Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

miércoles, 27 de junio de 2007

¿Quién gana?

Esto que parece una usurpación es en realidad un homenaje al más exclusivo de los blogs ¡no te lo puedes perder!
http//quiengana.blogspot.com
claro que esto no es un combate friki,
sino entre dos panaderías de Fuencarral.
A continuación una secuencia del Salterio.








¿QUIÉN GANA: LA BRIOCHERÍE DE TRES OLIVOS O
RUIPAN DE SANTA ANA?

Hay en Fuencarral un par de tahonas antiguas y renovadas a las que no voy casi nunca porque me caen muy a trasmano. La panadería a la que voy también está un poco lejos, a un cuarto de hora, y otro para volver. Aunque lo justifico diciendo que es por lo del azúcar, que me conviene caminar, claro que si no comiera tanto pan… Porque el pan es mi vicio, puedo perdonar el vino, pero no el pan.

El caso es que hay una mucho más cerca. Se llama La Briocheríe. Tiene en nombre en letras cursivas doradas sobre fondo azul. Color predominante en el establecimiento, en la pintura drapeada de las paredes, y en la cúpula rebajada que hay en mitad del techo blanco-roto, de cuya cúspide pende una enorme lámpara granadina en la que predomina el color azul. Con todo, no es lo que primero en lo que repara uno, sino la entrada al obrador, que tiene un arco apuntado, más musulmán que gótico. Y el grueso marco dorado que guarnece la estantería del pan, que se ve a la izquierda de la llamativa puerta. Hay más cosas, pero estas más corrientes, como un mostrador de cristal en ángulo recto con la cara frontal inclinada que contiene un par de pisos de especialidades reposteras dulces y saladas. Tartas caligrafiadas con “Felicidades” e ilustradas con muñequerías de azúcar.

Por fuera tampoco está mal. La separa de la calle un cristal de arriba abajo, del que una parte es el escaparate y otra la puerta. En el escaparate hay una mesa con diversos objetos meramente decorativos, algunos panes, centros con espigas, y en plástico transparente verde una chistera, que sirve de florero a unos enormes girasoles, y unas alargadas copas de champán. Otras veces he visto una paloma de mayólica negra. Al fondo se adivina todo lo descrito antes y lo mejor de todo es que a ambos lados del escaparate hay cortinas, de techo a suelo, ceñidas a la mitad, de cretona floreada con grandes rosas y largos flecos. Parecen dos enormes mantones de Manila.

Los domingos suele haber una larga cola de parroquianos con sus familias, más bien jóvenes, que visten los domingos de diario y los diarios de domingo. Con mucho niño por allí en motitos de juguete autopropulsadas, y con triciclos.

Bueno, todo muy lujoso, pero el pan suele ser el doble de caro y no es tan bueno como el de la panadería donde voy.

Comentaba hace unos días con mi hija Ana que voy a la otra panadería, que ella no conoce, que está junto al Metro de Fuencarral, y le decía que como la otra tiene puerta, escaparate, mostrador, estanterías, obrador y la puerta de paso correspondiente. ¡Pero el estilo es totalmente distinto!

Ostenta el rótulo Horno de Pan Ruipan, que no es exclusivo de esa tienda, sino el genérico de una cadena. La puerta y el escaparate son menos lujosos, de hecho el escaparate no llega al suelo, sino a un metro y pico de este, y ese espacio está cubierto de losetas de cemento, como las de la acera, solo que descascarilladas, mal pintadas de blanco, más que roto, sucio. Pero tato ese espacio como el escaparate está cubierto por la ropa que allí vende una señora, más joven que mayor, nada delgada, sonriente, guapa, medio teñida de rubio y gitana. No siempre está fuera, sino que por lo general está en el interior, departiendo con la panadera y los clientes. Casi siempre hay una larga cola de gente, que también llena el estrecho espacio interior, que está esperando para comprar el pan caliente, que por lo general elabora Viqui, que es joven, fuerte y con buena pinta, hija de la jefa. A veces la cola está parada, porque falta un rato para salir la nueva hornada. Y la gente no hace mucho caso del pan frío que traen de otro sitio y que está depositado en la simple estantería de madera. El mostrador también es de madera y tiene un frente de cristal y un par de estantes repletos de palmeras y otros dulces de panadería. También venden leche, huevos, conservas, refrescos, bolsas de patatas fritas, otras chucherías y cosas así. La puerta del obrador no es gótica, es corriente y suele estar tapada por el artilugio que acaba de salir del horno, que es como una estantería con ruedas de barrotes de hierro, algo más alta que una persona y con bandejas con teflón gastado para más de cien panes . Tras la puerta del obrador se ve el horno, que parece una nevera grande, y apenas si se adivina la maquinaria con la inevitable pátina de harina, y un techo algo desconchado, y lo que es muy importante ¡sacos de harina!, porque allí no hay pan crudo congelado, y amasado vaya usted a saber dónde, cómo y cuándo, sino que se amasa allí mismo y la parroquia, que no es tonta, lo nota y lo valora.

Después de describirle la panadería le decía yo a mi hija:
Fíjate, el pan es mejor que el de la otra panadería.
¡Y la panadería! me contestó Ana.

domingo, 24 de junio de 2007

Ángeles y demonios.

Esta es la imagen del Salterio que precede esta entrada que dedico a Isabel, criatura angelical donde las haya, pero con nervio.
CARTA ABIERTA A LOS SEGUIDORES DEL SALTERIO.

Queridos amigos:

Cuando llegamos a la docena de blogs, quiero agradeceros vuestra acogida y seguimiento. Y también vuestros piropos, que no me creo pero que me gustan.

Si nos ponemos en plan metafórico, esto es como un libro ilustrado con muchos y distinguidos admiradores. Pero con ser bueno no es lo mejor. Lo mejor sería que fuera un cuaderno casi en blanco en medio de un corro. De modo que Saltés diera la entrada y el cuaderno lo escribieran, principalmente, los del corro.

Ese soporte medio en blanco existe, se llama COMENTARIOS y lo deseable sería que lo usarais expresando lo que os sugieran los temas expuestos o los comentarios precedentes. Porque ahora muchos de mis amiguetes me llaman por teléfono y me dan sus impresiones. Mi chica dice que es “otra generación”, pero también me parece que es por prudencia, porque a nada que se descuide uno se mete en un charco ¡que ya me ha pasado! pero no importa, La prudencia verdaderamente no es una virtud sino un horrible vicio ¡todos los excesos tienen recompensa!

Tengo unas narraciones, de las que he hablado alguna vez, que están prácticamente inéditas, y mucho me temo que así estarán hasta el final de los días. Yo las traería aquí, pero resultarían demasiado largas. Dije que en ellas basaría algunos relatos. Este es el primero de ellos.

Me decía un amigo que en el libro de Frankenstein definían la fe como “creer en algo que sabemos positivamente que es falso”. Definición tan cínica como certera. Porque en la cultura humana hay cosas que se saben ciertas, otras falsas y otras que se toman como verdaderas cuando se sabe a ciencia cierta que no lo son.

Al tema de los ángeles le pasa eso, hay quien cree en ellos ¡pero nadie ha visto ninguno! Pero si miles de imágenes. Yo me planteo ¿existen realmente?

Lo primero es saber qué diferencia hay entre ángeles y demonios. La diferencia está clara, en principio tanto unos como otros son ángeles, que pasado un tiempo unos resultaron buenos y los otros malos.

Pero el ser bueno o malo no es algo propio del sujeto sino del que habla. Cuando alguien dice de otro que es bueno o que es malo es porque ha juzgado su conducta y ha emitido una sentencia, positiva o negativa. Y de hecho lo que para unos jueces es bueno, para otros es malo y viceversa.

