Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

domingo, 22 de febrero de 2009

Megalomanías.

Este post, nº 104 del Salterio, se lo dedico a Ana y a Rafa para que lo vean desde NYC, a ver qué pinta tiene desde allí. LLAMAR LAS COSAS POR SU EUFEMISMO.

A muchas cosas se les llama por su nombre. Pero no a todas, ni muchísimo menos.

Y no sólo se nombra con eufemismos lo que nombrado con más propiedad resultaría grosero. Como decir puta. Y se dice prostituta. A mi me hace gracia prostiputa.

Pero hay cosas que no tendrían que molestar, como decir que las artes plásticas son en realidad artes decorativas.

Ergo el nombre de la cosa es “elemento decorativo” y el eufemismo OBRA DE ARTE.

Desde hace tiempo se viene “desmitificando el arte”. Pero tal desmitificación es simplemente temática, porque esencialmente perdura. La mierda enlatada de Piero Manzini no ha venido a desmitificar la obra de los artista. Sino a mitificar la mierda, si es de artista.

¿Para qué coño sirven los cuadros, las esculturas, los dibujos, los grabados y las fotos si no es para decorar? Y ¿qué coño es una instalación si no es una decoración? De casa, de teatro, de escaparate, de sala de exposición de palacio o de museo ¡Es que se sublima todo lo que se quiere sublimar!

Hay que reconocer que esas cosas, cuadros, esculturas etc.,también sirven para otros propósitos. Como fardar:

Como artista, como “creador”, como un dios minúsculo.

O bien como coleccionista: Acopiador de milagros divinos y devoto de reconocido prestigio.

O también como comisario, seleccionador y apacentador de diocesillos y propiciando milagros. Aunque tienden los comisarios a producir los milagros ellos mismos, valiéndose de la cooperación de los artistas.

Y también sirven para pillar pasta.

Pero los cuadros y todas esas cosas que he nombrado, cuando estás desplegados sirven para decorar. Y tienen, de ser buenos, un valor decorativo Q T K GAS. Como ninguna otra cosa. Por lo que son cosas decorativas.

Me pregunto: ¿por qué estará tan mal visto decorar? O ¿por qué sabe a tan poco?

Si las decoraciones están muy bien. Ayudan a vivir. Es como la ropa de los sitios. Con la ropa se viste uno, con la decoración sus circunstancias…que diría Ortega.

Lo que parece un problema es la pasta que valen esos elementos decorativos que son las obras de arte ¿Por qué se les atribuye tanto valor? Seguramente porque el valor inefable si no se traduce a pasta contable, parece que no es tal.

El caso es que cosas de gran valor etéreo carecen de valor contable y otras que no valen nada cuestan un huevo de la cara si el que tiene el poder omnímodo de atribuir valor a las cosas se lo atribuye. Porque el valor de las cosas no es una cualidad, sino un atributo.

¡Así es la vida!

domingo, 15 de febrero de 2009

No es oro todo lo que reluce.

Este post nº 103 se lo dedico a Javi, que cree como yo que el empresario se debe al cliente más que al socio. ¿QUÉ PASA CON EL CAPITALISMO?


Ya sabemos que los retros son procapitalistas y los pogres contra. Pero dejémonos de tópicos. “Toer mundo eh güeno”. Y el tener pasta, el que la tenga, pues chapeau.

Pero en cualquier caso habría que distinguir entre capitalismo y mafia.

Y los capitalistas “legales” deberían velar porque tal distinción fuera posible.

Hay empresas capitalistas y otras que son mafiosas ¿En qué se parecen y en qué se diferencian?

Se parecen en que tanto unas como otras se forran, o pretenden forrarse.

Y se diferencian en el modo en que lo hacen:

El capitalista trabaja para la sociedad y cobra por ello y si se le da bien se forra.

Mientras que el mafioso pone a trabajar a la sociedad para él y como consecuencia se forra.

Los empresarios capitalistas están moralmente obligados con sus clientes, y este vínculo ético les reporta beneficios.

Los empresarios mafiosos están moralmente obligados con su “familia”. Mientras que sus clientes, como sus empleados, son meros instrumentos de su ambición.

Pero últimamente se ha desbocado una perversión consistente en que empresarios capitalistas no sirven a los clientes. Sino que se sirven de ellos incondicionalmente. Y eso les acerca mucho a la mafia. Y hay tantos y tan importantes que han llegado a colapsar el sistema.

