Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

sábado, 23 de febrero de 2013

Ser es aparentar.


LAS ETIQUETAS.

Un vino, por bueno que sea, si no tiene etiqueta es vino a granel. Aunque lo importante sea el vino y no la botella con su etiqueta. Y si uno lo paladea lo tiene que notar. Aún así será un vino sin garantía. Las catas a ciega son inciertas. No tendrían que serlo, porque al vino se percibe de todos los modos posibles ¡pero no la etiqueta! Después de todo, tendría que dar igual.

A mí siempre me sorprenden esas noticias que dicen que han encontrado una cantidad de, por ejemplo, bolsos falsificados ¿Es que no eran bolsos? ¿Es que decían que eran de piel y no eran? Pues si eran bolsos de piel ¿donde está la falsificación?  En que la etiqueta es falsa ¡pero no el bolso! Y ves en la tele a la poli quemando cientos de bolsos en un moderno auto de fe ¡tendrían que quemar, en todo caso, las etiqueta solamente y dejar los bolsos tranquilos!

Ahora hay en el Círculo de Bellas Artes una exposición de Elmyr de Hory. A este pintor se le atribuyen del orden de mil cuadros falsificados que compraron millonarios y que figuran en museos de todo el mundo. No es que copiara cuadros de famosos artistas como Picasso o Midigliani, sino que son originales suyos pintados según los estilos de esos famosos artistas. Él decía que nunca firmó con firmas falsas ninguna de estas obras. Es de suponer entonces que las firmaran falsamente los estafadores que las vendieron. Al final el pobre escapó de la justicia que lo perseguía suicidándose.

Pues bien, o a esta exposición han traido las peores imitaciones, o los que se gastan millones en imitaciones tan burdas son gilipollas.  Porque tales cuadros reflejan más o menos torpemente el estilo de cada pintor, pero les coloca una sonrrisita melíflua que poco se parecen a lo imitado. Hay un Degás zarrapastroso y un Leger con menos fuerza que una Mahou abierta antes de ayer.

Serán falsas las firmas pero los cuadros no. Si lo que compraron fueron cuadros, y no firmas se debieron dar cuenta que eran una birria ¿Dónde está el engaño? Un cuadro tan caro tendría que ser un objeto tan seductor que el millonatis que lo comprara no se puediera resistir. Pero si fuera una castaña ¡tenga la firma que tenga no habría que comprarlo!

El verdadero fraude consiste en pagar cifras enormes por unos cuadros que no son más que cuadros, los pinte quien los pinte y los firme quien los firme ¡aunque sean verdaderos y buenísimos! Es un juego estúpido atribuir enormes valores a cosas para inmovilizar riquezas en manos de poderosos. La riqueza así inmovilizlada no da trabajo a nadie, no contribuye a que trabaje la rueda económica, no  sirve más que para especular.

Por otra parte la cultura no consiste en fabricar condensadores de riquezas en obras "originales" cuyas copias se persiguen legalmente. Sino hacer uso de la ideas geniales que se ponen en circulación, que se perciben y de las que se hacen versiones.

Falsificar dinero ¡eso sí que es falsificar! Pero es distinto, porque el dinero es el documento que acredita que el portador tiene un poder de pago cuyo valor, expresado en el propio dinero, lo respalda el Estado. Y los billetes falsificados carecen de esas cualidades, son meros trampantojos. Y cuando se descubre su falsedad pierden el valor completamente ¡Eso sí que es auténtica falsificación! Que hay que perseguir oficialmente. Lo otro no.

Las etiquetas son "certificados" de garantía ¿cómo va a saber uno que el vino que se dispone a comprar es bueno si no se lo dejan probar? Por la etiqueta. Le pueden dar a uno gato por liebre ¡pues claro! Y puede ser que ese vino carísimo uno no pueda apreciarlo, porque no tiene el debido entrenamiento ¡Lo entiendo perfectamente, es mi caso!

Bueno, pues el tema de las etiquetas no afecta tan solo a las cosas, como el vino, los bolsos, los cuadros y otras mercancías. Afecta también ¡y sobre todo! a las personas. En tal caso se llama fama o prestigio, que no son más que etiquetas. Buenas si la fama es positiva, y mala si es negativa.

Si alguien no tiene buena fama lo que haga, por bueno que sea, es puro granel, es decir, sin garantía. Y quien la tenga buena se puede echar a dormir.

Somos etiquetas andantes. Los datos de nuestras etiquetas están hasta en nuestra piel. Por ejemplo, alguien que está morenito en invierno indica un rasgo positivo en su etiqueta. Otros rasgos semejantes están en el pelo, que puede ser lustroso o ratonero, en el atuendo, por la calidad de tejidos y pieles, la finura del colorido, de la textura y del corte. La calidad del vehículo que se posee.

Y ¿cómo se hace la gente de buenas etiquetas? Pues exhibiendo, si puede, esos signos y consiguiendo buenos ingresos y reconocimiento social. Estos son relativos a  su "pedigrí". Porque los ingresos no bastan, hace falta respetabilidad.

 La gente de buenas familias consigue las etiquetas con facilidad. Los otros se lo tienen que currar más duramente. Estudiando mucho y concursando continuamente y así va engordando la bola de nieve en la que se encarama, logrando una etiqueta lustrosa.

En este asunto es corriente que se produzca una inversión de valores, importando mucho la etiqueta y nada lo etiquetado. Por ejemplo, en el Museo Reina Sofía, desde hace ya mucho tiempo, vienen predominando las exposiciones insulsas, todas iguales, papelitos y papelitos, que me parece que no le interesa más que a la camarilla de "etiquetadores" y a los enteradillos. Alguna vez se le cuela alguna exposición magnífica, como la que hay ahora "La invención concreta", residuo de tiempos mejores.

Un ejemplo de expoición insulsa es la que hay ahora en el Palacios de Velásquez, que es extensión del Reina. Es una instalación de Jìrí Kovanda titulada "Dos anillos dorados". Consiste en liar con guita o bramante el conjunto de columnas del edificio hasta formar una ancha banda  invisible para el que llega, con la que tropezaría, si no fuera porque quienes proporcionan los tiquets de entrada están al quite. Y al fondo lo que parece un pequeño felpudo es un rectángulo de hierba seca. Por allí andan los dos anillos de oro, pero a mí se me escaparon.

Si el arte es, no un conjunto de cosas etiquetadas como de gran valor, sino muestras evidentes del talento humano, en esta ocasión poco talento ha desplegado ese autor. Pero como debe tener una buena etiqueta para los que mandan en ese museo ¡Pues ahí esta!




sábado, 16 de febrero de 2013

Historias de Priego.


CONFLICTO NORTE-SUR.

Mi amigo Pove, el pintor geométrico Cristóbal Povedano, es de Priego de Córdoba. Y cuenta unas historias graciosísimas de su pueblo. Le digo que haga un blog y que las difunda. Y dice que no, que si quiero que las cuente yo, que "tienes más gracia" dice. Lo cual no es cierto, él además de tener más gracia que yo domina los detalles, por lo que mi versión ha de ser necesariamente más pobre. Pero como no va a querer contarlas pues lo hago yo.

Me contaba que cuando llegó a Madrid le sorprendió lo regañona que es la gente del norte. Y mira que Madrid no es verdaderamente el norte. Está al norte de Andalucía, pero el norte de España, propiamente, está mucho más al norte.

Pero el conflicto norte-sur Pove ya lo vivió en Priego. Puesto que a veces iba a su casa a pasar temporadas una señora amiga que era de Bilbao. A la que todo le parecía mal y regañaba por todo a todo el mundo. A lo mejor iba alguien por la calle con una gallina viva cogida de las patas. 

¡Oiga! ¿Por qué lleva usted así a esa gallina? ¿No le da pena? ¿Le gustaría que lo llevaran a usted así? 

¡No es más que una gallina! protestaba el aludido sin entender la reprimenda ni que se la hiciera una persona desconocida.

Había en el mercado un pescaero muy bueno al que llamaban Rafalillo, que iIba a Málaga cada día a comprar pescado fresco, en una época en la que viajarera mucho más penoso que hoy. Pues bien, estaba pregonando un día en su puesto:

¡¡¡Armeja!!!¡¡¡armeja!!!

¿Dónde están las almejas? le preguntó dicha señora con tono airado.

Pues aquí las tiene usted señora.

Esto no son almejas ¡Son chirlas!

Pues aquí le dicen armeja.

¡Pues no son almejas!¡Son chirlas!

Bueno señora no se enfade usted.

