Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

domingo, 8 de agosto de 2010

La brevedad de la vida.

Este post es el nº 180 del Salterio.


LA DROSOPHILA SAPIENS.


Tengo unos relatos casi inéditos que editaré alguna vez en la red para que podéis pescarlos. Ya os diré. Relativos a ellos son los ángeles y los diablos del post anterior y la mosca humana de este.

Ambos se basan en la misma idea: que si el soplo divino en vez de caer sobre un mono cayera sobre otro bicho, por ejemplo en un loro o en una mosca del vinagre, la drosophila melanogaster que es un insecto muy dado a experimentos, tendríamos humanidades insospechadas. Ángeles y demonios, por una parte y drosophila sapiens por otra.

El tema no está en si es o no verdad, que no lo es. Sino en si hay o no hay un impedimento metafísico para que tal cosa ocurriera. A mi me parece que no lo hay. Y como todo lo que puede ocurrir ocurre alguna vez, no me cogería por sorpresa.

¿Qué se espera de un humano? homínido, ave, insecto o lo que sea.

Pues que sea inteligente y que piense.

Y ¿qué es la inteligencia?

La capacidad de resolver problemas inesperados.

Y ¿qué es pensar?

Hablar solo como los locos para adelantar soluciones y esperar lo inesperado. Y para hablar solo hay que poder y saber hablar. No se trata de tener hipercerebros ni capacidad craneal de la ostia.

¿Hablan los insectos?, es decir ¿se comunican los insectos? Pues parece que sí, porque las abejas que han descubierto abundantes flores con néctar se ponen a volar de modo que sus colegas se enteran de lo que pasa y dónde están las flores en cuestión.

¿Saben resolver los insectos problemas inesperados? Pues parece que sí, porque han colocado a cucarachas en laberintos a su escala y han tenido tanto éxito o más que hombres en laberintos a la suya.

Lo que es una capullada es pensar que si hay moscas tan inteligentes como los hombres más inteligentes, se vayan a dedicar a las tareas propias de tales hombres lumbreras. Por ejemplo una mosca que fuera catedrática de derecho internacional en la Universidad Complutense ¡pues no! Se dedicaría a lo que se dedican las moscas sólo que más eficazmente. Hay, por ejemplo, moscas cojoneras que a juzgar por lo eficaces que son dando el coñazo deben tener un coeficiente intelectual del copete.

Si se opone uno a pensar en un hombre-mosca. O mejor aún se pone en su lugar, lo que aterra es la brevedad de la vida. La que da título a este texto vive menos de un mes, equivalente a un siglo en los humanos.

Al cambio humano tardaría en ir a América casi un año, cuando Colón en el primer viaje tardó menos de dos meses y medio. La vida de la gente dura más que la de las moscas ¡pero la vida de la humanidad no tiene por qué durar más que la de la “mosqueidad”. Parece que la mosqueidad viene acompañando a la humanidad en toda su historia y es posible que se iniciara muchísimo antes. Puede que se encuentre algún día la evidencia, si no se ha encontrado ya, en algún trozo de ámbar.

Seguramente haya planetas habitables como este, rodeando estrellas como el Sol, a los que no podremos llegar ni humanos ni moscas al no tener una vida con la suficiente duración ¡Y digo más! Podemos ver esas estrellas inaccesibles. Aunque lo que vemos no es lo que son, sino lo que eran mucho antes de que cualquier humano y cualquier mosca hubiera nacido.

Lo jodido del tiempo es que, corto o largo, al final se acaba. Aunque en la olla de Cronos el tiempo no tiene fin, como veremos próximamente.

¡Y la sustancia que nos forma está desde el principio y estará hasta el final!

Eso en el caso de que haya principio y de que haya fin.