EL ÁRBITRO CORONADO.
Pablo Manuel y sus partidarios están empeñados en que la monarquía es anacrónica. Eso hay que pensarlo un poco más. Porque lo que viene de lejos no es necesariamente anacrónico. Porque casi todo viene de lejos, la democracia misma, que viene de la Grecia clásica, y no es anacrónica.
La monarquía comprende un binomio: Rey y Reino.
Lo anacrónico es poner el acento en el rey y lo vigente ponerlo en el reino.
Cuando se pone en el rey se ve la necesidad de que sea poderoso, absolutamente rico y poderoso. De ahí la necesidad de los reyes posean grandes fortunas. Que salen, necesariamente, de que los súbditos sufran estrecheces.
Si se poner el acento en el reino, es decir, en los países con régimen monárquico y no en los monarcas dueños de países, la monarquía puede tener mucho recorrido.
Si nos atenemos a los hecho, el actual rey de España está en función de su reino. Y mientras siga siendo así ¡chapeau!
Pablo Manuel y sus partidarios hacen bien en estar preparados por si hace falta la solución que les agrada a ellos. Pero deberían tener muy claro que solo habría que aplicarla si viniera al caso
¡Pero no hacer que venga al caso a empujones!
El poder disponer de un monarca que esté en función de su país, y no al revés. Y eso está bien.
Porque es disponer de un árbitro.
Un rey que reine pero que no gobierne.
Porque no es mejor árbitro el que mete más goles
Dado que los árbitros no tienen que meter goles.
Están para facilitar el juego.
Juego que juegan otros.
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