Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

viernes, 28 de febrero de 2014

¡Corta pictolín que empalagas!

MONGE

Como dije el otro día, ya no soy profe. Pero lo he sido de dibujo técnico de COU en el instituto, y luego de dibujo artístico en bellas artes.

El dibujo técnico, y la geometría descriptiva, que lo sustenta, son cálidos, como también he dado a entender, en contra de la fama de fríos que tienen. Yo acostumbraba a contarles a mis alumnos historias relativas a estas disciplinas llenas de humanidad. Como que Desargues en el siglo XVII se inventó la geometría proyectiva, fundamento de la descriptiva, sistematizando la perspectiva de los artistas del renacimiento y que esa geometría se olvidó completamente hasta que fue reinventada dos siglos más tarde por Poncelet, cuando estaba prisionero en Rusia tras la fracasada invasión napoleónica, y que como podía conseguía papel pero no tinta, la tenía que fabricar con el hollín de la estufa. Se pudo comprobar que se había producido tal "reinvención" porque por aquella época el geómetra Chasles encontró en los buquinistas de París un libro manuscrito de la geometría proyectiva de Desargues.

El jefe de aquella tropa de geómetras, o de matemáticos, era Gaspard Monge. Famoso por haber inventado el sistema diédrico o de Monge, que consiste en proyectar ortogonalmente el objeto a representar sobre dos planos que se interseccionan también ortogonalmente para luego abatir uno sobre el otro, que se identifica con el plano del papel.

La geometría proyectiva, que reinó en la segunda mitad del XIX ya ha pasado de moda, diría que se ha vuelto a olvidar. Ahora se dibuja con ordenador, mediante programas como  Autocad y otros semejantes ¡pero el fundamento sigue siendo el mismo!

Pues bien, yo les contaba a mis alumnos todo esto y que Monge, el autor del famoso sistema en el que la sección -o la intersección- es la operación cardinal, era un destacado revolucionario, que perteneció al Club de los Jacobinos, el mismo de Robespierre. También era militar y llegó a ser ministro de marina y como tal firmó la orden de ejecución de Luís XVI. De modo que el campeón de la SECCIÓN mandó seccionar el cuello de Luís XVI, con lo que decapitó de un solo golpe al monarca y a la monarquía, iniciándose la nueva era del gobierno de las naciones europeas.

¿Creéis que mis alumnos se emocionaban y me hacían la ola cuando oían estas cosas?

Pues no ¡a esa gente todo todo esto se la pelaba completamente!


viernes, 21 de febrero de 2014

Personas.



NO EXISTEN NI "LA MUJER"  NI  "EL HOMBRE".

Lo he dicho alguna vez, porque lo he oído y me ha gustado: "El pronombre no sustituye al nombre, sino al revés, el nombre es el que sustituye al pronombre".

Sobre todo los nombres propios, que señalan al referente más propiamente que el pronombre. Mientras que los nombres comunes son meros adjetivos. Y los adjetivos no existen en sí mismos, sino el pronombre que adjetivan, que puede estar implícito, y no por ello inexistente.

Por ejemplo, si no hubiera nadie que trabajara la madera, ni lo hubiera habido nunca, ni lo fuera a haber jamás, "carpintero" sería una palabra absurda, ni nombre, ni adjetivo ni nada. Como si digo "carbintero" ¿Qué es eso? ¡Pues nada!

Los nombres propios son etiquetas diferenciadoras de los pronombres. Por ejemplo si digo Ana en realidad estoy diciendo una oración sincopada: "Ella, que es Ana", para diferenciarla de otras personas que no se llaman Ana. Pero si la quiero diferenciar entre diversas Anas puedo decir, por ejemplo, Ana rubia o Ana morena.

Hombre y mujer son nombres, aunque verdaderamente adjetivos, que adjetivan a pronombres, que indican a su vez individuos. Es decir, sujetos individuales, que pueden adjetivarse, en razón de su configuración anatómica, como hombres o como mujeres.

El ser hombre o el ser mujer indica cualidades. Tales como, salvo imponderables, poder fecundar o poder engendrar. Circunstancias que se dan alguna vez en la vida ¡o nunca!

Bien es verdad que el placer inherente a esa potencialidad apasiona, turba y perturba y se antepone a todo. De modo que el nombre propio ya lleva el estigma del género o del sexo. Por ejemplo "María" o "Manolo". Y ¿qué importa si el extremo del tronco opuesto a la cabeza es cóncavo o convexo? En caso de "ligar" puede ser un dato interesante, pero esa relación se da entre la gente con mucha menos frecuencia que otras muchas como trabajar, andar, hablar, escuchar, beber, comer, enseñar, aprender, escribir, leer, pintar, ver pinturas, y una infinidad de de actividades y de relaciones en las que ni el sexo ni el género vienen al caso, por lo que no veo la necesidad de que la circunstancia de ser hembra o varón tenga que destacarse tan principalmente.