No -me diréis- malo es el que hace putadas y bueno acciones beneficiosas. Las películas de vaqueros son un buen ejemplo. En ellas hay buenos y malos. Tanto unos como otros hacen actos bondadosos, los malos, por ejemplo, se protegen entre sí abnegadamente y eso es un acto de bondad y los buenos ¡no digamos! Y desde luego unos y otros se intercambian putadas a granel. Se podría pensar que los malos hacen más ¡pues no! las mayores y las más numerosas las hacen los buenos, y gracias a ello ganan. Y porque ganan son buenos al estar en condiciones de redactar el informe final.

No entremos en detalles, parece aceptable que ángeles son todos, también los diablos y no hay que desechar la idea de que Lucifer sea todavía un ángel resplandeciente y Gabriel un diablo sanguinario.

El tema ¡que no es de índole religioso, sino zoológico! es saber si hay o no ángeles. Lo primero es saber qué es un ángel. Parece que un ángel es una especie de superhombre, porque es más poderoso, y parte de ese poder consiste en volar. Si estamos buscando ángeles ocultos o confundidos, tendremos que buscar entre las aves o entre los murciélagos, vampiros y zorros voladores.

Pero si un ángel es un superhombre, tenemos que revisar la condición humana para ver si entre las aves o los murciélagos se encuentra alguno con rasgo humano, y si es posible en grado superlativo.

Podríamos decir que un hombre es un mono con humanidad. Situado está en el grupo de los antropoides con el chimpancés, el gorila y el orangután. Hay que decir que genéticamente el hombre y el chimpancés son mucho más parecidos que el chimpancés y el antropoide que más se le parezca. Pero salta a la vista que el hombre es distinto de todos los otros ¿en qué es distinto? en que tiene humanidad. Luego hay que buscar aves y murciélagos con humanidad.

Y ¿qué es la humanidad? Algo de lo que deriva lo que hacen los hombres en exclusiva. Y ¿qué es? pueden hablar, y todo lo que ello implica, como pensar. Para pensar tienen que poder conceptualizar, es decir poner a cada cosa un nombre, manejar los nombres como si fueran cosas y obrar en consecuencia: originar, transmitir y conservar sabiduría. Y ¿qué pueden hacer también? Originar, transmitir y conservar estupidez ¡Y esto lo hacen estupendamente! ¿En qué consiste la superhumanidad?, en ahorrarse esta última parte.

Hay otro rasgo humano: el bipedismo, porque, salvo el hombre ningún mamífero es bípedo, pero ¡todas las aves lo son! No los murciélagos que cuando caminan lo hacen a cuatro patas, las traseras y las alas, que plegadas parecen muñones.

Ya –sintéticamente- lo tenemos todo, basta encontrar especies de aves que sepan hablar ¡las tenemos! Las de los loros. Pero ni todos los monos son hombres ni todos los loros ángeles, seguramente.

Los ángeles han de ser bípedos, inteligentes y bellos. Los papagayos y los guacamayos lo son. Viven refugiados en el fondo de las selvas. Cabe preguntarse ¿por qué? Probablemente por el acoso del hombre viven escondido en lo más recóndito del Paraíso, en lo que queda del Edén.

No creo que nadie me crea. Y me alegro de ello, porque si no, en peligro estarían esos ángeles, a los que tomarían, sin duda, por pobres diablos y el hombre acabaría con ellos, como –por otras razones- viene haciendo continuamente.

jueves, 14 de junio de 2007

Mono y bilingüe.

En primer lugar el dibujo de El Salterio correspondiente a esta entrada







y a continuación el relato de hoy titulado:


EL ERICUYO.


Voy a presentar ahora a dos amigos de postín. Son los hermanos Nicolás y Jorge Arozarena. A quienes conozco muy bien porque son nietos míos. Son jóvenes los dos, Nico tiene dos años y medio y Jorge dos meses y medio.

Nico tiene un CD de MUZY que manteniendo la misma animación tiene distintas versiones, en las que los personajes hablan en español, inglés, italiano, francés y alemán. De esos idiomas Nico tan sólo conoce el español, bastante bien para su edad, pero se ha dado cuenta de que una misma cosa se puede nombrar de muy distintos modos. Y a veces pilla y aprende palabras de otros idiomas.

