Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

viernes, 13 de septiembre de 2013

¡Sorpresas te da la vida!



HOMO ELECTRICUS.

Uno vive como un electrodoméstico. Enchufado a la red. O quizás un poco más autónomamente, como con batería, que hay que recargar de vez en cuando. 

Ya sé que no es así exactamente, pero para el caso es igual. Porque se depende totalmente de un sistema eléctrico. Lo cual no se nota cuando todo va bien, pero cuando accidentalmente el suministro eléctrico se interrumpe, aunque sea parcialmente, se produce el caos.

Yo, que soy muy "manitas" siempre me pongo a arreglarlo todo. Mi promedio de eficacia es, hasta ahora, bastante bueno. En el peor de los casos de cada dos cosas que me dispongo a arreglar arreglo una. Generalmente el promedio es mucho mejor porque fallo tan solo uno de cada cinco o diez o más intentos.

Es que practico la hermenéutica. Aunque no exactamente, ya que la hermenéutica es el arte de interpretar óptimamente los textos y yo lo que interpreto es la configuración que presentan los mecanismos. Método que no puedo aplicar extensamente a los mecanismos informáticos, porque los "chips" tienen una lógica totalmente indescifrable para mí.

Los mecanismos presentan una estructura lógica. Y cuando se rompe esa cadena lógica se produce una avería. Recomponer esa ruptura supone reparar el mecanismo. Y generalmente se puede recomponer de varias formas distintas, pero cualquiera de ellas vale.

El sábado pasado una de las persianas de casa, movida por un motor eléctrico, no se podía subir. El diagnóstico era claro: falta de suministro eléctrico. Parecía haber dos puntos débiles: O la conexión a la red o el mando sujeto a la pared.

Las averías siempre se solucionan salvo que se deslice algún error o se produzca alguna confusión. Y en ese sábado fatídico se amontonaron errores y confusiones.

Primer error: Empezar por la conexión a la red. Porque recordé -demasiado tarde- que de un enchufe subía un cable que como "trompas de Falopio" se bifurcaba y una parte iba al mando de la ventana y la otra al de la puerta. Y este último no había fallado. Ergo la avería no estaba en la toma de la red.

Segundo error: No desconectar el diferencial o el automático correspondiente, de modo que cuando voy a tapar el enchufe giré involuntariamente la tapa y con una de las sujeciones metálicas hice un puente en el enchufe y soltó un chispazo.

Voy a mirar el cuadro eléctrico y veo que el diferencial está intacto así como los automáticos. No había ninguno que hubiera saltado ¡Pero qué pasa! ¡Qué extraño!

Ahora ya no se puede bajar la persiana de la puerta ni otras dos. Se pone uno a pensar que cuando oscurezca los ladrones se van a poner en cola para asaltar la casa tan desprotegida. Funciona la cocina, también la nevera ¡pero no hay luz! Tendremos que cocinar y comer a oscuras.

¿Llamamos a Vladimir?

Sí, lo llamamos.

Vladimir es un ucraniano que lleva ya en nuestro país unos años y se dedica a reformar pisos. Hace de todo: pintura, albañilería, fontanería, electricidad ¡todo!

No es de extrañar su competencia técnica puesto que era maquinista del ferrocarril soviético, o post-soviético, que esa precisión me falta.

Miró el cuadro y como yo quedó sorprendido de que nada hubiera saltado.

¿Será alguna grave avería interna? Vamos a ver y desatornillando desprendió el marco y todo su entramado ¡y milagro! había un automático que había saltado.

Puesto en su sitio el automático ¡todo volvió a funcionar y la paz quedó restablecida!

Pero ¿cómo es posible que no lo viéramos?

Pues porque en el entramado del marco había una chapita de plástico que se emplea para tapar los huecos donde se podrían poner más automáticos. Y esa chapita ocultaba un hueco y también el automático que precisamente había saltado.

¡Sorpresas te da la vida! ¡Ay! ¡La vida te da sorpresas!

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