TONTUNA OTOÑAL
A mí lo del halloween me parece
la cosa más gilipollas del mundo.
No es que me parezca mal copiar
de los gringos.
Eso de que el que la copia la mama
¡depende!
Depende de que lo que se copie sea bueno o malo.
Pero copiar una cosa mema ¡pues
no!
Lo de ir a los cementerios a
llevar flores a los familiares fallecidos me parece bien.
Y puestos a copiar se podría haber
bajado un poquito y copiar a los mexicanos.
Que no van tan solo a limpiar las
tumbas y llevar flores, sino que van a festejar con los parientes difuntos.
Claro que los difuntos no beben
tequila ni comen tortillas ¡Ni se enterarán! lo más seguro.
Pero los familiares que acuden a
esos banquetes sí que se enteran de que ya están enterrados padres hijos y
hermanos, y ello les produjo un agudo dolor en su día. Pero en el día de los
difuntos se sienten muy cerca de ellos y los recuerdan con simpatía, con
alegría incluso, y evocan el tiempo en
que vivían juntos. Aquel tiempo de felicidad perdida.
Pero la estética del hallowen me
parece gilipollas. La gente vestida y maquillada de muertos horripilantes.
Ensangrentados, asesinados, torturados ¡un horror!
A veces pienso que se vive
rodeado de muertos. Mucha de la gente más querida ya está muerta ¡Y eso es
dramático!
Y recrearse de modo tan estúpido
en la estética más ordinaria de la muerte, francamente, me parece de pésimo
gusto.
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