También se ha dado cuenta de que se puede hablar de modo que no se entienda lo que se dice, aunque puede entonar y dar sentido a la absurda conversación. Es un juego, naturalmente, y a ese extraño idioma Nico le ha puesto nombre, le llama ERICUYO. A veces decimos ¿hablamos en ericuyo? Y nos ponemos a parlotear entre risas.

Nico se ha dado cuenta también de que Jorge habla en ericuyo. Sólo sabe hablar en ese “idioma”, mientras que Nico es bilingüe, porque habla en ericuyo y en español. Y también, como dije, aprendió algunas palabras en italiano, francés, inglés y alemán.

Se puede apreciar claramente como ambos van completando sus mundos. El de Nico ya se parece bastante al de los adultos y Jorge presta una atención hipnótica a todo y a todos, y como la lechuza del chiste no habla –más que ericuyo- ¡pero se fija!, por lo que no tardará mucho en ser bilingüe como su hermano.



Las fotos que siguen son: una de Nico y otra de Jorge.








domingo, 10 de junio de 2007

El peligro puede estar acechando ... en la primera esquina.

Presento en primer lugar el dibujo del Salterio escogido para esta entrega y luego un chiste clásico que le dedico a mi sobrina Elena, espejo de sobrinas, y a Fernando, otro de sus tíos, que fué quien me lo contó. El que sigue no es más que un pálido reflejo de aquel.
EL BLOC


¡Oye chico! ¿Hay por aquí alguna papelería?
Si señor, aquí en la esquina. Pero si prefiere, a diez minutos está el Metro y a tan sólo cinco paradas hay otra.
¡Hombre! si hay una aquí en la esquina…
Usted verá, contestó enigmático el chico.

Quedó un poquillo escamado, pero no le dio importancia, vio la papelería que distinguió por el rótulo “TODO EN PAPEL” y entró. Era grande, bien surtida. Y al otro lado del mostrador estaba el dependiente solícito.

Buenas.
Buenas.
Querría un bloc.
¿De qué tamaño?
No sé, pequeño.
¿Cómo de pequeño DIN A 5, DIN A 6, DIN A7 que ya es muy pequeño…
Pues DIN A 6
¿Cómo lo quiere?
Normal
¡Ya!, pero hay tantos que son normales…
Bueno, pues uno de esos que son normales.
¡Ya, ya! Pero no voy a decidir por usted. Si permite que le indique…
¡Es que me da lo mismo!
No es igual, no es igual, veamos: ¿lo quiere usted grapado, cosido, encolado, con hojas perforadas, sin perforar o espiral?
¡Joder! Me da lo mismo.
¡Pues a mí, fíjese…
¡Espiral!
¿Plástico o metálico?
Plás-ti-co.
¿Blanco, negro, rojo, verde…?
Blán-có.
¿Pasta dura, pasta blanda?
Blanda.
¿De hule, de plástico, de cartulina…?
De plástico.
¿Transparente, translúcida u opaca?
Opaca.
Y el color: ¿rojo, negro, azul, humo o blanco?
¡Blanco!
Y el papel
¡Pues también blanco!
Si, pero siendo blanco lo tenemos reciclado, que es prácticamente blanco y no daña el planeta, traslúcido, mate, satinado y cuché. También lo tenemos vegetal, hecho a mano y japonés de arroz, aunque no sería lo propio, pero lo tenemos…
Pues blanco mate corriente. El papel galgo de toda la puta vida.
Bueno, bueno, intentamos ayudarle y complacerle, dijo encorvándose y frotándose las manos junto a la barbilla ¿y el gramaje?
¿¡Qué gramaje!?
70, 80, 90 gramos por metro cuadrado.
¡Yo qué se! ¡70!
Lo quiere ¿rayado, doble rayado, cuadriculado…?.
Cuadriculado mismo, dijo torciendo la boca.
¿Dos milímetros, tres milímetros…?
¡Doós!
La cuadrícula ¿azul, morada, negra…?

