CUATRO PRINCIPIOS DE LA VIDA.
Me parece que ya os habré dicho que estoy convaleciente de un cruento encaje en el último tramo de mi columna vertebral...
Parece mentira que se pueda aplicar técnicas de carpintería, como sujetar cosas atornillando en los huesos, como si fuera la pata de madera de una silla ¡Es la nueva trivialidad!
Hablando de esto con mi hija Ana se nos ha ocurrido poner aquí esta pequeña colección de principios vitales, de diversos autores, pero tienen en común tranquilizar desdramatizando:
"Lo mejor es enemigo de lo bueno."
Vox pópuli. Se corresponde, más o menos, al refrán que dice: "Tanto quería el demonio a su hijo que le sacó los ojos" ¡Qué manía! Qué estúpido empeño en que todo tiene que ser lo mejor de lo mejor. Con que las cosas estén bien ¡pues ya vale!
"¡Lo primero es antes!"
Esta brillantísima frase se debe a la abuela de Virginia, y con ella se conmina al despistado a no desviarse dejándose influir por rasgos de menor cuantía del objetivo principal que verdaderamente es resolver lo que interesa en cada situación.
"La cordura está sobrevalorada."
Esa frase es mía. Y se me ocurrió porque como efecto, supongo, del estrés que me produce tanta intervenciones quirúrgica que llevo padeciendo últimamente, en algo se me fue la pinza, y vi a mi hija Ana tan desconcertada, que temí que me viera más por allá que por acá y eso le preocupara, y para tranquilizarla le dije eso, que no hay que alarmarse porque a uno le patinen las neuronas alguna vez.
"Mancharse es parte de la vida."
Por último esta frase pronunciada por mi nieta Elia, 8 años, a su hermano Dani, 6 años, cuando pintaban simultáneamente, y este se mostraba muy preocupado porque en el curso de la realización de las acuarelas que estaban pintando se estaban manchando las manos, la cara, la ropa, la mesa, el suelo y todo. Lo que entiendo de su aseveración es que hay que aceptar de buen grado el segundo principio de la termodinámica, que, más o menos, viene a decir que parte del esfuerzo empleado en una acción se vuelve en contra del que la realiza. Por lo que pensaría Elia que no hay que cabrearse por eso.