Unos días más tarde vuelve la señora al mercado y el mismo vendedor estaba pregonando: ¡Armeja! ¡armeja! Y en cuanto la vió rectificó su pregón:

¡¡¡Chihla!!! ¡¡¡chihla!!¡¡¡fresquita!!!

Esa mentalidad norteña contrasta vivamente con la sureña. Tan respetuosa y servicial, como lo refleja la siguiente anécdota:

Había un guardia municipal llamado también Cristóbal. Un hombre de talante marcial ataviado con su uniforme. Un día estaba de servicio en el ayuntamiento cuando el alcalde y el comité de cultura esperaban la llegada del cantaor "Fosforito".  Cuando llegó el artista se dirigió el municipal al despacho del alcalde para comunicárselo. Entró y dijo:

Señor alcalde, ha llegado Don Fósforo.

Otro día llegaba Pove con unos amigos en un coche y el que conducía le preguntó al referido municipal, que estaba ejerciendo de  guardia de tráfico, que donde podía aparcar. En esto vio el policía en mi amigo dentro del coche. 

Se cuadró y saludó militarmente. 

¡A sus órdenes Don Cristóbal!

Mi amigo le preguntó:

Cristóbal ¿dónde podemos aparcar?

Donde usted quera Don Cristóbal ¡el pueblo es suyo!

DOS HISTORIAS DE DIFUNTOS.

Estas otras dos historias son de difuntos.

La primera se refiere a dos distinguidas hermanas ya ancianas. Cuando una de ellas acababa de fallecer comentó una sobrina a la hermana superviviente:

¡Lo que me ha costado ponerle la dentadura a tía!

Con ello sembró la duda en su interlocutora, por lo que fue enseguida a buscar su dentadura ¡y no la encontró!

La segunda historia se refiere a un paisano de Priego, con cierta tara mental, que le gustaba ir a todos los entierros, porque ese triste ambiente que se produce está lleno de ternura, amor y conmiseración. Su asistencia tenía fácil justificación porque allí todo el mundo se conocía, aparte de que era de natural amble y tenía un talante cooperador.

En cierta ocasión se rebasaba la hora del entierro y el cura no aparecía. Entonces se ofreció solícito nuestro hombre para ir a buscarlo a la iglesia. Y efectivamente se lo encontró charlando animadamente con las beatas que habían asistido al servicio religioso que ya hacía un buen rato que había terminado.

El mensajero le interpeló a grito pelado:

¡Venga padre Romero! ¡Que el muerto está esperando y usted aquí tocándose los cojones!


 


sábado, 9 de febrero de 2013

Lamrck galopa de nuevo.


LO QUE SE COME SE CRÍA.

Acabo de releer "Deconstruyendo a Darwin" de Javier Sampedro. Y el caso es que lo había leído completamente y con la mayor atención, como evidencia el minucioso subrayado que en su día le hice. No obstante, sorprendentemente, lo fundamental ¡se me había escapado!

He releído este libro haciendo un inciso en la lectura de otro: "Captando genomas" de Lynn Margulis y Dorion Sagan que lo citaba, y me pareció que consultarlo resultaría conveniente, como así ha sido.

Lo que se me había escapado es gordo. Nada menos que la continuación del evolucionismo, siguiendo un camino insospechado para Darwin. Y que, en cierto modo, recogía el testigo de Lamarck. 

Lamarck, que nació 65 años antes que Darwin, cayó en la cuenta del evolucionismo antes que este, favorecido por la cronología. La mecánica principal de ese fenómeno consiste para él, como para Darwin, en adaptarse al medio. La diferencia está en que Lamarck creía que los factores que afectaran a una estirpe determinan rasgos que acaban heredándose, mientras que para Darwin pequeñas alteraciones fortuitas y la presión del medio determinarían la evolución.

Así como a Darwin se le considera, con toda justicia, el padre del evolucionismo a Lamarck, injustamente según mi criterio, un hereje (En ello no debe ser ajeno la derrota de Francia en el liderazgo del Mundo en favor del Reino Unido).

Lamarck no fue ningún hereje, cayó en la cuenta del evolucionismo antes que Darwin, aunque parece que después del abuelo de este, "de raza le viene al galgo". Se equivocó Lamarck en la causa, como se equivocó Darwin. Además Darwin se iba volviendo cada vez más lamarckista.

