Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

lunes, 13 de julio de 2015

Clamor unánime.



LA CALÓ.

Anda todo el mundo enloquecido con el calor que hace ¡cuarenta grados otra vez!

Pues yo estoy como loco de contento. Este mes de julio en Madrid es mi preferido, junto con el de agosto. Lo que me jode ¡y me jode muchísimo! es el frío y la oscuridad, y los días cortísimos. Pero esta caló es una bendición.

El calor, como todo en esta vida, hay que saber lidiarlo. No te vas a poner a caminar por el sol en la estepa hispánica a las cuatro de la tarde ¡palmas! ¿no vas a palmar? A las cuatro de la tarde te echas una siesta a la sombra y donde corra aire.

No he oído a nadie que se queje del frío, pero del calor protesta todo quisque. Bueno ¡pues que proteste! A mí, si nadie habla de calor, ni lo noto.

La del calor es una cultura, la de la sauna. Don Manuel Gutiérrez Navas, mi maestro, sevillano él, que después de 50 años en Madrid no había perdido ni un ápice de su acento hispalense me contaba la siguiente anécdota. Estaba don Niceto Alcalá Zamora en verano en un balneario en San Sebastián y llegó a visitarlo un paisano suyo, cordobés, al que le preguntó que qué tiempo estaba haciendo en Córdoba.

¡Más de cuarenta grados, don Niceto!

¡La que me estoy perdiendo! le respondió.


Yo, que soy onubense, he conocido calores respetables.

He vivido tres años e Ponce, Puerto Rico (los más felices de mi vida) y allí hacía calor todo el año. Recuerdo que un día del mes de enero, a eso de la una del medio día, hablando con un amigo, me distraje y estuve al sol durante media hora ¡y cogí una insolación! El resto del día me lo pasé en la cama recuperándome.

Pero yo he notado más calor en Sevilla que el Ponce, donde la gente se iba al cine a las cuatro de la tarde a dormir la siesta, cuando ya había aire acondicionado en los cines pero aún no en las casas. Bueno pues unos sevillanos se quejaban el otro día del calor de Madrid.

¡Pero si vivís en Sevilla!

Pero este calor tan seco abrasa.

Pero es que tenían que haberse ido al Retiro y ponerse a la sombrita.

De mis tres años borinqueños no tuve más percances que el referido. Trabajaba en la Universidad Católica que está cuajadita de árboles. Y yo desde Villa Grillasca, allí al ladito me iba por la sombra. Y en el campus ¡no había problema con tanto árbol!

Junto al Departamento de Dibujo, que era el mío, todas las tardes entrenaba un deportista ¡con aquel calor! Y un día que estaba nublado y corría el aire, el deportista estaba cesante.

¿No entrenas hoy que está fresquito?

No, hoy no, por eso precisamente. Porque hay que hacer ejercicio cuando el aire está a la misma temperatura que el cuerpo, para no ceder energía que se le restaría a la necesaria para el ejercicio físico.

Vaya, que el tema térmico es muy subjetivo ¡pero a mí esta caló me encanta!


Este es el mes del agapanto, y cuando veo florecer estas macetas ¡es que me salgo!





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