VOTAR O NO VOTAR, ESE
ES EL PROBLEMA.
Parece ser que lo que quieren la mayoría
de los catalanes que protestan no es tanto la independencia como votar.
El Gobierno de la Nación en lo
que está interesado principalmente es que en Cataluña no prospere la
independencia e ignorar completamente el
deseo de votar de muchos catalanes.
Por otra parte, los
independentistas, aprovechan ese deseo mayoritario de votar de los
catalanes para favorecer su causa. Y las
autoridades de la Comunidad Autónoma de Cataluña, que son parte de las
autoridades del Estado Español, obran en contra de la actual configuración de
dicho Estado, de un modo escandalosamente desleal.
Todo eso es un desorden, un río
revuelto en el que todos pretenden pescar clamorosamente. Lo cual es imposible
y conduce al fracaso, y a frustraciones muy profundas que puede producir
perjuicios insospechados.
Aparte de que cada uno tenga sus
ambiciones y sus aspiraciones, lo suyo es jugar limpio. De modo que si muchos
catalanes quieren votar lo suyo es decirles que sí, que se hará todo lo posible
para que voten, pero de modo adecuado. Y el Parlamento Español debería promover
tal votación ¡Y acabar votando! Porque decir que los ciudadanos españoles
tienen la última palabra en el destino de España, e impedir que esa palabra se
emita es una trampa. Y el clamor catalán es tan sonoro que ignorarlo es una
irresponsabilidad. Porque no se sabe lo que puede pasar, y desde luego nada
bueno. Cuando un número importante de ciudadanos cuestiona la legitimidad, hay
que revalidarla.
Y ese modo adecuado de votar en
este asunto hay que establecerlo, puesto que no está establecido. Y todo el
mundo, partidario de lo que sea, debe acercar sus posiciones para establecer
reglas de juego universales, exentas de prejuicios y ventajismos, establecerlas
y aplicarlas lealmente. Llevar a cabo la consulta y respetar el resultado.
Lo primero que habría que
determinar es quienes son los legítimos votantes. Tendrán que ser los
afectados. Y afectados son los catalanes, pero también lo son el resto de los
españoles.
Luego habría que determinar la pregunta. A la que habría que responder con un sí o con un no.
Luego habría que determinar la pregunta. A la que habría que responder con un sí o con un no.
Para lograr la independencia ¿qué
mayoría habría que obtener? ¿La mayoría simple? (más de mitad de los que voten)
¿La mayoría absoluta? (más de mitad de los que pueden votar) ¿La mayoría
cualificada? (2/3 o lo que se establezca).
También habría que discutir y
determinar, no adivinar, en qué términos se produciría, en su caso, la secesión.
¿Sería Cataluña algo parecido a Portugal? ¿Debería
favorecer España la entrada de Cataluña en la Comunidad Europea, o por lo menos
no vetarla? ¿Cuál sería la nacionalidad de los catalanes que hoy son todos
españoles? ¿Habría doble nacionalidad? En tal caso ¿sería opcional u
obligatoria? De tener doble nacionalidad ¿Votarían los catalanes en las
elecciones generales de España? Por el contrario ¿serían ciudadanos españoles
con derechos recortados? ¿Habría libre circulación de ciudadanos, de capitales
y de mercancías?
Hay que evitar futuribles idílicos
o catastróficos. Lo que hay que hacer es redactar el "contrato", para
evitar sorpresas desagradables.
Hay muchas cosas que establecer
previamente antes de votar así a la pata la llana. Lo que los independentistas deberían exigir
es que se pusiera en marcha ese proceso, que concluiría con la votación legal y
consensuada. No hacer una votación precipitada e ilegal. Eso se podría hacer si
se estuvieran en una posición de fuerza. Pero no nos engañemos, este no es el
caso.
Y, desde luego, habría que hacer
un gran esfuerzo por todas las partes por establecer un diálogo amable y
comprensivo. Después de todo, hoy por hoy, somos compatriotas. Y a este paso
nos convertiríamos en enemigos irreconciliables ¡Y sería una pena!
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