Hay ejecutivos de empresas que no se deben a sus clientes en primer lugar, sino a sus accionistas, que son su “familia”.

Un ejemplo es el de aquel presidente de Telefónica, quería llevar la central de esa empresa a Miami, porque decía que era mejor para la empresa y por ello mejor para sus accionistas a quienes él se debía.

Queda muy claro que a esos empresarios les importan un carajo sus clientes. El servirles no es su fin, por el que legítimamente obtendrían beneficios. Su fin es lograr beneficios y su medio esquilmarlos.

Pudiera ocurrir que esto que estoy diciendo pudiera parecer una ingenuidad. Si así pareciera, indicaría que la corrupción se habría extendido y profundizado tanto que habría llegado a contaminar el “sentido común”.

En cuyo caso estaríamos totalmente perdidos.

domingo, 8 de febrero de 2009

Dar liebre por gato.

Este 102º post, precedido de este dibujo -que creo que es el último del Salterio que me quedaba por sacar- se lo dedico a Rafael, a quien parece que ayudé a romper el cascarón de artista, y que creo que recuerda el dibujo, después de tantos siglos. EL COLOSO EN BRAGAS.


En bragas han dejado al Coloso de Goya, que ya no es de tal, sino de un tal Asensio Juliá. El Coloso de Asensio Juliá ¡pues vaya timo!

A mi nunca me había gustado mucho ese cuadro, lo cual no significa ni que no creyera que fuera de Goya (porque pueden ser de Goya y malo, ya que al mejor cazador se le va una liebre) aparte de que no me parece tan malo. Ni que yo sea tan listo como Manuela Mena, jefa de conservación del S.XVIII y de Goya, que ha sido quien ha dicho que no es del divino sordo porque le ha parecido que es una ful de Estambul.

Yo creo que el problema está que un coloso no puede ser tan pequeño, porque el cuadro tendrá metro y pico de alto, y la caravana, que parece que van al Rocío, es tan pequeñita…Si le hubieran titulado Gulliver en el país de los enanos, doña Manuela no se habría atrevido.

También hay quien pone en duda las Pinturas Negras, que a mí me gustan mucho, y no me van a gustar menos aunque dijeran que son de Asensio Juliá o de otro. Por cierto, que el coloso se parece un poco a estas pinturas. Está claro que, en el peor de los casos, este cuadro le pasaría como a un cuadro que vimos en una tienda del Rastro, que tenía un airecillo goyesco. Y el dependiente, que era muy simpático nos dijo que seguro que no era de Goya pero que ”ese cuadro goyea”. Verbo que nos fascinó.

Pero volvamos al Coloso. ¿Qué le ha pasado a ese cuadro? Pues nada. No es como si a una de las “majas” le hubieran echado vitriolo por encima, y hubieran destruido el cuadro. Con lo que el Prado se habría quedado sin uno de sus goyas y tendría uno menos. Aunque en ese sentido, es eso lo que ha pasado, que el Prado se ha quedado con un Goya menos y un Asensio-Juliá más.

La del vitriolo ha sido la conservadora Manuela Mena ¡que vaya un modo de conservar que tiene! Menguando –de hecho- el patrimonio.

¡Pero al cuadro no le ha pasado nada! Ni lo han borrado, ni lo han pintarrajeado, ni nada. Si es una puta mierda lo sería tanto si lo pintó Goya como si lo hubiera pintado yo, o quien sea. Y si es cojonudo, lo es, habiéndolo pintado Goya o quien sea ¡Que coño tiene que venir doña Manuela a enmendar la plana!

El cuadro está colgado en el Prado, uno lo mira y si le parece bien lo disfruta y si le parece mal pues con mirar otro asunto arreglado.

La autoría no tiene que condicionar al que mira. Si es bueno, es bueno lo pinte quien lo pinte. Y si es malo, es malo independientemente de quien lo haya pintado.

Cuando pusieron a Manet en el Prado, aquellos cuadruchos de mierda no resistían la comparación. Alguien -cuando yo le decía algo así- me deijo: ¡Son de Manet! Pues muy bien, serán de Manet pero son una puta mierda.

