Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

sábado, 16 de febrero de 2013

Historias de Priego.


CONFLICTO NORTE-SUR.

Mi amigo Pove, el pintor geométrico Cristóbal Povedano, es de Priego de Córdoba. Y cuenta unas historias graciosísimas de su pueblo. Le digo que haga un blog y que las difunda. Y dice que no, que si quiero que las cuente yo, que "tienes más gracia" dice. Lo cual no es cierto, él además de tener más gracia que yo domina los detalles, por lo que mi versión ha de ser necesariamente más pobre. Pero como no va a querer contarlas pues lo hago yo.

Me contaba que cuando llegó a Madrid le sorprendió lo regañona que es la gente del norte. Y mira que Madrid no es verdaderamente el norte. Está al norte de Andalucía, pero el norte de España, propiamente, está mucho más al norte.

Pero el conflicto norte-sur Pove ya lo vivió en Priego. Puesto que a veces iba a su casa a pasar temporadas una señora amiga que era de Bilbao. A la que todo le parecía mal y regañaba por todo a todo el mundo. A lo mejor iba alguien por la calle con una gallina viva cogida de las patas. 

¡Oiga! ¿Por qué lleva usted así a esa gallina? ¿No le da pena? ¿Le gustaría que lo llevaran a usted así? 

¡No es más que una gallina! protestaba el aludido sin entender la reprimenda ni que se la hiciera una persona desconocida.

Había en el mercado un pescaero muy bueno al que llamaban Rafalillo, que iIba a Málaga cada día a comprar pescado fresco, en una época en la que viajarera mucho más penoso que hoy. Pues bien, estaba pregonando un día en su puesto:

¡¡¡Armeja!!!¡¡¡armeja!!!

¿Dónde están las almejas? le preguntó dicha señora con tono airado.

Pues aquí las tiene usted señora.

Esto no son almejas ¡Son chirlas!

Pues aquí le dicen armeja.

¡Pues no son almejas!¡Son chirlas!

Bueno señora no se enfade usted.

Unos días más tarde vuelve la señora al mercado y el mismo vendedor estaba pregonando: ¡Armeja! ¡armeja! Y en cuanto la vió rectificó su pregón:

¡¡¡Chihla!!! ¡¡¡chihla!!¡¡¡fresquita!!!

Esa mentalidad norteña contrasta vivamente con la sureña. Tan respetuosa y servicial, como lo refleja la siguiente anécdota:

Había un guardia municipal llamado también Cristóbal. Un hombre de talante marcial ataviado con su uniforme. Un día estaba de servicio en el ayuntamiento cuando el alcalde y el comité de cultura esperaban la llegada del cantaor "Fosforito".  Cuando llegó el artista se dirigió el municipal al despacho del alcalde para comunicárselo. Entró y dijo:

Señor alcalde, ha llegado Don Fósforo.

Otro día llegaba Pove con unos amigos en un coche y el que conducía le preguntó al referido municipal, que estaba ejerciendo de  guardia de tráfico, que donde podía aparcar. En esto vio el policía en mi amigo dentro del coche. 

Se cuadró y saludó militarmente. 

¡A sus órdenes Don Cristóbal!

Mi amigo le preguntó:

Cristóbal ¿dónde podemos aparcar?

Donde usted quera Don Cristóbal ¡el pueblo es suyo!

DOS HISTORIAS DE DIFUNTOS.

Estas otras dos historias son de difuntos.

La primera se refiere a dos distinguidas hermanas ya ancianas. Cuando una de ellas acababa de fallecer comentó una sobrina a la hermana superviviente:

¡Lo que me ha costado ponerle la dentadura a tía!

Con ello sembró la duda en su interlocutora, por lo que fue enseguida a buscar su dentadura ¡y no la encontró!

La segunda historia se refiere a un paisano de Priego, con cierta tara mental, que le gustaba ir a todos los entierros, porque ese triste ambiente que se produce está lleno de ternura, amor y conmiseración. Su asistencia tenía fácil justificación porque allí todo el mundo se conocía, aparte de que era de natural amble y tenía un talante cooperador.

En cierta ocasión se rebasaba la hora del entierro y el cura no aparecía. Entonces se ofreció solícito nuestro hombre para ir a buscarlo a la iglesia. Y efectivamente se lo encontró charlando animadamente con las beatas que habían asistido al servicio religioso que ya hacía un buen rato que había terminado.

El mensajero le interpeló a grito pelado:

¡Venga padre Romero! ¡Que el muerto está esperando y usted aquí tocándose los cojones!


 


2 comentarios:

Ana dijo...

¡Qué buenos! Pues es que Pove debería escribir un libro de relatos cortos. ¡Son graciosísimos!

saltes dijo...

¡Pero no quiere! Ya se lo he dicho.