Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

sábado, 18 de marzo de 2023

Lúdica pedagogía.



EL MÉTODO DE LA PATATA.

Ayer viví una experiencia maravillosa.

Un bolo en el colegio Cardenal Herrera Oria en la clase de Dani, mi nieto, que tiene cinco año.

Me invitaron Begoña, su maestra, y también Ana, la maestra en la clase de al lado.

No fue uno solo sino que fueron dos los bolos. Primero en la clase de Begoña y luego en la de Ana.

Se trataba de realizar un experimento. Consistente en poner en práctica un método de dibujo:

El método de la patata.

Consiste este método en hacer unos redondeles: circunferencias, óvalos, ovoides, más bien imperfectos, que son el "encaje" de cuerpos y de cabezas, a los que se le añaden ojos, narices, bocas, extremidades de personas o de animales para conseguir imágenes pintadas con acuarela, en este caso.

Se extendieron grandes hojas de papel continuo blanco sobre unas mesas larguísimas y los estudiantes se pusieron alrededor con sus cajitas de acuarelas, sus pinceles y vasos de agua.

Previamente había hecho yo una demostración en un gran cuaderno colocado en una caja-caballete, herencia del famoso acuarelista Julio Quesada, que antes de desplegarse parecía una compacta maletita. Pero una vez desplegada parecía una gran araña de tres patas y largo cuello que causó gran sensación. También quedaron fascinados con los gruesos pinceles chinos, capaces de trazar lo grueso y lo fino.

A continuación les estuve enseñando los 90 dibujos de animalitos que para ellos había hecho según dicha técnica, en un cuaderno, que les regalé para estimularlos en sucesivas ocasiones.

Tras esa fase introductoria se pusieron manos a la obra ¡con resultados maravillosos! Sirva como muestra el siguiente dibujo de Dani.



¡Éxito total!

Además de las virtudes plásticas propias de dibujar, esta actividad tiene cualidades analgésicas ¡Quién lo diría!

Porque resulta que desde hace por lo menos tres semanas vengo sufriendo incómodos dolores en una pierna, por los que ando de médicos a la pata coja. Pero resulta que cuando he estado haciendo los dibujos de dicho cuaderno ¡no he sentido el más mínimo dolor! Como tampoco lo he sentido a lo largo de toda la mañana en la que estuve en el colegio en la que no he utilizado en absoluto el bastón que precavidamente había llevado.

Y es que a mí lo de la enseñanza me mola cantidad.

Placer prohibido desde mi obligado retiro, indebida y eufemísticamente  llamado "jubilación", porque lo jubiloso para mí era interactuar con mis discípulos. 

Y no es que eche de menos dar clase, pero si, como ahora, me surge la ocasión...¡Disfruto más que un cochino en un charco!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Tomás!!! Soy Begoña, disfrutamos todos muchísimo el viernes!!! Sinceramente no necesité despertador porque estaba deseando conocerte y vivir contigo esa experiencia. Los niños disfrutaron de lo lindo y nosotras más viéndolos tan integrados como de toda la vida.

Conseguiste mantener la atención y sacar de ellos esa creatividad y alegría que transmitieron en sus dibujos.

Mi única preocupación es haber abusado y que toda la mañana incluido ese fabuloso gigantesco cocodrilo hubiera sido demasiado y te pasara factura.

No tengo palabras de agradecimiento suficientes para ti y para Ana tu hija que estuvo toda la mañana entregada igual que tú.

Quiero además de agradecerte en nombre a Ana y mío está maravillosa experiencia y decirte que siempre tendrás la puesta de la escuela abierta porque más allá de un artista, eres maestro, y eso es para siempre, de esa vocación no se jubila uno nunca.

Gracias de corazon
Ana y Begoña

Anónimo dijo...

Soy Ana, la maestra de una parte de tus nuevos discípulos ; )
¡Qué grande eres Tomás!
Estupendo artista, maestro incombustible y extraordinaria persona.
Tu sencillez, cercanía y entusiasmo hizo emerger lo mejor de cada peque, creatividad a borbotones.
Se sintieron muy importantes compartiendo pinceles con un pintor famoso: " Tomás tiene cuadros en el Reina Sofía, como Picasso y su Guernica" , decían con admiración.
Gracias a Ana, tu hija, por ayudarnos con tanto cariño y a Dani por ser tan generoso y compartir a este superabuelo.
Y a ti Begoña, compañera de tantas y tantas aventuras, gracias por regalarnos este entrañable momento.
¡Una experiencia inolvidable!
Un abrazo enorme,
Begoña y Ana

Saltes dijo...

Queridas Begoña y Ana:

No he comentado antes porque no me aclaro del todo con el ordenador y él solito se puso en modo "Fuera de Servicio" y gracias a que mi chica me lo ha puesto "en el buen camino" puedo comunicar con vosotras.

Me encanta que estos "bolos" hayan salido tan bien.

Vosotras, ante mis ojos, encarnáis el progreso en un asunto tan esencial como es el inicio en de la vida civilizada de la gente en la edad más tierna y más dúctil. No puedo evitar el recuerdo de mi primera maestra, la señorita Teresa que cuando llego el primer día a su clase en ese colegio de postín me requisó el libro que llevaba, porque pensé, en mis 5 años, que al colegio había que ir con un libro, y tenía un libro de cuentos de baturros -estamos hablando de 1945- y nada más entrar en clase me lo requisó ¡no lo pude entender! Esperaba que me lo devolviera ¡pero nada! Dándole al majín me dije "será que piensa que un libro de baturros no será lo bastante serio..." Comprenderéis que ante mis ojos estáis en las antípodas de ella.

Por otra parte, como los judíos, adoro a los maestros, porque son quienes nos libran de la barbarie. Y desde las casas de los alumnos lo suyo es agradecer su labor y ayudar en lo que se pueda, por eso si no ayudé más a los maestros de mis hijas o no ayudo más a los que tienen y vayan a tener mis nietos es por entrometerme en donde no me llaman, pero siempre estoy disponible.

Vuestros piropos me conmueven y, como he dicho en el post no echo de menos mi vida docente ni de ningún otro modo, porque "circulo sin retrovisor" pero esas horas compartidas con todos vosotros han sido de absoluta felicidad.

Besos grandísimos! Y ya sabéis que, como dicen en Borinquen, ¡Estoy a la orden!