EN CONTRA DE LA
EDUCACIÓN FORMAL.
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He vivido de ser profesor de
dibujo. Primero en instituto y luego en la facultad de Bellas Artes hasta mi
jubilación. Y sigo viviendo de ello como pensionista. No obstante estoy en
contra de la educación en centros docentes.
En más de 40 años de docencia
jamás he educado a nadie, y he dado clase a cientos de alumnos, y, salvo
excepciones, jamás me han educado a mí mis profesores y he tenido muchos.
A mí me educaron en mi casa, que
es donde hay que educar. Y como no le eduquen a uno en casa ¡mala burra hemos
comprado! Digo, como muchos compañeros profesores: "Aquí se viene
educado". Y conozco muchos casos desastrosos de gente educada en el
colegio y no en su casa.
Me han educado mis padres, y
nadie más. Salvo unos años en un prestigioso colegio, pero, creo que con poco efecto.
Mi formación se ha ido
configurando en la enseñanza primaria, en el instituto, y en la Escuela de
Bellas Artes principalmente.
Y ¿qué hacías? me diréis.
Aprender.
En el colegio, en el Instituto, no con el debido
celo por mi parte, no obstante aprendí muchísimo, y en Bellas Artes,
Entiendo que los centros docentes
están para formarlo a uno. Y la formación se adquiere aprendiendo cosas:
lengua, matemáticas, ciencias, etc. Y para poder aprender todo eso tiene uno
que aprender a organizarse: su tiempo, sus recursos etc., acometer tareas:
plantearlas, desarrollarlas y concluirlas. En un instituto aprende uno mucho
más de lo que teóricamente aprende, porque no hay una asignatura de
organización, no obstante aprende uno a organizarse, por imitación o por lo que
sea.
Estoy en contra de la
"educación formal" porque, si se fija uno bien, tal educación
consiste en un entrenamiento para mandar o para obedecer. Para configurarse
como patricio o como plebeyo. Y, francamente, no me gusta ni lo uno ni lo otro.
En los centros docentes que
conozco desde dentro no se educa a nadie, pero, verdadera y misteriosamente la
gente resulta educada.
¿Cómo?
Como resulta que se redondean los
cantos rodados. Por el roce entre ellos impulsados por la corriente.
¡Paradojas de la vida!
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