Con ellos me unen lazos de felicidad, de los que una huella es este catálogo de la exposición que hace exactamente 52 años hicimos en el Museo de Arte de Ponce, presentada por nuestro querido amigo Florencio Díez, cuyos textos e imágenes reproduzco a continuación.
De haber paraísos en este mundo, Puerto Rico es uno de ellos. Ya sé que esto es un asunto subjetivo, pero no hay que minimizar la subjetividad ¡porque es lo único que hay! En mi modesta opinión, la objetividad no pasa de ser una subjetividad verificada.
De la belleza de esa isla pudimos disfrutar amplia y profundamente mi esposa, mi hija, por entonces única, y yo, gracias, sobre todo, a los viajes propiciados por otro querido amigo, Narciso Vilaró, profesor de la misma Universidad y medio español, medio boricua.
También disfrutamos en esa época de la amistad del matrimonio de dos famosos artistas, Regina Silveira, brasileña, y Julio Plaza, español, que por aquella época coincidimos allí, que residían en Mayagüez, donde hice una inolvidable exposición.
También coincidí con el famoso pintor y grabador puertorriqueño Antonio Martorell con el que había coincidido en Madrid ¡mucho tiempo antes! en el 59 ó 60. Porque estaba becado para estudiar con el pintor Julio Martín Caro, que había sido discípulo del entonces maestro mío Don Manuel Gutiérrez Navas.
De aquellos años de docencia de tenido recompensas valiosísimas, porque disfruto de la amistad de un discípulo amateur, porque es letrado, Javier Cuevas y de los que son tres famosos pintores: Francisco García Burgos, Andrés Rodriguez Santos y Rafael Trelles. Y puede que tenga más, pero lo ignoro.
Con mi amigo Ángel, afortunadamente, nos seguimos viendo, porque vivimos en el mismo distrito madrileño, el de Fuencarral y el Pardo.
Quiero decir, por último, que el dolor de saber que estos tres queridos amigos han alcanzado su meta no anula el gran afecto que siento por ellos.
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