LA PERNICIOSA
MEGALOMANÍA.
Pone mi amiga Lola en Facebook
una cita de la revista de humor francesa Charlie Hebdo en la que se dice que la
cuarentena impuesta como defensa del COBID 19 demuestra tres cosas:
1.- Que la economía se derrumba tan pronto como deja de vender cosas
inútiles a personas endeudadas.
2.- Que es perfectamente posible reducir la contaminación.
3.- Que las personas peor pagadas del país son los más esenciales para su
funcionamiento.
Mucho me temo que todo eso es
verdad. Por lo que o maniobramos en consecuencia o estaremos totalmente perdidos.
El problema es que:
Por una parte, el crecimiento rápido
de la economía pasa por la aglomeración. Es decir que acumulando una población
muy grande en un espacio relativamente reducido se tiene a mano mucha gente que
está en el doble papel de PRODUCTOR y CONSUMIDOR.
Aunque asimétricamente, porque
cuanto más consumidores y menor gasto de
producción, mayor beneficio económico. Luego se tiende a ahorrar en sueldos de
los trabajadores. Por lo que sobran productores pero siempre faltan
consumidores. Por lo que se incrementan los parados, estacionales o permanentes.
Estos parados lo están como productores, pero no como consumidores y para
mantenerlos en activo, como consumidores, tienen que estar auxiliados por un
sistema de asistencia social.
Sistema administrado por la clase
política, que mantendrá sus empleos mientras que sean votados por la población.
Que está formada por ciudadanos que son consumidores, productores o parados.
Por otra parte las pandemias,
como la que estamos padeciendo, y las que puede que estén llamando a la puerta,
también pasa por la aglomeración.
Aglomeración que es de dos
clases: estática y dinámica. Estática la de las grandes urbes y dinámica la de
los transporte masivos, que son mayoritarios, que intercambia gente dentro de
una urbe o entre ellas.
Esa megalomanía no afecta tan
solo a los "perversos" capitalistas ¡afecta a todo el mundo! porque
está bastante generalizada la megalomanía. Si no de dónde las pasiones que desatan
el Real Madrid, el Atlético, el Barça etc. Y los macro espectáculos y macrobochinches
diurnos y nocturnos.
Ergo nos encontramos atrapados en
un terrible dilema: si hacemos lo que nos gusta allí está en COVID 19 dispuesto
a aguarnos las fiesta y si no lo hacemos se nos hunde el tenderete, porque la
economía está diseñada para multitudes y sin multitudes no funciona ¡lo que
dice Charlie Ebdo!
¡Hay que cambiar el rollo de la
gramola!
Y eso cuesta. Hay que pasar de
concentración y dedicarse a la dispersión.
Y el caso es que antes la dispersión
era sinónimo de miseria y ya no.
Habría que recuperar los pueblos
abandonados y emplear el esfuerzo colectivo en dotarlos de buenas y espaciosas
viviendas, de buenas calles, de buenas carreteras, de una buena red de comunicaciones,
porque hoy en día el teletrabajo no es una fantasía, es una realidad y dejar
las grandes ciudades sobre todo para el ocio, porque lo paradójico de hoy es
que llega el fin de semana y sale todo el mundo de las grandes ciudades, como
alma que lleva el diablo, al pueblo o a donde sea. Cuando lo suyo es que viva
uno en el pueblo y cuando esté agobiado de tanta quietud y de respirar tanto
oxígeno se vaya de asueto a la gran ciudad, al mogollón, a disfrutar del ruido
ensordecedor y a respirar un poco de
humo...
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