Una vez en la Tate vi uno de Sargent, que hasta entonces no había oído hablar en mi vida de ese señor y me quedé de piedra de ver un cuadro tan bueno. Hay que mirar y ya está. No hace falta que venga ni doña Manuela ni nadie a “poner las cosas en su sitio”. Allí pone que es de Goya porque eso es lo que se creía. Y eso es lo que pasa siempre. Y casi siempre, es de esperar, se acierta, y a veces se confunde la atribución.

Un cuadro que se vea es un hecho cierto. Mientras que las atribuciones son de natural inciertas. De todos modos, antiguamente la autoría no importaba tanto, ni los artistas estaban tan empeñados en hacer valer su paternidad.

Ya sabéis que Berenson corregía las atribuciones indebidas de los cuadros del Renacimiento fijándose en detalles insignificantes de las figuras de los cuadros con atribución garantizada. Tales detalles eran los lóbulos de las orejas, los agujeros de la nariz y cosas así que el autor pintaba inconsciente y automáticamente. Cuando veía esos detalles en cuadros de autor desconocido o mal atribuidos hacía la corrección correspondiente. Hasta que lo falsificadores conocieron el truco…

Me contaba mi amigo Pove que le habían contado que un señor que era ingeniero y estaba haciendo una obra en no se donde, se encontró que el pintor Darío Regoyos estaba pintando allí un paisaje. Le gustó el cuadro y se lo compró. Estaba firmado y con todos los perejiles.
Años más tarde, muerto ese señor, uno de sus descendientes heredó el cuadro. Sabía positivamente que era de Regoyos. No obstante lo quiso autentificar y a tal efecto lo hizo llegar a una hija de Regoyos, que se habría levantado aquel día con el pie izquierdo, y dijo que no era de su padre, con lo que un auténtico Regoyos se transformó en uno falso.

Otra historia de efecto contrario se la oí contar a Viola. Dijo que le gustaba hacer dibujos como los de Giogio de Chirico. Dibujos que conocía Cesar González Ruano. Y estando ambos en Paris se le ocurrió al escritor hacer una exposición con esos dibujos como si fueran de Chirico.
Encontraron sala y todo y justo la víspera se enteró Viola de que acababa de llegar Chirico a Paris
¡Qué horror! ¡¿qué hacemos ahora?!
Pues inaugurar, dijo Ruano.
Averiguaron el hotel donde se alojaba Chirico, pidieron una urgente entrevista ante un gravísimo asunto. La consiguieron y le dijeron a Chirico que habían reunido una serie de dibujos suyos y que tenían la sospecha de que algunos pudieran ser falsos. Y le pidieron encarecidamente que antes de la inauguración fuera a ver la exposición. Se hizo cargo de la delicada situación y accedió.
Entró en la sala, miró fijamente cada uno de los dibujos y dijo por fin algo así como:
“Este, ese y aquel no son míos”.
Procedieron rápidamente a destruir las falsificaciones delante del autor y de otros testigos. Resultando que todos los demás se convirtieron en auténticos.

Otra historia más. Me contó mi amigo José María, que pervive alojado en mi corazón y en los de otros amigos, que entrevistó una vez a Llorens Artigas, y le contó que había un japonés que lo imitaba descaradamente y que no le importaba, porque sabía que las piezas mejores del japonés las tendrían por suyas, y las peores por falsificaciones.


domingo, 1 de febrero de 2009

Ver a través de las piedras.

Este post 101, precedido por estos últimos dibujos del Salterio, que son muy antiguos, contemporáneos a la guerra del Vietnam, pero que desgraciadamente siempre se empeña alguien en que no pasen de moda, se lo dedico a Paloma, a Miguel, a Ces y a Rafael, a quien ya conocía cuando hacía estos dibujos.
MISTERIOS SOTERRADOS.



Nos cambiaron la mastadóntica caldera de gasóleo por una de gas que es mucho más pequeña, ligera y moderna. Y, por lo que se ve, sensible.

Al año escaso la nueva caldera se deprimía. Y las calderas, como las personas, si se deprimen se paran.

Al principio había que subirle la presión unas cuantas veces al día, y luego cada cuarto de hora. Excuso decir el coñazo que supone salir al inclemente exterior para animarla.

