LAS CASAS DE MIS
ABUELAS.
Mis dos abuelas se llamaban igual
pero se las nombraba de modo distinto, a la materna le llamaba "abuela
Lola" y a la paterna "mamá Dolores". A mi abuelo materno,
Enrique, ni lo conocí y al paterno, Tomás como yo, o yo como él, mejor dicho,
lo conocí poco.
Murió mi abuelo Tomás cuando yo
tenía cinco años. El caso es que hasta que cumplí esa edad tuve tiempo de sobra
para tratarlo, pero lo traté poco. Recuerdo que era un anciano magro y
sarmentoso que liaba sus cigarrillos y yo le ofrecía hojas secas de parra
trituradas porque en todo me parecía igual que el tabaco. él rechazaba
amablemente mi ofrecimiento sin darme propiamente una explicación. Pero es que
parece que había sufrido un ictus del que seguramente nunca llegó a recuperarse
totalmente. Era marinero y le sobrevivieron muchos años dos gorras suyas que
estaban colgadas en una percha junto a la entrada. Una de más diámetro que la
otra. Parecidas, sobre todo la mayor, a las gorras militares, aunque eran
perfectamente civiles. Parecida la más chica a las que cubren a Lenin en las fotos.
Ambas casas eran singulares,
verdaderamente no conozco ninguna que no lo sea, y muy distintas. La de mi
abuela Lola era un segundo o tercer piso de la calle del Puerto. Y la de mi
abuela Dolores una casa baja de la calle de la Paz.
La casa de mi abuela Lola tenía
un salón-comedor más bien oscuro que daba a dos habitaciones muy luminosas con
balcones a la calle. A continuación del salón había un espacio realmente
surrealista, un pasillo que rodeaba un vacío, coronado por una montera o lucernario
de cristal y hacia abajo el precipicio, rodeado por pasillos análogos al
nuestro de los pisos más bajos. Y abajo del todo un sombrío y amplio espacio,
la casa de Segunda, que es como se llamaba esa vecina. Me resultaban muy
llamativa la sombra de abajo, a donde se podría uno caer fácilmente, y la luz
de arriba, a donde no se podía ascender tan espontáneamente.
Había más cosas interesantes en
casa de mi abuela Lola, donde vivían además su hija, mi tía Julia, su marido,
mi tío Pedro, un tipo interesante que pintaba muy bien, y misterioso, porque
tenía un ojo de cristal y los hijos de ambos, mis primos Pepe, Loli y Julio.
Tenía mi tía Julia -¡que me
encontraba guapísimo! y me lo decía con mucho entusiasmo- una perrita pequeña
que se llamaba Linda. Y que trataba con Zotal para librarla de parásitos. Y con
ese olor tan característico están enredados esos recuerdos.
Iba mucho más a casa de mi abuela
Dolores, donde, además vivía mi tía Gertrudis que vestía de negro, con mantón
espeso en invierno y manto translúcido en verano, había muchas señoras en esa época de ese modo ataviadas, como en Irán. Aquella era una casa que daba mucho más juego, y donde podía estar jugando solo con
la tierra de lo que llamaban impropiamente el corral, porque entonces no había
ningún animal. Tan solo un huerto inculto.
Tengo que aclarar que para mí el
estar solo no es tal sino en la íntima compañía conmigo mismo.
Entre el dicho corral y la casa
había un patio. Enlosado y rodeado de arriates. Al salir de la casa a ese patio, a la
derecha y al final, había una enorme mata de yerbaluisa. En frente la mencionada
parra y a continuación, hacia la izquierda, la entrada al mencionado corral. Y
en la pared de la izquierda un cuartillo de cachivaches del que recuerdo
herramientas oxidadas, toscas parrillas hechas con alambres retorcidos y
caracolas marinas, a las que les rompí las puntas para hacer trompetas. Y a continuación otro cuarto un poco mayor, donde había una
mesa con un cajón lleno de especias, totalmente desordenadas, que desprendía
olores subyugantes, que nunca he olvidado y que abrí por primera vez cuando
tenía unos tres años.
Ahora también tengo un patio en
mi casa, un jardín y un huerto. Donde, más o menos, sigo haciendo lo que hacía entonces.
Y donde me reúno, no con mi abuelo, sino con mis nietos ¡que ya tienen nueve, siete y dos años! Y a los que les doy mucho más palique del que me dieron a mí. Tenemos una
parra, que como aquella también tiene hojas secas, pero como yo no fumo pues
mis nietos no han caído en la cuenta de ofrecerme ese falso tabaco.
2 comentarios:
Pues el post que se pueden hacer Nico y Jorge es cojonudo!! ;)
Bueno, y yo, y todo el mundo que cuando llega el verano me pregunta que cuando nos reunimos en casa de mis padres.. Es todo Feng shui!!
Y este jueves, cine de verano, por cierto!
¡Pues muy bien!
¡¡¡Este es 1 gerundio q T K GAS!!!
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