El evolucionismo parece que se aparta del camino emprendido por los neodarwinistas para seguir el señalado por Margulis, que se aproxima a Lamarck. En el sentido de que "lo que se come se cría". Es decir que algo que se come y no se digiere, o una infección, que no es un modo de incluir, sino de incluirse, pero inclusión al fin y al cabo, es lo que determina una simbiosis. Según Margulis el evolucionismo es la evolución producida por sucesivas simbiosis.

En cierto sentido quedan incluidas las doctrinas de Lamarck y de Darwin, porque se combinan lo intencional y lo fortuito.

Por último, comentaré algo de la doctrina de Margulis, que tiene antecedentes y consecuentes.

El panorama de salida es claro: Hay células sin núcleo, las procariotas. Entre algunas de estas se produce una simbiosis dando lugar a otras que tienen núcleo, las eucariotas. Cuando muchas de estas células eucariotas se asociaron en simbiosis dieron lugar a seres pluricelulares. Nosotros, por ejemplo, estamos formados por decenas de billones de células eucariotas.

Tales cosas no ocurrieron por azar ciego, sino por simbiosis. De modo que cuando a una célula se le puso otra a huevo ¡le echó el guante dando lugar a una criatura totalmente nueva, que mediante su descendencia acabó perpetuándose! Debido, como he dicho, a ingestas indigestas y a infecciones.



sábado, 2 de febrero de 2013

La infrahumanidad


BRUJERÍA.

Se piensa que la brujería es cosa del pasado. Pero se vio desde las luces que aquella oscuridad no ocultaba nada. Porque los poderes de la brujería no eran tales. Ni podían volar montadas en escobas ni los encantamientos eran verdaderos. Se vio que todo aquello era una farsa.

En esa época, que yo he conocido en su último tramo,  en la que los superpoderes eran ficticios, todo cuanto existía podía hacerse con las manos empleando herramientas. Nada había por encima de ese poder normal y común.

He visto como los carpinteros de ribera hacían barcos de madera. Como trazaban rectas en troncos valiéndose de un hilo empolvado en añil, que estirándolo y haciéndolo vibrar golpea la superficie irregular del tronco dejando una línea. He visto como toda la flota pesquera de bajura en Punta Umbría era de vela. Y he sabido que los primeros motores los hacían en Alicante de uno en uno. El papel se puede hacer fácilmente machacando trapos viejos, echándolos en agua y metiendo y sacando un tamiz en esa emulsión queda un residuo, que una vez seco es una hoja de papel. La tinta se hace con hollín, agua y goma arábiga. La goma arábiga brota de la herida en un frutal. El lápicero es una mina de grafito y arcilla embutida en madera. La lana y el algodón se carda se hila y se teje ¡todo igual! Sin el concurso de bruja alguna ¡Porque no existían verdaderamente!

Pero la cosa ha cambiado radicalmente. Porque ahora que parece que se sabe que no hay brujería es cuando la hay verdaderamente. Porque ahora no se puede hacer con las manos y herramientas cualquier cosa habitual. No hay modo de hacer chips, ni tarjetas de memoria, donde se puede guardar una biblioteca entera, o cientos de canciones o imágenes. Ni teléfonos móviles, ni una infinidad de cosas de la vida corriente. Y no solo eso, porque los pilares de esta nueva civilización tienen estos extraños fundamentos. 

Todas esas nuevas cosas las hacen autómatas que se han fabricado automáticamente. Auténticas brujas robóticas con verdaderos superpoderes controlados tan indirectamente y en manos de una elite tan poderosa que nos tienen sometidos y a cuyo poder no podremos sustraernos ya. Lo virtual se ha apoderado de tal modo de la realidad que vivimos virtualmente.

 Vemos diariamente en la tele a gente virtual que vive a miles de kilómetros de nosotros, mientras a los amigos de carne y hueso apenas si los vemos. Cuando era un niño no había tele, pero durante mucho tiempo iba cada día a un teatro que cambiaba de obra diariamente. Y todas las noches jugábamos con los vecinos a la lotería.

De todos modos esta virtualidad no es totalmente alienante, ya que posibilita establecer relaciones con gente querida separada por la distancia y acercada ahora por la nueva magia.

 Esta nueva magia y la tecno-brujería se ha apoderado de nosotros. La brujería era antes una ilusión. Ahora, de hecho, es una realidad ¡La realidad suprema! De la que dependen todas las demás realidades.