido los
musulmanes comer cerdo? Hay muchas teorías, pero la que mantenía Don Enrique
Lafuente Ferrari, amadísimo maestro, es que la carne de cerdo es tan parecida a
la carne humana que para combatir el canibalismo también está prohibida. No
vaya a ser, digo yo, que un día se le haya terminado a uno los filetes de cerdo
y echen mano de un vecino. Bien pensado, más vale cortar por lo sano: No se
comen vecinos, ni siquiera cerdos.
Habrá quien se fie más de Marvin
Harris ¡Pues yo no! Porque don Marvin decía en uno de sus libros que los árabes
no comían cerdo porque resulta muy costoso criarlos en Arabia, pero en Indonesia,
donde hay más musulmanes que en cualquier otro país de la Tierra, y donde los
cerdos se crían sin sentir, se los comían los musulmanes.
Pues bien, teníamos unos vecinos
indonesios y otros malayos a los que invitamos un día a merendar con otros
vecinos vernáculos para que hicieran amigos. Mi chica dijo que pondría
embutidos, pero como son musulmanes... ¡No, no, no! Dije yo. Porque dice Marvin
Harris... y le suelto el rollo. Confió mi chica en mí en aquella ocasión ¡mal
hecho! (por lo general no suele cometer tales errores). Puso embutidos y, menos
mal, otras cosas. Y ¡ni los malayos ni los indonesios probaron la chacina!
Tampoco la cecina. Y mira que es de vaca o de caballo. Más tarde comenté con
mis amigos malayos la teoría de Harris y me dijeron que de eso nada monada, que
el jalufo ni lo huelen ¡porque son musulmanes!
De todos modos nada es seguro,
porque tengo un colega en Huelva que es sirio y le pega, cuando se le presenta
la ocasión, al jamón y al vino. Y le digo, "no estarás contraviniendo... "
y me respondió.
"Que esté prohibido comer
jamón y beber vino no lo pone en el Corán ¡En ningún sitio!"
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