Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

sábado, 20 de septiembre de 2014

Lo bien hecho, bien parece.


VOTAR O NO VOTAR, ESE ES EL PROBLEMA.

Parece ser que lo que quieren la mayoría de los catalanes que protestan no es tanto la independencia como votar.

El Gobierno de la Nación en lo que está interesado principalmente es que en Cataluña no prospere la independencia e  ignorar completamente el deseo de votar de muchos catalanes.

Por otra parte, los independentistas, aprovechan ese deseo mayoritario de votar de los catalanes  para favorecer su causa. Y las autoridades de la Comunidad Autónoma de Cataluña, que son parte de las autoridades del Estado Español, obran en contra de la actual configuración de dicho Estado, de un modo escandalosamente desleal.

Todo eso es un desorden, un río revuelto en el que todos pretenden pescar clamorosamente. Lo cual es imposible y conduce al fracaso, y a frustraciones muy profundas que puede producir perjuicios insospechados.

Aparte de que cada uno tenga sus ambiciones y sus aspiraciones, lo suyo es jugar limpio. De modo que si muchos catalanes quieren votar lo suyo es decirles que sí, que se hará todo lo posible para que voten, pero de modo adecuado. Y el Parlamento Español debería promover tal votación ¡Y acabar votando! Porque decir que los ciudadanos españoles tienen la última palabra en el destino de España, e impedir que esa palabra se emita es una trampa. Y el clamor catalán es tan sonoro que ignorarlo es una irresponsabilidad. Porque no se sabe lo que puede pasar, y desde luego nada bueno. Cuando un número importante de ciudadanos cuestiona la legitimidad, hay que revalidarla.

Y ese modo adecuado de votar en este asunto hay que establecerlo, puesto que no está establecido. Y todo el mundo, partidario de lo que sea, debe acercar sus posiciones para establecer reglas de juego universales, exentas de prejuicios y ventajismos, establecerlas y aplicarlas lealmente. Llevar a cabo la consulta y respetar el resultado.

Lo primero que habría que determinar es quienes son los legítimos votantes. Tendrán que ser los afectados. Y afectados son los catalanes, pero también lo son el resto de los españoles.

Luego habría que determinar la pregunta. A la que habría que responder con un sí o con un no.

Para lograr la independencia ¿qué mayoría habría que obtener? ¿La mayoría simple? (más de mitad de los que voten) ¿La mayoría absoluta? (más de mitad de los que pueden votar) ¿La mayoría cualificada? (2/3  o lo que se establezca).

También habría que discutir y determinar, no adivinar, en qué términos se produciría, en su caso, la secesión.

 ¿Sería Cataluña algo parecido a Portugal? ¿Debería favorecer España la entrada de Cataluña en la Comunidad Europea, o por lo menos no vetarla? ¿Cuál sería la nacionalidad de los catalanes que hoy son todos españoles? ¿Habría doble nacionalidad? En tal caso ¿sería opcional u obligatoria? De tener doble nacionalidad ¿Votarían los catalanes en las elecciones generales de España? Por el contrario ¿serían ciudadanos españoles con derechos recortados? ¿Habría libre circulación de ciudadanos, de capitales y de mercancías?

Hay que evitar futuribles idílicos o catastróficos. Lo que hay que hacer es redactar el "contrato", para evitar sorpresas desagradables.

Hay muchas cosas que establecer previamente antes de votar así a la pata la llana.  Lo que los independentistas deberían exigir es que se pusiera en marcha ese proceso, que concluiría con la votación legal y consensuada. No hacer una votación precipitada e ilegal. Eso se podría hacer si se estuvieran en una posición de fuerza. Pero no nos engañemos, este no es el caso.


Y, desde luego, habría que hacer un gran esfuerzo por todas las partes por establecer un diálogo amable y comprensivo. Después de todo, hoy por hoy, somos compatriotas. Y a este paso nos convertiríamos en enemigos irreconciliables ¡Y sería una pena!


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