¡FALTA MÍSTICA!
No sé exactamente qué es la
mística. Sé lo que a mí me parece que es la mística, pero me ha dicho mi amigo
Pedro, que es un prestigioso filósofo especialista en la obra de María
Zambrano, que es autoridad en el tema, que estoy en lo cierto. Así que allá
voy!
Yo no veo misticismo en Santa
Teresa ni en San Juan de la Cruz, veo en ellos un metafórico y sublimado
salimiento divino, pero no veo misticismo.
Me voy a explicar con una imagen:
una esfera o una circunferencia.
Una circunferencia es una línea
que rodea parte de una superficie, que es un círculo, que tiene un centro. y
una esfera una superficie que rodea parte de un espacio tridimensional que también
tiene un centro. En tales centros se aloja la mística.
En la circunferencia o en la superficie
esférica está la realidad fenoménica. Y cada punto es una realidad distinta de la de todos los demás puntos, de todas las demás realidades. Cada punto es distinto
de cualquier otro, tanto de los más cercanos como de los más lejanos. La
circunferencia y la esfera son reinos del solipsismo. Nada se relaciona con nada ¡Pero es
la pura realidad! Malamente perceptible, totalmente inmanejable pero
absolutamente real.
Para buscar relaciones, parecidos
o diferencias hay que salir de la
realidad y bucear en el interior del círculo o de la esfera y reconocer
"aboles filogenéticos". Vemos, o mejor dicho, determinamos, por
ejemplo, que todos los hombres y todas las mujeres participan de una común
humanidad. Y que un poco más hondo se enraíza con los monos, por ejemplo. Que
más hondo están enraizados todos los vertebrados. Que más hondo tenemos raíces
comunes con los cordados: lampreas, gusanos y ascidias que forman racimos
pegados al fondo del mar con más pinta de vegetal que de animal. Y así podemos
seguir profundizando y descubriendo parentescos insospechados. Pero ¡ojo! eso no
es la realidad. Sirve para manejarse uno con la realidad pero no es la realidad. Porque no hay más realidad que la
periférica.
En el centro mismo de esa esfera
o de esa circunferencia cuya "sustancia" es metafísica, más allá de
la física, que es la fenomenología, está, ya digo, la mística. En ese lugar
algunos colocan a Dios. Pero los hay, algunos sufíes, que consideran que Dios es
la primera fenomenología ¡que tiene tela!
El auténtico meollo, el auténtico
centro ni tiene nombre, y nada se sabe de él ni tiene manifestación alguna. Ese meollo tampoco es real. Pero sirve
para vérselas uno con la realidad. Porque es como una potentísima lupa con la
que se puede distinguir lo que es de lo que no es y relativizarlo todo. Es la
sublimación de la metafísica. Y la metafísica se practica cuando se emplea el
verbo SER.
Moraleja: si nos quedamos en la
mera circunferencia, o en la mera superficie esférica y no salimos de esa
realidad nos aguarda la total incomunicación. Pero si buceamos un poco vemos
que todo se relaciona con todo, y que esas barreras infranqueables son pura
patraña. En plan kantiano: en la periferia están los fenómenos y en el interior
los nóumenos, Los fenómenos son verdaderos pero inabordables salvo que se
recurra a los nóumenos, que no son verdaderos ¡y no se pueden tener por
verdaderos! que eso conduce a la catástrofe.
Entonces ¿qué?
Pues que vivimos en una
incertidumbre. Que la cultura es de natural fantasiosa, que nunca podremos
estar seguros de nada y agarrarse a cualquier certidumbre es aliarse con la
locura.
Me preguntaréis ¿es seguro eso
que dices?
Pues no, porque es un entramado
de nóumenos y esos nunca son seguros.
Ergo Don Pedro llevaba razón: vivimos en un sueño y el despertar es morir para siempre.
Me diréis ¿a qué viene ese sermón
relativista?
Pues viene a que ya me agota
tanto absolutismo, tanta noticia de gente tan segura de la certeza de sus ideas,
y de que sus nóumenos son verdaderos, cuando -por definición- no lo son. Y eso
nos lleva de cabeza al fenómeno fatal.
¡Y esa catástrofe sí que es
verdadera!
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