Hay mucha gente empeñada en lograr la igualdad de trato entre hombres y mujeres, algo que hoy por hoy dista mucho de ser real. Puede que aún se demore el logro de esos ideales, pero yo procedo como si ya se hubieran logrado. Para mí ni existen los hombres ni existen las mujeres como tales. Existen individuos a los que les cuadra uno u otro nombre-adjetivo ¡y no solo eso! porque aquí interviene la combinatoria: mujeres con apariencia de hombres, hombres con apariencia de mujeres, ni una cosa ni la otra, las dos a la vez, o a veces una y a veces otras.

Personas que son encantadoras unas, detestables otras. Pero siempre al margen de cualquier designación genérica, aunque los rasgos correspondientes influyan en la sensación que producen. Que no depende tan solo de lo que se aprecia, sino también de quien lo aprecia.

En resumidas cuentas, que hablar de una realidad llamada "el hombre" y de una realidad llamada "la mujer", que se concreta en individuos que son los diversos hombres y las diversas mujeres, me parece de un idealismo estúpido. Dicho de otro modo, me parece una gilipollez verdaderamente inconmensurable. Pongámonos kantianos: existen los fenómenos, pero no existen los nóumenos.


viernes, 14 de febrero de 2014

Realidad sobrevenida.


REALISMO GEOMÉTRICO. 

Ya no soy profe, pero cuando lo era, en el instituto, me las tenía que ver con la GEOMETRÍA DESCRIPTIVA, que es una belleza.

Me enamoré cuando tuve que convivir con ella. Eso me recuerda lo que oí una vez de un argelino que le explicaba a un europeo que no podía comprender que a un hombre tan culto como él le resultara aceptable que los matrimonios se designaran familiarmente. Le decía que en Europa la gente se casa con la persona de la que se enamora, mientras que en los países musulmanes la gente se enamora de la persona con la que se casa. Con el casorio no, pero con la descriptiva me pasó eso.

Cuando estudiaba bellas artes la descriptiva era una cruz que sobrellevaba de cualquier modo. Pero cuando preparaba las oposiciones para cátedra de instituto me tuve que enfrentar sin escusas ni subterfugios a esta geometría hasta que logré dominarla.

La geometría descriptiva es una de las muchas geometrías que hay. Es una geometría no euclidiana aunque no esté declarada oficialmente así. Y lo es porque no cumple el postulado de Euclides según el cual las paralelas por más que se prolonguen nunca se encuentran, porque en esta geometría sí que se encuentran en un sitio, en el infinito.

En esta geometría suele haber, al menos, dos planos esenciales: uno el de la realidad y otro el de la representación. Y es posible pasar de uno a otro gracias a que se cortan en una recta que es, simultáneamente, real y representada. El plano de la realidad contiene las proyecciones de la realidad. Y en el de la representación, mediante otras proyecciones, queda representado todo esto. Ambos planos se abaten uno sobre otro de modo que quedan superpuestos y todo lo que contienen confundido. Y distinguir lo que es de uno de lo que es de otro no es fácil.

Teóricamente cada plano carece de grosor, por lo que dos o más planos tienen el mismo grosor nulo. Cuando estudiaba y cuando enseñaba, esa verdad teórica era mentira en la realidad, en la que no existían los planos sin grosor ¡Pero hoy no es así porque es verdad que infinitos planos superpuestos carecen de grosor!

Porque si todo eso lo hacemos en "autocad" los planos que aparecen en la pantalla del monitor ¡real y verdaderamente carecen de grosor! Como todas las capas que pongamos en "photoshop". Y como, por ejemplo, las quinientas páginas de un libro en "ebook".

¿No es maravilloso? 

viernes, 7 de febrero de 2014

La glamurosa pérdida del trampantojo.



ARISTÓCRATAS.

Por casualidad conozco a un marqués que me tiene mucho afecto, y yo a él, recíprocamente. Fue profe mío en el Instituto la Rábida de Huelva a mediados del siglo pasado. En la época en que este instituto cumplió un siglo. Y no lo celebraron gran cosa. Página en el periódico Odiel de Huelva y comida de confraternidad de los profesores.

Medio siglo más tarde resaltaron el siglo y medio generosamente. Editando dos tomos de interesantísima historia relativa al centro y yo me encargué, en esa obra, de recordar los siete años en los que fui testigo.

Hice una semblanza de mis profesores y le dediqué una parte a mi profesor de historia en PREU, del que no recordaba el nombre. Decía que era un hombre muy elegante, que vestía siempre de gris, pero que mis compañeras habían notado que no siempre llevaba el mismo traje. Y lo más llamativo de todo es que acudía al instituto, que está bastante retirado del centro de la ciudad y en mitad de una pronunciada cuesta,  montado en un coche de caballo. Hay que tener en cuenta que esos eran los taxis de la época, pero no dejaba por ello de ser llamativo. Lógicamente lo apodábamos "el conde".

Recientemente llaman a casa por teléfono ¡y era él! que había leído el libro y me localizó. Cariñosísimo me dijo que se llama Alfonso y que efectivamente tiene un título nobiliario. Es marques.

Luego nos hemos visto. Primero en una casa que tiene en La Granja, después en casa y recientemente en la suya en Madrid.

