Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

domingo, 14 de diciembre de 2014

La fauna compañera.


EL CERDITO FALDERO.

Ayer salí a darme un paseo terapéutico por Monte Carmelo, que es una de esas urbanizaciones espaciosas y medio desérticas que han hecho recientemente en Madrid. Andaba distraídamente por la calle Monasterio de Silos Y vi a una chica que me pareció que paseaba un perro. Algo me chocó...No era un perro ¡sino un cerdito! bastante pequeño. Del tamaño de un perro pequeño. Lo llevaba con su correíta ¡como un perro! Regordete o redondito y tenía grandes lunares, como Pequeño Tío, el caballo de Pipi Calzas Largas.

El cerdito iba gruñendo, suavemente, y también iba hozando entre las hojas secas caídas de los plátanos, tan frecuentes en esta época del año ¡Es que cada especie tiene sus costumbres y no hay dueña ni correíta que pueda torcer el sino de un espécimen!

No me atrevía a hacerle una foto al cerdito, ni siquiera pidiéndole permiso a su dueña. A la vuelta de mi paseo volví a ver a la chica con su cerdito. Estaba hablando con otra chica que paseaba a un perrito ¡Qué vulgaridad! Luego se despidieron y se separaron.

Me acordé del libro que acababa de leer, "De animales a dioses" del que he dado cuenta en el post anterior, porque el autor de ese libro habla del maltrato al que se le somete a los animales en las granjas. Especialmente a los cerdos que son muy sensibles y, digamos, humanos. Después de los monos, nosotros somos monos verdaderamente, son los más parecidos a nosotros (en muchos casos es evidente). No lo dice pero entendí que los cerdos son más próximos a nosotros en su sensibilidad que los perros.

Una vez me llamó la atención la noticia que decía que habían multado a un granjero por no tener juguetes para los cerdos. Porque parece que estos animales son imaginativos y sensibles y sufren como sufriríamos nosotros si nos hicieran lo que a ellos les hacen. Lo mismo que, según he oído decir, Juan Ramón le daba pasteles a Platero para resarcir a la especie por lo menos en un individuo, el cerdito de Monte Carmelo supone la redención simbólica de tanto marrano maltratado.

Los perros no se comen (no se comen aquí, que en China sí) y se tienen de compañía. Mientras que los cerdos sí que se comen y, por lo general, no se tienen de compañía.

Se comen aquí. Pero los musulmanes tienen prohibido comer cerdo. También los judíos.

¿Por qué tienen prohibido los musulmanes comer cerdo? Hay muchas teorías, pero la que mantenía Don Enrique Lafuente Ferrari, amadísimo maestro, es que la carne de cerdo es tan parecida a la carne humana que para combatir el canibalismo también está prohibida. No vaya a ser, digo yo, que un día se le haya terminado a uno los filetes de cerdo y echen mano de un vecino. Bien pensado, más vale cortar por lo sano: No se comen vecinos, ni siquiera cerdos.

Habrá quien se fie más de Marvin Harris ¡Pues yo no! Porque don Marvin decía en uno de sus libros que los árabes no comían cerdo porque resulta muy costoso criarlos en Arabia, pero en Indonesia, donde hay más musulmanes que en cualquier otro país de la Tierra, y donde los cerdos se crían sin sentir, se los comían los musulmanes.

Pues bien, teníamos unos vecinos indonesios y otros malayos a los que invitamos un día a merendar con otros vecinos vernáculos para que hicieran amigos. Mi chica dijo que pondría embutidos, pero como son musulmanes... ¡No, no, no! Dije yo. Porque dice Marvin Harris... y le suelto el rollo. Confió mi chica en mí en aquella ocasión ¡mal hecho! (por lo general no suele cometer tales errores). Puso embutidos y, menos mal, otras cosas. Y ¡ni los malayos ni los indonesios probaron la chacina! Tampoco la cecina. Y mira que es de vaca o de caballo. Más tarde comenté con mis amigos malayos la teoría de Harris y me dijeron que de eso nada monada, que el jalufo ni lo huelen ¡porque son musulmanes!

De todos modos nada es seguro, porque tengo un colega en Huelva que es sirio y le pega, cuando se le presenta la ocasión, al jamón y al vino. Y le digo, "no estarás contraviniendo... " y me respondió.


"Que esté prohibido comer jamón y beber vino no lo pone en el Corán ¡En ningún sitio!" 


No hay comentarios: