EL CENTRO, CENTRO,
CENTRO.
Tenemos dos verbos donde otros
tienen uno, pero a veces como si nada ¡Hasta el propio idioma se cuela a veces!
Tenía un amigo americano que dijo una vez: "Mi suegro es muerto" No Jimi
no, se dice "está muerto". A lo que respondió: "Pues está muy
muerto" ¡Excepciones que aturrullan la regla!
Otras veces no son excepciones.
Verbigracia: Fulanito ES de izquierda y Menganito ES de derecha. Ahí encajaría
mejor ESTÁ ¿no? Que está a la derecha de unos y a la izquierda de otros. Por lo
que se ve nuestra sociedad no es circular, sino elíptica. No tiene centro
¡tiene focos, dos focos!
En realidad no es elíptica ¡es
parabólica! con un solo foco y ¡una directriz! Todos piensan en lo mismo y
según la misma directriz: ¡peer en botija!
Pero siguen hablando del centro,
del centro izquierda y del centro-derecha.
A la izquierda o a la derecha del
centro ¿no? Pero es que aquí no hay "centro". Hay centro-izquierda y
centro-derecha ¡Pero qué es eso!
Lo que yo veo es que la clase
política es mayoritariamente de derechas ¡No hay más que verlos! Los sueldazos,
las pensiones de jubilación, los coches oficiales, las comidas de trabajo, el
caché ¡y como pierden el culo por pillar un cargo! Dicen que es por filantropía
¡Ya! ¡Ya! filantropía. Auto-filantropía, en todo caso. Por eso el respetable
está ya hasta el gorro y prospera, como prospera, Podemos, aunque últimamente
da patinazos...¡El chasco que se avecina va a ser clamoroso!
A mí lo que más me gustaría es
que hubiera centro. No centro-derecha ni centro-izquierda ¡centro!
¡centro-centro! Es que, claro ¡es poco atractivo! ni carne ni pescao.
Verdurita, lo que digo, es poco atractivo.
A mí me gusta porque me gusta lo
corriente, lo vulgar, lo prosaico. No me gustan las emociones fuertes, ni que
me vayan dando sustos. Prefiero las lentejas al caviar, los níscalos a las
trufas. No es porque sea un demagogo ¡que lo soy! Es que las lentejas pueden
estar buenísimas y una vez que dieron a probar caviar del bueno me supo a
tartar de chicharro. Pero es que me falta entrenamiento. Bueno, el tartar tampoco
me gusta. Y las trufas frescas aún no las he probado. Tan solo las del tarrillo
con agua ¡y no me gustan nada! No nos engañemos, me gusta comer ¡de puta madre!
Para lo cual no son necesarias tales florituras.
A mí me gustaría un gobierno
corriente, de andar por casa. Ni de aristócratas ni de mártires. Sin tanto mito
ni tan gloriosas ideologías, que no sirven más que para emboscar a tanto
mangante. Me gustaría un gobierno de gente corriente, que a los de izquierda
les pareciera de derecha y a los de derecha de izquierda.