El dependiente impasible no abandonaba su gélida sonrisa, mientras que el cliente tenía toda la ropa empapada de sudor frío, se sentía agotado y respiraba con dificultad. En esto que suena la puerta e irrumpe un individuo con un retrete en la cabeza, dando zancadas, señalando una estantería y vociferando:



Aprovechando el momento de confusión, el cliente salió sigilosamente de la tienda, aliviado, camino del Metro pensando que ¡cinco paradas no es nada!

jueves, 7 de junio de 2007

Con más tacto que vista


Tras el dibujo del Salterio, este relato real dedicado a su protagonista.

Como di a entender en su momento tengo un filón de amigos de postín. Y no cabe duda de que en primera fila figura Agapo.

En una época pretérita Agapo era poderoso, o por lo menos semi-poderoso. Nunca ha sido muy amigo de viajar, y si lo hacía era por obligación del cargo. Tanto disgusto le da viajar que una vez en Barajas se produjo la siguiente escena, al pasar el control de pasaportes cuando le dijo el poli:

Este DNI está caducado.
¿Ah si? pues no viajo. Con las ganas que yo tenía…
¡No! si puede viajar, pero el carné está caducado.
¡Pues no viajo! Si no puedo viajar ¡no viajo! Si no tengo ningún interés, si es que no se puede me voy a casa.
¡Que sí se puede!, pero lo tiene que renovar cuando vuelva.
Bueno…
Dijo resignado y pasó el control.

Una vez no quiso ir de turismo a Estambul por la razón poderosa de que allí no tenía ningún amigo. Por el contrario ha viajado a Cartago y a Nápoles tras las huellas de Virgilio. Bueno… no exactamente, pero le gustó que aquellos sitios tuvieran que ver con el poeta. Del segundo muestro una foto en la que Agapo posa junto al busto del autor de la Eneida en el lugar de Nápoles donde, por tradición, se cree que está su tumba.

A pesar de su aversión por los viajes hizo uno glorioso a Finlandia, de gran standing en avión privado.

Su anfitrión en ese país lo trató de lujo y por agasajarlo a tope se empeñó en llevarlo a la sauna.

No, no, déjame de saunas, que yo no veo sin lentillas y se me empañan las gafas…

Pero insistió tanto que no tuvo más remedio que ceder. Aquel complejo estaba formado por cabañitas, en una la ducha, en otra la sauna y había que ir de una a otra en pelotas por medio de un bosque, un campo o un jardín, que no estaba aquello muy claro. Desprovisto de gafas y lentillas vio, no obstante, una serie de culitos blancos en fila india. Pero de pronto deja de ver gente y se encontró en medio del campo en bolas, junto a una carretera por la que iban a toda leche los coches. Así, en plan de fauno septentrional.

…cá…gon la ostia…

En esto oye una voz que se aproxima

¡mister Ramos, mister Ramos!

…la madre que me ha parido…

Por lo demás fue un viaje cordialísimo al que correspondió en Madrid al cabo de unos meses. Agasajaron a la delegación finlandesa con una comida espléndida que comenzaba con unos abundantes y fresquísimos mariscos. Entre los platos que los contenían distribuyeron estratégicamente unas hondas fuentes de cristal que Agapo tomó por lava manos. Consecuentemente empezó a introducir las manos en la que tenía más cerca. Le bastó tocar apenas con la yema de los dedos la superficie de aquel líquido para salir de su error…

¡Camarero! ¡Llévese estas fuentes de aquí!
No …es que … es la vinagreta.
Por eso precisamente, porque creí que era para lavarnos las manos y ya las he metido en una.

El camarero comprendió en seguida y rápidamente retiró la fuente en el preciso instante en el que el líder de la delegación finlandesa se disponía, siguiendo el ejemplo de Agapo, a introducir sus manos en la fuente.

Quedó resuelto el incidente internacional airosamente, porque, después de todo ¿quién echa de menos la vinagreta si el marisco es bueno?



domingo, 3 de junio de 2007

Amigos de postín.