En la visita a su casa de La Granja llegaron una señora y su hijo. La presentó ¡y resulta que era marquesa! Y en su casa de Madrid llegó una señora, la presento ¡y era duquesa!

El caso es que esa gente aristocrática me pareció normal. Diría que corriente. Perteneciente a una extraña cofradía, a la que es prácticamente imposible acceder.

A pesar de que no frecuento esos círculos, creo que no dejan de ser personas interesantes, porque son reliquias del pasado, auténticos fósiles vivientes de la historia, gente que ahora es corriente pero que tiene antepasados que a lo mejor estudiamos en la escuela, y nombres del callejero.

Menos mal que eso de ser pintor es un curioso blasoncillo que sirvió de salvoconducto. Y a pesar de que, menos para mi nieto Jorge, no soy famoso. Ni habrán oído hablar de mí, ni conoceran mis cuadros y de conocerlos seguro que a muchos no les gustarían, ni tampoco mis dibujos satíricos serían de su agrado.

¡Pero qué mala pata! Eso fue el pasado domingo y el viernes anterior se me rompió un diente. Y yo, en aquel medio tan distinguido con una mella al estilo MAD. Nadie dijo nada. Ni una palabra, ni un gesto ¡Nobleza obliga! A pesar de que no me privé de reír ampliamente cuando el caso lo merecía.

¡Vivir para ver!

sábado, 1 de febrero de 2014

Un hombre, un día.



 SE VIVE TAN SOLO UN DÍA.

Si uno se fija bien, tan solo se vive un día. Se vive un día muchas veces, pero un día cada vez. Ayer, anteayer, la semana pasada, eso no se vive, se vivió, que no es lo mismo. Mañana, pasado mañana etc. no se vive, no se está viviendo, se vivirá. O no se vivirá. Eso hay que verlo.

Se despierta uno por la mañana, o antes de que amanezca, o bien entrada la mañana, se levanta, se acicala y comienza uno a vivir conscientemente, aunque poco a poco saliendo del sopor. De un sopor que es creativo porque se tienen las baterías bien cargadas. Se va viviendo durante todo el día y por la noche se va quedando uno vencido por el sueño. Se acaba uno durmiendo y terminando su vida por ese día.

Eso en el caso de ser uno diurno, porque si se es noctámbulo la vida transcurre al revés. Se duerme durante el día y al atardecer, animado por la oscuridad se va despertando uno y se vive la noche y cuando apuntan las claras del día se cae rendido de sueño y se duerme durante todo el día. 

Este horario inverso del anterior se practica a veces por obligación, pero los hay que lo hacen por devoción. Es el mundo de las tinieblas, de la oscuridad natural y de la iluminación artificial. Marcado por la luna, como los otros están marcados por el sol. Claro que sol y luna hay todo el tiempo. El sol no se ve de noche porque lo tapa la propia tierra en un eclipse diario. Y la luna apenas si se ve de día porque deslumbrados por la luz del sol pasa desapercibida.

Los hay con suerte, porque duermen poco y necesitan poco tiempo para descansar, y por ello cada uno de los días que viven es muy largo.

¿Y los que no duermen nada y descansan en la vigilia? ¿Cuánto viven? ¡Pues un día, como todos! pero larguísimo. No vivieron ningún ayer ni se puede decir con propiedad que vivirán  un mañana ¡es el mismo y único día que tiene miles de horas!

Porque dormir es morir y despertar resucitar.

Se nace o se muere en el transcurso de un día. Claro que cuando se nace se ha vivido mucho tiempo en el seno materno. Hay moscas, o artrópodos parecidos que también llamamos moscas, que literalmente viven un día ¡que curiosamente son noctámbulas, porque nacen al atardecer y al amanecer mueren! 

Pero esas moscas han vivido un año en estado larvario ¿es que eso no es vivir? ¡pues claro que es vivir! Ese día, o sea noche, de vida adulta la emplean las moscas en aparearse, concebir y parir. Les pasa como a los gusanos de seda, que viven en cuatro fases de las que la más conocida es la segunda, como oruga o larva. Antes ha vivido como huevo y después como crisálida, ninfa o pupa dentro del capullo, para por último vivir como un adulto, brevemente, sin comer siquiera y copulando sin parar, concibiendo y poniendo huevos.

Todos pasamos nueve meses de vida intrauterina misteriosa. Donde se pasa por varias fases metamórficas. Primero un huevo, luego un embrión y por último una criatura prácticamente igual a un recién nacido. Lo mejor de todo es que en la vida intrauterina se experimenta toda una evolución. Se pasa por una fase de huevo, más tarde por una de larva de ascidia, luego de larva de pez, despues de larva de anfibio, seguido -seguramente- de larva de reptil, para terminar naciendo con la forma conocida.

El caso es que vivimos un día renovable, mientras que se renueve. Si no, no importa, porque es algo que no va con nosotros propiamente ¡No estaremos allí para verlo! Y no es algo que a unos le pasará y a otros no. No. Le pasará a todo el mundo. Es una inferencia lógicamente indebida, pero así y todo...