¡¿Por dónde pierde?! Nada. No había modo. Llamamos a los expertos. Unanimidad en el pronóstico “El agua siempre da la cara”. Si. Pero ¿cuándo? La alternativa era ir levantando todo el suelo hasta dar con la fuga. Aunque un juicioso fonta nos dijo: Lo de levantar el suelo, lo último.

De todos los que desfilaron, el primero nos dijo que tenía idea de que hay quien puede meter una cámara el las tuberías y de ese modo averiguar…Total que NPI y saliendo al recebo cada cuarto de hora.

Menos mal que mi dama exploró en internet y encontró tres compañías detectoras de fugas sin romperlo ni mancharlo.

Hablamos con una de ellas, con FUGATEC. 100.000 pelas y la encontramos ¿Y si no la encuentran? ¡LA EN CON TRA MOS!

Tanta seguridad me impactó. De modo que los avisamos.

“La cale bien caliente” nos dijeron. Aparecen dos técnicos con grandes maletones color naranja. Donde estaban comprimidos, como esos faquires que salen en los circos, los super-sentidos, supersensibles que ven, oyen y huelen a través del suelo ¡¡¡Qué nivel!!

Saca un monitorcillo con empuñadura, como una lupa mágica, que deja un punto luminoso en el suelo y a través de ella se puede ver la tubería de la cale de un naranja incandescente. . .

¡ ¡ j o o de r r r ! !


Para que nos diéramos cuenta del enorme poder detector de ese artilugio enfocó el lugar de la pared donde se había apoyado con la mano ¡Y allí estaba la huella infrarroja! Para seguir la exhibición pasó un dedo por la pared, y como si fuera una tiza dejó un trazo naranja.

El ayudante iba marcando con cinta aislante negra en el suelo la disposición de las tuberías.

La fuga se resistía a manifestarse. Le dijimos: “Esperábamos ver una mancha extensa y difusa…” “¡Y yo!” Nos contestó. Pero no.

Trazado todo el recorrido, la fuga seguía agazapada. Empezábamos a dudar de la infalibilidad del sistema (no es este tiempo de infalibilidades) Pero el oficiante no tenía la menor duda ¡La encontraremos!

Enchufaron a un radiador un botellón de gas a presión y sacaron más cosas de las maletas: Montaron un carrito con dos ruedas que llevaba pegado al suelo una especie de embudo muy plano, rectangular y transparente y recorrieron lentamente las tuberías. Aquel aparato era en realidad una super nariz que trataba de “oler” el gas que se escapara por la fuga y pasara entre dos losetas.

También sacaron lo que parecía una ventosa desatascadora de sanitarios, pero que en realidad era una super-oreja dispuesta a oír el murmullo del gas entre las losetas.

No se si sacaron más cosas, pero ya eran las cinco, nos pusimos a comer y relajamos la atención…

¡Aquí está! ¡Miren! ¡Miren!

En la lupa mágica se podía ver perfectamente el resplandor de aquel derrame térmico.

¿Cómo no se vio antes?

Porque ahora enfocamos un campo menor y la concentración aumenta.

Parecía estar en el rodapié que yo había clavado hace unos años…Y efectivamente había un largísimo y amenazante clavo en el lugar mismo de la sospecha.

¿No habrá sido un clavo mío?

¡Pues sí!

¡Qué suerte! Dijo Ana. Para animar y porque la reparación resultaría más fácil.

De todos modos yo prefería una reparación un poco más difícil que descargara mi conciencia…

Dije: Pero cómo es posible después de tantos años…

Y el técnico desplegó una rebuscada teoría de óxidos taponantes… Pero para seguir buscando rompió una losa y escarbó y apareció un codo humedecido de la tubería. Suspiré doblemente satisfecho.

Era un mero anillo de humedad. ¡Mira! ¡Mira! Le dijo al ayudante

Pues, macho, yo no veo nada…

Si hombre, que está aquí.

Y ahora viene una historia no menos sorprendente. Porque el circuito dejó de perder presión sin haberse taponado la fuga…

Y eso ¿cómo es?


¿CÓMO ES?


Pues ¡ni puta idea!

Supongo que por capilaridad se formara una especie de sifón que descargara rápidamente el circuito, ya que con sólo un cuarto de kilo de presión -un cuarto de litro de agua- se para la caldera. Pero eso no es más que una mera suposición…

Cuando os dije que este es un misterio soterrado no estaba exagerando ni un pelo.