Tras el salterio de hoy, les voy a hablar de un par de mis amigos de postín:

Me pasa lo que a todo el mundo, que mis amigos son de postín, porque como los escoge uno, si es que se dejan, se evitan los que están pochos. Lo que pasa es que algunos, además de ser de postín, fardan.


Es el caso del laureado de la foto. Ya lo reconoceréis, se trata de Jorge Martínez Reverte. Este escritor está arrasando en la feria del libro con su novela de espías “Triple agente”. Está primorosamente escrita, no se si es la intención, pero yo la encuentro muy graciosa, te engancha y te lleva. Como RB te da alas ¡No os la podéis perder!

Recientemente ha recibido por esta obra el premio Terence Moix cuya característica es que lo otorgan los escritores “motu propio” sin que el laureable tenga que pasar por la humillación de presentarse. Está dotado con 1 €. Y ante el temor de que hacienda trinque la mitad, se está estudiando el cobrarlo en negro.

Otro amigo con caché es Lugán, cuya visita anuncié la semana pasada, y es sobre quien versa el siguiente relato.


Tengo que decir que aún quedan muchos amigos de postín, con caché y sin caché ¡no se alboroten! que irán entrando poco a poco. Por otra parte, como tengo mucho material en la recámara me prodigaré un poco más. ¡Para la próxima entrada está en la rampa de despegue AGAPO!

LUGÁN

Vimos en la entrada anterior que el empleo del software no garantiza el que algo sea o no de naturaleza informática, mientras que si se emplea el hardware sí. Tal es el caso de Lugán uno de los más originales artistas de nuestro panorama. Anima las máquinas, como un doctor Frankenstein de la mecánica.

En la primera de las exposiciones referidas en la entrada anterior presentó un cuadro que era un circuito impreso rectangular apaisado del tamaño aproximado de un folio. Vistoso, como esos artilugios son, con su laberinto metálico sobre la bakelita y pegotitos de estaño. Pero la gracia no era visual sino táctil y auditiva, ya que conectado a la red y a un generador de sonido producía diversas sonoridades cuando se palpaba.

Habíamos observado que no tenía la misma respuesta para todo el mundo. El día de la inauguración estábamos todos pendientes de esa obra y curiosos por saber cómo reaccionaría a cada uno de nosotros. La expectación fue unánime cuando se acercó una amiga nuestra que se llama Marina, porque era una mujer guapísima. No sé ahora porque hace años que no la veo, pero entonces era algo fuera de lo corriente. Aquella obra no nos defraudó ¡Cómo chillaba! , zumbaba, gemía y gritaba frenéticamente.

En la segunda exposición Lugán presentó una máquina de altura humana, que aparece en la ilustración. Se trataba de una lectora de cintas que le habían proporcionado en IBM, procedente del almacén que aún tiene esa compañía cerca del aeropuerto. Fue salvada, a instancias de Lugán, de las mazas destructoras de los operarios encargados de reducir a chatarra el material informático caduco. Lugán aprovechó las entrañas electrónicas de aquella máquina, añadiéndole algunos elementos y transformándola para otro fin: el de gruñir a los presentes y responder sonoramente a las caricias que se le hicieran en el lomo.

Pertenece esta obra a la colección permanente del Museo Reina Sofía, que la heredó del antiguo Museo Nacional de Arte Contemporáneo de la Ciudad Universitaria. Esa máquina tiene la gloria de haber recibido con rugidos al Caudillo cuando entró a inaugurar dicho museo.

“¿Qué es eso?”, inquirió el dictador.

“Una obra de arte, mi general” respondió el director del museo.

“¡Que la retiren!

Y fue retirada, aunque sólo por un día.

El caso es que esta obra fue la aportación de Lugán a dicha exposición. Pero como la sede del Centro de Cálculo no era ni una galería ni un museo, los propios expositores nos turnábamos para atender a los visitantes. Y en el “cambio de guardia” informábamos de las novedades como, por ejemplo:

¿Ha venido mucha gente?, o ¿quedan catálogos? Pero lo más frecuente era ¡Vaya tarde que me ha dado la máquina de Lugán, gruñendo y asustando a todo el mundo!