LA VERDAD DEL CUENTO.
La verdad del cuento es que cuando Franco mandó desviar el Turia salvó a los valencianos de la capital de jugarse la vida a la ruleta rusa. Pero con ello condenó a los de los pueblos limítrofe del sur de la capital a ese terrible destino.
Eso por una parte. Y por otra, la torpeza y, en definitiva, la ineptitud de las autoridades autonómicas actuales han propiciado esa terrible desgracia a tanta y tanta gente inocente.
Y ¿a dónde van a desviar el río, o los ríos, que creo que son dos, ahora?
¡Pues a ningún sitio! No hay ningún sitio para poder hacer eso.
Entonces ¿qué?
Ya lo he dicho, cobijarse en palafitos.
Es decir, no habitar las plantas bajas. Y no aparcar los coches ni en sótanos, ni en las plantas bajas, ni mucho menos en la calle ¡Porque ya ven lo que ha pasado!
¡Hay que construir urgentemente aparcamientos en altura en esos pueblos si no se dispone de terrenos elevados para llevar allí los coches en situaciones de emergencia!
Yo veo una tendencia a no habitar las plantas bajas. Por ejemplo los edificios de viviendas en el barrio madrileño de Monte Carmelo, de construcción muy reciente, veo que las torres de vivienda rodean un jardín comunitario, con piscinas, canchas de deportes y cosas por el estilo. Y no tiene habitada la planta baja. Allí solo están los accesos a los pisos superiores, las escaleras y los ascensores. Pues eso es el modo que se debiera emplear en el futuro en los pueblos que hoy están afectados por la riada. Y en los edificios existentes abandonar las plantas bajas. Y si no, acordar con los vecinos de arriba un refugio a las primeras de cambio.
Las riadas "avisan" pero puede, como en este caso, que las autoridades autonómicas no atiendan a los avisos de los técnicos, ni den la alarma a los ciudadanos.
Por eso atendiendo a las autoridades municipales, que estas sí que han dado el tipo, y subiendo a uno de los pisos de arriba, cuyos vecinos ya estarían debidamente advertidos se podrían tantísimas penalidades como se vienen sufriendo en estos días.
En estos momentos las autoridades autonómicas tendrán propósito de enmienda y dolor de corazón, pero:
¡Fíate de la virgen y no corras!