Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

domingo, 3 de marzo de 2024

Increíble.


DULCE COMO LA MUERTE.

Me invitó, hace ya muchos años, mi amigo Miguel a una reunión para tomar té, al modo de los saharauis en el desierto, pero en el patio de su casa en Ciudad Lineal.

Provisto de una tetera marroquí, de un té moruno, de un enorme terrón de azúcar, de forma cónica, de un sofisticado y ritual martillo de latón para romper el azúcar, de yerbabuena y de agua hirviendo, y con todo eso empezó lo que vino a ser una ceremonia del té. No japonesa sino musulmana-madrileña.

Puso el té, la yerbabuena y el agua hirviendo en la tetera y añadió azúcar, arrancada a martillazos del gran terrón.

Fue escanciando el té en vasitos de cristal decorados con dibujos de colores, a la vez que decía que es amargo como la vida.

Tomamos aquel té y a continuación echó más azúcar en la tetera, más agua hirviendo, y escanciando el té como lo había hecho anteriormente, dijo que es suave como el amor.

Por último echó más azúcar en la tetera, más agua hirviendo, diciendo que es dulce como la muerte.

Yo no podía entender eso.

Porque infería que la muerte, que supone la descomposición de un cuerpo vivo y el ataque inmediato de micro o de macro organismos tendría que ser un acto dramático y doloroso. O, por lo menos, angustioso y triste ¡pero nunca dulce!

Cuento todo eso porque hace unos días, después de hacer unos ejercicios físicos llegué a casa y me entró una espesa modorra, que me paralizaba bastante, y producía unas ganas enormes de dormir y descansar profundamente...

Mi chica al veme palidecer de aquel modo y estar tan paralizado me dijo que si quería un café y una tostada. Dije que sí, me trajo esas cosas, me las tomé y me reanimé rápidamente.

Seguramente había tenido una bajada de azúcar. Lo cual es ¡muy peligroso! porque te puede sacar de en medio.  Pero a la vez tal sensación era, más que placentera ¡dulce!

O sea que mi amigo llevaba razón.